Este viernes el gobierno de Joe Biden confirmó que Estados Unidos enviará bombas de racimo a Ucrania en un nuevo paquete de asistencia militar. Desde Washington salieron en defensa del suministro de estas municiones, mientras que Moscú aseguró que es un gesto de desesperación.
Las bombas de racimo, prohibidas en 123 países, representan un grave peligro porque se esparcen en pleno vuelo generando “mini bombas” en un amplio terreno. De esta manera, una vez que se dispersan, pueden herir o matar a civiles. Sumado a ello, existe el riesgo de que este tipo de municiones no estallen, lo que las vuelve en minas letales durante varios años.
En este marco, el Pentágono anunció que el nuevo paquete de asistencia militar se encuentra valuado en 800 millones de dólares. Más allá de las bombas de racimo, Washington también le entregará a Kiev decenas de vehículos de combate blindados e incluso diversos tipos de misiles.
La justificación desde Estados Unidos
El viernes, además de confirmar el nuevo paquete de asistencia militar, el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, explicó la decisión de la Casa Blanca de entregar este tipo de armamento a Ucrania. “Reconocemos que las municiones de racimos crean un riesgo de daños a civiles sin estallar, por eso aplazamos la decisión todo el tiempo que pudimos”, afirmó Sullivan.
Sin embargo, el funcionario de la administración demócrata sostuvo que “también existe un enorme riesgo de daños de civiles si las tropas o los tanques rusos toman más territorio ucraniano, sometiendo a más civiles”. En ese sentido, Sullivan afirmó que EE.UU no dejará indefensa a Ucrania en ningún momento.
Por otro lado, el asesor norteamericano afirmó que las municiones de racimo producidas en EE.UU que no estallan representan un porcentaje menor al 2,5%. Del mismo modo, según Sulllivan, Kiev prometió no usar las bombas en territorio extranjero.
En ese sentido, este sábado el alto funcionario del Departamento de Defensa de EE.UU, Colin Kahl, aseguró que Ucrania se comprometió a no utilizar las municiones en zonas urbanas, así como también a llevar un registro de su uso para un futuro desminado. “Me preocupan las circunstancias humanitarias tanto como a cualquiera, pero lo peor para los civiles en Ucrania es que Rusia gane la guerra”.
La respuesta de Moscú
Este sábado, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zajárova, declaró que el envío norteamericano “es otra manifestación flagrante del curso agresivo antirruso de los Estados Unidos”. En ese sentido, la funcionaria precisó que “este es un intento cínico de prolongar la agonía de las actuales autoridades ucranianas, independientemente de las bajas civiles”.
De la misma manera, Zajárova aseguró que Washington es consciente de que las promesas de Kiev de utilizar este tipo de armamento responsablemente “no valen nada”. La portavoz también remarcó que, como sucedió con otras armas letales entregadas a Ucrania por Occidente, los civiles estarán bajo ataque.
“La experiencia del uso de municiones en racimo en el Medio Oriente (…) muestra que sus elementos pueden permanecer sin explotar durante mucho tiempo, detonando después del final de las hostilidades”, detalló Zajarova.
En ese marco, la portavoz denunció que Estados Unidos “será cómplice en la explotación minera del territorio, compartiendo plena responsabilidad por las víctimas de las explosiones”.
En la misma clave, Zajárova afirmó que “la transferencia de municiones en racimo es un gesto de desesperación, una prueba de impotencia en el contexto del fracaso de la tan publicitada contraofensiva ucraniana”. Sin embargo, según la funcionaria, el nuevo paquete de asistencia militar “no afectará de ninguna manera el curso de la operación militar especial”.