martes 10 de diciembre de 2024

Inteligencia Artificial, un terreno donde falta regulación

La creadora del ChatGPT pidió la involucración de voces legislativas y gubernamentales. Si bien algunos países comenzaron a idear un sistema de control de esas tecnologías, en Argentina aún queda mucho por recorrer.
Inteligencia Artificial
Chat GPT por Microsoft y Bard por Google son los nuevos chatbots con Inteligencia Artificial que revolucionan el mercado tecnológico. Créditos: BBC News.

ChatGPT es el nombre del chat impulsado por Inteligencia Artificial (IA) que revoluciona a la sociedad. Tanto es así que la página para probarlo de forma gratuita está colapsada. En este marco, la directora de tecnología de OpenAI, la empresa creadora, se expresó a favor de la regulación gubernamental de estos productos. 

En este sentido, la directiva Mira Murati afirmó a la revista Time: “Somos un grupo pequeño de personas y necesitamos muchos más aportes que vayan más allá de las tecnologías. Definitivamente reguladores, gobiernos y más”.

Estas declaraciones pusieron en foco asuntos que ya estaban en discusión: ¿Quién y cómo regula la Inteligencia Artificial Generativa? ¿Cuáles son los pros y los contras de su utilización?

El ChatGPT es un sistema de chat con Inteligencia Artificial capaz de responder a cualquier pregunta y de realizar las tareas que se le soliciten. Este es un ejemplo de modelos de IA que permiten producir cosas que no existían antes, como textos e imágenes. 

Su funcionamiento puede ayudar en múltiples ocasiones. Por ejemplo, al atender los reclamos de muchas personas en un organismo o empresa, en lugar de tener que esperar en una llamada telefónica. Pero también presentan nuevas complicaciones, como la creación de fake news o su utilización de forma incorrecta en instituciones gubernamentales, entre otras. 

Inteligencia Artificial
El ChatGPT tiene la habilidad de dar respuestas muy acertadas y completas, incluso de varios párrafos. Créditos: Vandal-Random.

¿Quién se encarga de regular su uso? En el mundo, algunos países atisban de forma lenta diferentes marcos de control. En Argentina, aún queda mucho camino por recorrer. Lo cierto es que mientras los Estados discuten cómo hacerlo, el mercado de las tecnologías se autorregula solo. 

Forma de abordaje en otras partes del mundo

La necesidad de involucrarse en el funcionamiento de la IA y cómo se aplica en dispositivos institucionales se hace evidente. Hay veces que organismos gubernamentales toman decisiones en base a información procesada por modelos de Inteligencia Artificial, pero con resultados incorrectos. 

Por ejemplo, en Estados Unidos la ONG ProPública estudió un sistema de IA que recomienda la reducción de penas o libertad condicional de personas en prisión. Un alto porcentaje de jueces estadounidenses lo consultaba. Sin embargo, el relevamiento encontró un sesgo en el origen étnico-cultural y color de piel, ya que aconsejaba de forma mucho más estricta con respecto a les afroamericanes o hispanes.

Esto se debe a que la IA proyecta respuestas a partir de datos previos. En ese sentido, se demostró que esos sistemas también intensifican las inequidades y desigualdades de género.

Para evitar esas y otras problemáticas, es necesaria la regulación legislativa de estas tecnologías. Pero no en todas partes del mundo se hace con el mismo enfoque. La Unión Europea presentó en abril de 2021 la propuesta AI Act, de reglamento para la regulación de la inteligencia artificial. Los primeros (aunque lentos) pasos ya se hacen notar con las agencias estatales, que ejercerán parte del control sobre los sistemas. 

En otra línea va China. Por una parte, desarrolló un plan para liderar la creación de Inteligencia Artificial. Pero a su vez, la regulación sobre lo que se puede o no publicar es muy dura. “Es un crimen crear o difundir rumores que ‘quiebren el orden social y económico’”, explicaron desde la organización Fundar. “Las redes sociales solo pueden compartir links a medios oficiales registrados y hay una app en la que las personas pueden reportar potenciales fake news”, agregaron.

Inteligencia Artificial
En algunas universidades y colegios se prohibió el uso del ChatGPT porque se utilizaba para realizar trabajos, incluso tesis completas. Créditos: Vandal Random.

En Canadá, a su vez, desde hace dos años, todo sistema de Inteligencia Artificial usado en el sector público debe someterse a un análisis de impacto que prevea sus riesgos.

¿Y en Argentina?

La organización Fundar investiga y diseña políticas públicas con foco en el desarrollo de una Argentina sustentable e inclusiva. Con respecto a la Inteligencia Artificial, afirmaron: “En el país todavía no estamos ni pensando en el tema, lo cual es un gran problema”. 

“Donde el Estado no regula, regula el mercado, y dejar que las plataformas lo hagan solas ya no es una opción”, expresaron.

En noviembre de 2022 se lanzó Tina, la asistente virtual del Estado nacional. El chatbot está disponible en Whatsapp, MiArgentina y Argentina.gob.ar. Brinda ayuda para trámites, ofrece información y servicios automatizados para toda la población. 

Ese parece ser el último gran avance en materia de IA del Estado argentino. También a fines del año pasado, la Subsecretaría de Tecnologías de la Información participó del Foro Global sobre Ética de la Inteligencia Artificial. Allí, “se buscó identificar las mejores prácticas regulatorias y marcos institucionales para garantizar el desarrollo ético de estas tecnologías”, así se explicó en Argentina.gob.ar.

Pero, ¿qué regulaciones existen hasta el momento? Según la organización Fundar, no las suficientes. “Argentina necesita una Ley de protección de datos y avanzar en temas de protección digital, no podemos tener una ley obsoleta e incompleta”, afirmaron en su página web.

Para ello, ofrecen algunas indicaciones. Por una parte, evitar cruzar el límite entre la regulación y la censura. También, exigir responsabilidad a las plataformas por lo que publican o, al menos, demandar la curación de contenidos.

Y, por último, “coordinar una hoja de ruta que permita incorporar regulaciones de manera escalonada a medida que haya acuerdo, para así construir sobre los primeros consensos”. El camino hacia una ley global de servicios digitales debe comenzar con pequeños pasos, porque mientras eso no suceda, será el propio mercado el que se encargue de autorregularse. 

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