29 de junio de 1986. Miles de gargantas en la Argentina y el mundo se quebraban en un grito desbordado. Jorge Burruchaga sentenciaba la historia ante Alemania Federal a los 39 minutos del segundo tiempo. La carrera del alemรกn Hans-Peter Briegel habรญa sido inรบtil. Era el 3 a 2 definitivo. Y pese a los minutos restantes, esta historia no tenรญa mรกs capรญtulos para contar.
Lo sabรญan aquellos 30 millones de habitantes y mรกs, que luego saldrรญan a las calles de todo el paรญs, exultantes e incrรฉdulos por el logro obtenido. Aquel gol dio paso a un instante mรกgico, que se congelรณ en la historia tras el pitazo final del รกrbitro brasileรฑo Arpi Filho. A los 47:13 de la segunda mitad, el reloj del colegiado dijo basta.
Argentina era Campeรณn de la Copa Mundial de Mรฉxico 1986, ahora lejos de estas tierras, pero mรกs cerca de nuestros corazones. Y es que esta consagraciรณn significรณ para el combinado albiceleste su segunda estrella en la historia, tras la victoria como local en 1978 ante Paรญses Bajos en el Estadio Monumental por 3 a 1.
Ya no existรญan dictaduras militares que pusieran un paรฑo de duda sobre el resultado final. Ni guerras absurdas, que solo generaban un dolor incorruptible y empequeรฑecรญan el campo de juego. Eran tiempos de florecimiento de la aรบn prematura Democracia, recuperada en 1983, que acogรญa este รฉxito deportivo como suyo. Y realmente, fue una victoria de y para todos.
La Selecciรณn Argentina de fรบtbol saboreรณ una vez mรกs las mieles del รฉxito, merecido tras cuatro aรฑos de arduo trabajo y preparaciรณn por parte de Carlos Salvador Bilardo. Y lejos quedaron las miradas crรญticas y los dedos acusadores, aplastados por la victoria, quizรกs el รบnico resultado viable para acallar los ecos inรบtiles de los mรกs importantes medios de comunicaciรณn y deportivos.
Nery Pumpido; Josรฉ Cuciuffo, Josรฉ Luis Brown, Oscar Ruggeri; Sergio Batista, Ricardo Giusti, Hรฉctor Enrique, Julio Olarticochea; Jorge Valdano y Jorge Burruchaga, entre otros, fueron la amalgama necesaria para llevar a cabo semejante proeza deportiva. Y Diego Armando Maradona, figura indiscutida de la cita futbolรญstica, la pieza clave para que el trofeo sea incuestionable.
Argentina supo darle rienda suelta al novedoso sistema 3-5-2 (siendo Maradona el guรญa del juego), instaurado por el โNarigรณnโ Bilardo en las antรญpodas de la competencia. Y el brillo de su capitรกn terminรณ iluminando el destino de este equipo inolvidable, batallador y dรบctil en las difรญciles.
El Estadio Azteca de la Ciudad de Mรฉxico fue testigo privilegiado de las hazaรฑas de este plantel, sobre todo del 10, y principalmente en las victorias ante Inglaterra y Bรฉlgica. En los cuartos y semifinales respectivamente, โPelusaโ dejรณ su huella para la historia al anotarse cuatro goles en su repertorio, uno mรกs bello que el otro, sobresaliendo la Mano de Dios y el Gol del Siglo (por no decir del milenio).
Y llegรณ el dรญa que quedarรก en la historia
Recordando aquellos momentos, es lรณgico manifestar que el tiempo es cruel. 13.321 dรญas han pasado desde esa รบltima jornada histรณrica. Durante este tiempo, agotadoramente interminable, miles de gargantas se enmudecieron en el pasado, atesorando aquel instante mรกgico en el Estadio Azteca. Y como si de una revancha insensible se tratase, Alemania ha pateado nuestros sueรฑos en dos oportunidades.
Las Notti Magiche en Italia 1990, con Maradona, Goycochea y el Narigรณn como testigos privilegiados, se vieron afectadas por las alimaรฑas de Edgardo Codesal y compaรฑรญa. Y el carnaval sin brillo de Brasil 2014, con Lionel Messi, Mascherano y el โProfeโ Sabella como lรญderes, tambiรฉn supo vestirse de luto ante el desempeรฑo cuestionable del colegiado Nicola Rizzoli en la final.
Sin embargo, a 36 aรฑos de aquel periplo, podemos decir, casi sin fuerzas por el momento vivido, que se acabรณ la espera. Desde el mundo รกrabe, desde Qatar, en tierras lejanas para nosotros, ese anhelo de gloria, ese pedacito de รฉxito que tanto reclamaba este paรญs, con asuntos -seguramente- mucho mรกs importantes a resolver, llegรณ con mucha fuerza, para terminar de romper nuestra estructura.
Y realmente, nos devolviรณ el alma al cuerpo. Porque cuando el รกrbitro polaco Szymon Marciniak decidiรณ que esto ya no daba para mรกs, volvimos a ver el tiempo correr. El reloj dejรณ de estar detenido. Y la verdad, no importรณ si te abrazaste con tu familia, con tus amigos, con el vecino del departamento de al lado o con quien te cruzaste en la calle, yendo a festejar al punto estratรฉgico de tu barrio o ciudad.
Las imรกgenes que llegaron desde el Lusail Stadium de Doha, con los festejos de los jugadores enceguecidos, con Lionel Messi como bandera, terminaron de dar crรฉdito a lo que estuviste viviendo en estos รบltimos minutos. Y se podrรก decir que estos 36 aรฑos de espera valieron la pena, pero que cruel es el tiempo para algunos. Porque este pueblo, castigado y abandonado a su suerte en muchas ocasiones, no se merecรญa esta angustia.
Porque ahora somos mรกs de 47 millones los que vibramos y palidecemos con el fรบtbol. Y ahora los golpes del bolsillo son mรกs duros que en aquel lejano 1986. Nos hemos arrugado en penurias y vasos vacรญos, esperando un manotazo que nos devuelva el espรญritu que hemos perdido. Y tiene mayor sentido este grito, este sollozo, este รฉxtasis del deber cumplido. Porque esta victoria vuelve a ser de todos.
Emiliano Martรญnez; Marcos Acuรฑa, Nicolรกs Otamendi, Cristian Romero, Nahuel Molina; Alexis Mac Allister, Enzo Fernรกndez, Rodrigo De Paul; รngel Di Marรญa y Juliรกn รlvarez serรกn, en esta oportunidad, los apellidos que se recordarรกn para la historia. Muchos nombres faltan mencionar, pero ya los iremos destacando con el correr de los dรญas, cuando la espuma baje un poco.
Finalmente, y para darle un cierre a estas palabras, vale la pena valorar que los goles, ya inolvidables con el pasar del minutero, deben ser eclipsados por la sonrisa, las lรกgrimas del deber cumplido y la desestructura de los capitanes de este sueรฑo, Lionel Scaloni y Lionel Messi. Porque esta construcciรณn deportiva, una vez mรกs, estuvo sumida en crรญticas, crueles y punzantes, sin fundamentos mรกs que la mirada de rechazo hacia lo nuevo,
Porque siempre habrรก โpiedrasโ en el camino, mรกs aรบn si la bรบsqueda de ese sueรฑo, nos une a todos. Pero, en definitiva, no vale la pena seguir esquivรกndolas, cuando la moneda estรก de tu lado y ni la suerte puede cambiar tu destino. Y hoy el destino le sonrรญe a la Argentina, como tantas veces le dio la espalda. Y ahora no podemos dejar de saltar, gritar y enloquecer por el deber cumplido.
Me voy despidiendo, es hora de ir a celebrar, este humilde redactor tambiรฉn quiere escaparle a la realidad y ser un hincha mรกs. A disfrutar.