Palermo Viejo es uno de los tantos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que en los últimos años experimentó una gran transformación. La numerosa cantidad de nuevos desarrollos inmobiliarios modificó no solo la estética barrial, sino también su dinámica.
Una mayor superficie destinada a nuevas torres de gran altura produjo un aumento poblacional. A su vez, la mayor densidad de habitantes generó problemáticas derivadas, como lo es la gestión de residuos y una mayor polución sonora.
Los efectos del cambio pusieron en alerta a les antigües residentes del lugar, quienes se organizaron en una agrupación llamada Palermo Resiste. En ella, les vecines trabajan colaborativamente mediante diversas comisiones especializadas en problemáticas puntuales.
Une de sus integrantes es Martín Rodríguez Rivas, quien forma parte del equipo que redactó un proyecto de ley que aspira a limitar las torres de gran altura, explicó a Nota al Pie los detalles de esa iniciativa.
¿Cómo nace Palermo Resiste y cuál es el objetivo de la agrupación?
El objetivo principal es rever y procurar modificar el Código Urbanístico, que atenta contra la identidad del barrio de Palermo Viejo.
Palermo Resiste nace ante la falta de respuesta de las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. También como consecuencia de la desidia ante problemáticas que no son escuchadas. El gobierno ha privilegiado el uso comercial del barrio en contra de la calidad de vida de las vecinas y vecinos. Las autoridades lo que han hecho es minimizar el uso residencial del barrio.
¿Cual es la dificultad que presenta el avance de nuevas torres en Palermo?
El nuevo Código Urbanístico habilita la construcción de edificios de gran altura dentro de Palermo Viejo. Hay dificultades que ya son evidentes. No solo está la gran altura de estos edificios sino también la eliminación del pulmón de manzana casi en su totalidad. Recordemos que el Código anterior establecía que la cuarta parte de una manzana era para ese fin. Eso se ha reducido a una mínima expresión producto de una mayor ocupación del suelo. Esto achica la superficie de absorción en cada cuadra.
El otro inconveniente es la pérdida de inmuebles con valor patrimonial o histórico. Inmuebles que le aportaban identidad al barrio fueron demolidos para la construcción de nuevos edificios. Muchas casas se adquieren con un fin que no es la vivienda en sí, sino que se adquieren por el terreno. Esto afecta el valor de las propiedades en el barrio.
¿Cómo afectan las nuevas torres a los servicios públicos?
Eso es algo que se está empezando a ver y se agravaría en el futuro. Acontece una saturación de los servicios ya que la infraestructura de estos no se planificó para el aumento poblacional. En Palermo Viejo ya es evidente la contaminación de residuos y sonora.
¿Qué tan grave es el aumento de la construcción de nuevos edificios y torres en Palermo?
La cantidad de nuevos edificios en construcción es verdaderamente notoria. Tal es así que una de las primeras actividades que emprendimos en Palermo Resiste fue hacer un relevamiento de las nuevas construcciones.
A su vez, contabilizamos las propiedades que ya están en manos de desarrolladoras con fines de construcción de nuevas torres. Constatamos que dentro de un polígono conformado entre las calles Godoy Cruz, Guatemala, Córdoba y Mario Bravo hay 180 nuevos emprendimientos de edificios recientemente construidos o próximos a construir, 80 viviendas ya demolidas para construir y más de 130 casas en venta.
¿Palermo Resiste ha logrado el apoyo de entidades del barrio?
Palermo Resiste nació en una plaza, en Plaza Armenia. El apoyo de diversas entidades culturales del barrio nos posibilitó acceder a espacios de reunión y lograr un mayor alcance de nuestra convocatoria.
¿Qué iniciativas han emprendido para frenar los proyectos inmobiliarios?
Ante la falta de respuestas por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que hicimos fue dejar de lado los reclamos y pasamos a la acción. El pasado 25 de abril presentamos ante la Legislatura Porteña un proyecto de ley, en el cual proponemos modificar el Código Urbanístico actual para contemplar la problemática que hay en Palermo Viejo. Señalamos, entre otros temas, la saturación de usos, la contaminación por residuos, la contaminación sonora existente en Palermo Viejo, etcétera.
Agrupaciones vecinales de Núñez y Belgrano han logrado limitar el avance de los edificios de gran altura en sus barrios. ¿Tuvieron algún contacto con ellas para intentar replicar sus iniciativas?
Precisamente, el proyecto que presentamos nosotros el pasado 25 de abril viene en la misma línea del proyecto presentado por los vecinos de Núñez. Ellos han tenido éxito y lograron parar las construcciones en dicho barrio. También tuvimos vínculo con vecinos del barrio de Chacarita, con ellos participamos de algunas reuniones y nos contaron su experiencia.
Las nuevas construcciones afectan a varios barrios de Buenos Aires. Lógicamente, cada barrio tiene sus particularidades pero se evidencia una falta de respuesta general del Gobierno ante la transformación urbana.
¿Qué postura tienen frente a este tema quienes se postulan para Jefatura de Gobierno y la Legislatura porteñas? ¿Cree que este tema será abordado en la campaña?
Existen posturas sobre este tema por parte de los distintos candidatos. Si uno busca desde el lado oficialista, observa que se trata de una “transformación”. Si uno lo busca desde el lado opositor va a encontrar esta problemática como “negocios inmobiliarios”.
Nuestro proyecto de ley es acompañado por la diputada Claudia Neira, por el Observatorio del Derecho a la Ciudad y por varios especialistas en arquitectura y urbanismo.
Aún así, en Palermo Resiste intentamos mantener un carácter no partidario de esta problemática. Lo que queremos es mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas de Palermo Viejo. Obviamente, este es un tema que va a ser abordado dentro de las aristas de la campaña electoral por cualquiera de los partidos o personas que quieran candidatearse.