En años anteriores, la Escuela 139 “Congreso de Tucumán” de La Matanza se limitaba a informar sobre la contaminación sin tomar parte y accionar para motivar a cambiar conductas. El tema se tomaba como disparador para informarse: habían trabajos escritos, prácticos y alguna cartelera alusiva, pero no existía una interpelación más directa de les alumnes para la preservación de su entorno ni había una educación ambiental definida.
Emilce Seijas, directora del establecimiento, nos comenta que eso ya cambió: “Hoy, como parte de los modos de conocer, nuestros estudiantes analizan e informan acerca de los problemas ambientales. Accionan para generar cambios de actitudes que impacten en forma positiva en el ambiente que los rodea, teniendo en cuenta que somos seres sociales que interactuamos entre nosotros y con el medio”.
Pequeñas acciones, grandes resultados
Desde el nivel inicial, les niñes incorporan prácticas de concientización, ya sea a través juegos, canciones, entre otras cosas. Al llegar a primer grado, hay proyectos institucionales como Las tres R (reducir, reutilizar, reciclar).
“Se propone a los chicos protagonismo en sus propios aprendizajes, que sean capaces de observar el medio que los rodea, que sean críticos y puedan proponer y llevar a cabo pequeñas acciones para cuidar el medio ambiente”.
La docente enfatiza que la educación ambiental desde tan corta edad trae resultados más notorios en la formación de hábitos a futuro. Les niñes deben asimilar que crear menos residuos es, sin dudas, un camino hacia el cambio. Mientras que el otro camino es reutilizar.
“En nuestro colegio el reciclado forma parte del proyecto constitucional desde el primer año, para esto es importante que aprendan a separar los residuos, pero esto lo deben hacer no solo en el colegio, sino en sus casas y en la calle”, explicó la docente.
La escuela “Congreso de Tucumán” trabaja articuladamente con una cooperativa que se dedica al reciclado de desechos plásticos, papel y cartón. Los residuos a reutilizar son llevados para la creación de nuevos productos.
“En el año lectivo 2023 se propondrá la creación de una compostera, con el objetivo de usar el compost en una huerta”, informó Seijas.
La responsabilidad de les jóvenes
Las nuevas generaciones pueden acceder a la información en este tema de manera más simple, y la escuela toma esto para enfatizar en el respeto y la vida sustentable. Sin embargo, son prácticas que se deben sostener en conjunto con la familia, y otras instituciones para que haya un verdadero cambio.
En este sentido, los Estados tienen un rol preponderante, ya que pueden generar políticas específicas que controlen la contaminación del suelo, agua, y el ambiente en general.
Además, los medios de comunicación pueden dar difusión masiva de mensajes que hacen al cambio, como lo hicieron con “Apadrina un pingüino” y “Comprá pensando en el planeta”. Esto constituye formas de concientizar que ayudan a reflexionar y adoptar nuevas maneras de interactuar con el entorno.
La directora menciona que la cuenca Matanza–Riachuelo es un verdadero foco de contaminación. Más allá de esto, está lejos de ser el único en su zona. Está presente también la contaminación audiovisual y sonora que genera la cercanía a una autopista.
El trabajo articulado se suma al proyecto de cambio: “Aquí hay una cooperativa que se dedica al reciclado de residuos y, para ello, hay charlas periódicas con los representantes de la misma”, mencionó la entrevistada. “Les enseñamos a separar en primera instancia los desechos”, agregó. Es clave apartar la basura según el color del contenedor.
Vida sustentable, hacia un eco-planeta
Los derechos de cuarta generación fueron incluidos en nuestra Constitución Nacional y hoy se han convertido en un contenido a enseñar desde el inicio de la trayectoria educativa a les estudiantes como parte de la formación de ciudadanes responsables.
“Nuestros diseños curriculares plantean el tema desde la observación de la realidad, de imágenes, material multimedia y sitios especializados para elaborar una definición del término sustentable y así contextualizar su uso”, dijo la directora a Nota al Pie. Esto quiere decir que las didácticas escolares proponen analizar casos de estrategias hacia un “planeta verde”.
Una vez identificado un recurso natural, se analiza el accionar hacia el mismo. El agua dulce es el 1% del agua de la tierra, y el ahorro de la misma es vital para la vida de la humanidad hoy y en el futuro.
“En este punto, es importante tener una postura reflexiva, crítica y creativa para buscar reproducir -en caso de ser posible- modelos de generación de energías no contaminantes, ideas para preservar recursos limitados, y el simple hecho de aprender a respetar la naturaleza”.
Hay quienes proponen que la educación ambiental sea una materia específica. No obstante, otres plantean que la educación ambiental es un contenido transversal a varias áreas de enseñanza, como parte de la formación integral de alumnes responsables y comprometides con el medio que los rodea, entendiendo al espacio como producto de las interrelaciones entre el hombre y la naturaleza a través del tiempo.
Cada una de las materias, desde su campo de especificidad, pueden aportar al análisis de las diferentes situaciones que afectan al medio ambiente: sus causas, consecuencias a mediano y largo plazo, y el diseño de propuestas de cambio que pueden nuevamente ser puestas en análisis para evaluar sus impactos y proponer ajustes a las mismas.
“No creo que sea necesario que la educación ambiental sea un área curricular exclusiva al menos en la educación primaria, tal vez sí sea más pertinente esto en educación secundaria”, cerró Emilce Seijas.