Este año, el Día Internacional del Voluntario se celebra bajo el lema “Actuemos juntos ya”. Esta campaña de las Naciones Unidas destaca el poder de nuestra cualidad humana colectiva para impulsar un cambio positivo a través del voluntariado. Según cifras de la ONU, por mes hay más de 862,4 millones de voluntaries mayores de 15 años en todo el mundo.
Se calcula que un 14,3% de la población mundial realiza tareas de voluntariado, la mayoría organizada de manera informal. Por otro lado, el 6,5% de las personas en edad de trabajar en todo el mundo participan en el voluntariado formal a través de una organización o asociación. Mientras que les voluntaries formales son en su mayoría hombres, los voluntaries informales tienden a ser mujeres.
Nota al Pie dialogó con Romina Buzzi, Tomás Sócrates Fernández y Silvina Jaime, voluntaries de diferentes asociaciones, para conocer cómo contribuyen desde su aporte a que todes vivamos en un mundo más humano y habitable.
“El voluntariado produce que la suma de pequeñas acciones formen cosas gigantes”
Romina Buzzi es voluntaria en Caballos de Quilmes, una Asociación Civil encargada de rescatar a los caballos del maltrato y abandono en esa localidad. Vive en Quilmes, lugar donde nació, y siempre vio el problema de la tracción a sangre.
Su profesión no se relaciona con los animales pero aprende cada día de los caballos. “Desde que era chica mi abuela se enojaba ante las situaciones de maltrato y llamaba a la policía, pero nada sucedía porque la tracción a sangre era algo más del día a día”, señaló. Conoció a Caballos de Quilmes por las redes y empezó a compartir las publicaciones, se sumaba a las marchas para visibilizar esta cruel realidad.
“Un día Kari y Beti, fundadoras de la ONG, me invitaron a conocer el campo donde estaban los caballos que se iban recuperando del maltrato. Cuando llegué al lugar, conocí las instalaciones y vi el paraíso. ¡No podía creerlo! Y desde ese día, soy voluntaria activa”, agregó. Lo único que sabía de caballos era que necesitaban ayuda con suma urgencia. Comenzó realizando tareas de limpieza, preparándoles la comida, pintando instalaciones.
“Al poco tiempo empecé a anotarme en las guardias para hacer turnos y cuidar de los caballos. Con las indicaciones de los veterinarios, aprendí a medicarlos, a tomar parámetros básicos, algo que jamás en la vida pensé que podía hacer”, mencionó. Es que el voluntariado no se trata solo de ayudar, sino de superarse a uno mismo. También realiza denuncias en comisarías y participa de allanamientos y secuestros de caballos en la vía pública.
“Caballos de Quilmes te enseña que las batallas son durísimas, pero jamás hay que bajar los brazos. Todo lo que se hace es por y para los caballos. No hay que abandonar la lucha, todos los días se tiene que avanzar un paso porque los animales lo necesitan”, afirmó. Si bien se siente chiquita con lo que hace, aprendió que la suma de esas pequeñas acciones logra cosas gigantes.
“Lo que más me llevo como voluntario es gratitud y sonrisa”
Tomás Sócrates Fernández es voluntario en la ONG Un Árbol. “Un sabio amigo, miembro de Un Árbol, me dijo un día: pensé mucho, y no veo algo malo realmente en dedicarme a plantar árboles nativos. Fue bastante claro para mí ese mensaje”, explicó. Empezó a acercarse a las actividades con envión, llamado por sincronías y coincidencias, gente amiga y estar en contacto con la naturaleza.
“Empecé a sumarme en voluntariados de viverismo, luego plantaciones colectivas y agarre ritmo”, indicó. Como voluntario realiza múltiples actividades, como la fotografía y generación de videos hasta ser guía y acompañante en plantaciones. También se encarga de cualquier imprevisto organizativo y de hacer que los eventos de plantaciones sucedan. “¡Ojalá en el futuro haga más actividades!”, anunció entusiasmado.
“Mi profesión se relaciona con fortuna con el voluntariado. Me dedico a crear y/ o materializar ideas con madera principalmente”, afirmó.
Entre sus pasiones se destacan la arquitectura, interiorismo, diseño y mobiliario. “Siempre en mis proyectos pienso en la sostenibilidad de lo que se desarrolle. Tanto en materialidad ya que uso madera, como en pensar y concretar la idea y pensar en la sostenibilidad de mis acciones y ser consecuente creo que me relaciona”, agregó.
Lo que más se lleva como voluntario es gratitud y sonrisa, también un lindo recuerdo, “un suspiro de alegría de ocuparme de hacer las cosas un poco mejor sobre como vivimos”. Por otro lado, lo que siente que puede aportar es su persona, su mirada, su experiencia y sus particularidades.
“Cuando la vocación se une con la profesión, se transforma en misión”
Silvina Jaime es voluntaria en la Fundación Donde Quiero Estar, que acompaña a pacientes oncológicos. “Frente a un diagnóstico de cáncer, el paciente y su familia atraviesan muchos momentos difíciles. Poder ser parte de un equipo multidisciplinario que brinda un acompañamiento lo más humanamente posible buscando calidad de vida y bienestar para el paciente y su familia es lo que me motiva y me inspira trabajar en la fundación, es literalmente donde quiero estar”, comenzó explicando Jaime.
Es psicooncóloga infantil y en la fundación se dedica a realizar acompañamiento individual y grupal a pacientes oncológicos. “Una vez escuché al Dr. Matias Najún decir: ‘Cuando la vocación se une con la profesión se transforma en misión’. Así lo siento, ser voluntario es mi manera de estar en el mundo, es un trabajo que me llena de amor”, señaló.
Para ella, les pacientes son grandes maestros, que le enseñan constantemente a resignificar tanto en su vida personal como en su rol profesional.