En una investigación que realizaron en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), como parte del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET–UNCPBA), María Luz Endere, arqueóloga y abogada, y Mercedes Mariano, antropóloga, realizaron un análisis de la historia de los carnavales y los concibieron como “manifestaciones del patrimonio cultural intangible”.
En diálogo con Nota al Pie, María Endere explicó que los carnavales son importantes para la cultura de un país porque “constituyen una manifestación festiva tradicional, altamente popular y de larga trayectoria histórica”. Además, sostuvo que han logrado mantenerse vigente en el tiempo, siendo recreados permanentemente en función de los diferentes contextos sociales donde tienen lugar.
A su vez, estas festividades, de acuerdo a las investigadoras “reúnen prácticas y representaciones diversas. Además, generan espacios donde confluyen múltiples manifestaciones como la música, la danza, las máscaras, la indumentaria, junto con saberes, significados y sentidos que fortalecen el tejido social e identitario de diferentes sectores de una comunidad”.
La historia de los carnavales
En su investigación, Endere y Mariano indican que el origen de los carnavales no es claro, aunque se lo ha vinculado con las festividades paganas para celebrar la fertilidad agrícola y con otras celebraciones de diversas culturas. A su vez, creen que durante la Edad Media fueron incorporados por el cristianismo.
Las investigadoras sostienen que en América Latina y el Caribe se expandieron con la tradición católica como un periodo de festejos y diversión previo a la Cuaresma, con la incorporación de elementos de las culturas andinas prehispánicas y afroamericanas.
En un comunicado que realizó el CONICET, Endere explica que, con el transcurso del tiempo, los carnavales fueron ampliando su significación para constituirse en espacios con múltiples y diversas expresiones lúdicas y culturales de diversos orígenes. En la actualidad, estas celebraciones han trascendido culturas y fronteras.
Su co-autora, Mercedes Mariano sostiene que estas celebraciones son una forma de resistencia: “Desde épocas coloniales, los festejos incluían imitaciones y burlas, usualmente a las autoridades, constituyéndose en rituales de resistencia para contradecir el orden establecido. Consistían en un breve período de libertad, un paréntesis, en medio de las opresiones que caracterizaban su cotidianeidad”.
Carnavales en Argentina
En nuestro país, estas festividades fueron agregadas al calendario oficial en 1956 y luego fueron eliminadas por la dictadura cívico-militar en 1976, con la prohibición de todo tipo de manifestación pública. Esto provocó la “interrupción e invisibilización de una práctica tradicional y altamente popular”, de acuerdo a la arqueóloga.
Endere, en su charla con Nota al Pie, habló sobre la vuelta de los feriados en 2011: “Son una manera de reivindicar una fiesta popular que se mantuvo vigente a pesar de las restricciones que sufrió durante la dictadura. Es una oportunidad para desarrollar el turismo regional y crear las condiciones para que las comunidades puedan ofrecer sus festividades locales como parte de su oferta turística cultural”.
Tanto Mariano como Endere saben que la situación en Argentina es diferente a la de carnavales como en Oruro o el de Barranquilla, que fueron declarados obras maestras del patrimonio oral e intangible de la humanidad. Esto se debe principalmente a que su prohibición atentó con la vida de estos festejos.
Sin embargo, remarcan la importancia de que diversos colectivos hayan activado espacios en los últimos años para ponerlos en valor. Mariano considera que esta revalorización es una oportunidad para “promover la reivindicación de los derechos culturales de los propios grupos o comunidades involucrados”.