Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres Afrodescendientes; una fecha que busca reivindicar los derechos y la dignidad del colectivo. Aún en el siglo XXI, persiste múltiples formas de discriminación contra las niñas y mujeres.
En ese marco, Nota al Pie dialogó con Anahí Paula Pinedo (@diganmeanahi), artista afroargentina y militante antiracista. Anahí se expresó acerca del mito de la Argentina blanca, de los efectos del racismo en nuestra sociedad y de cómo fue el proceso de resignificación de su propia identidad.
¿Por qué se suele creer que Argentina es “blanca”?
En primer lugar, porque constantemente se está negando que dentro del territorio haya personas que tengan una tonalidad más oscura. Incluso, muchas veces, personas de países exterajero también creen que Argentina es blanca; pero esto no es nuevo. El origen de este mito puede remontarse al nacimiento de la nación: se planeó que fuera similar a Europa, a países europeos. De esta manera, existió lo que se denominó «proceso de blanqueamiento», o sea, distintas políticas sociales, educativas, culturales, en todos los ámbitos que sirvieron para blanquear la población.
¿Nos podrías dar un ejemplo?
Un ejemplo concreto fue el blanqueamiento que hicieron en los registros. Antes en el documento nacional de identidad, como no había fotos, se agregaba una descripción de las personas. En esa descripción se empezó a utilizar la palabra “trigueño” (del color del trigo) para personas que quizás tenían una tonalidad más oscura y lo que hizo eso fue eliminar de los registros a la población negra. De esta manera, se sostenía la creencia de que argentina era blanca y que los negros habían desaparecidos. Así, los negros siempre estamos en la marginalidad.
Es decir, se diseñaron políticas de “blanqueamiento” a la vez que se construyó el mito de una Argentina “blanca”, sin afrodescendientes.
Claro. Este tipo de políticas también sirvieron para generar esta idea a nivel social-cultural. O sea, que la gente misma piense, incluso se niegue como una persona negra o racializada en general. Hago una aclaración: racializadas son todas las personas. Hay un proceso que es de racialización que es similar a la asignación del género al nacer; pasa lo mismo con la raza pero yo me refiero a las personas racionalizadas que sí sufren las consecuencias negativas y que no se benefician de esta división.
¿Cómo afecta a las personas el racismo?
Lo que hace el racismo es explotar a la gente racializada y beneficiar a la gente blanca. No es que existe porque sí, sino que la gente blanca realmente se beneficia de eso. Si entras a una oficina la mayoría de la gente es blanca, si ves a la gente que está en el gobierno, es blanca; y así. Los lugares donde se maneja cada vez más poder, las personas son blancas. Cuando vos tenes un título también tenes las trabas, porque siempre sabemos que van a preferir a una persona blanca antes que a vos. Por eso nos tenemos que esforzar el doble o el triple y sumando las complicaciones estructurales que tenemos que afrontar. No es que tengamos las mismas condiciones.
¿Cuándo te diste cuenta que eras una mujer negra?
Yo siempre supe que era distinta al resto. Siempre supe que me daban un trato distinto, no de una buena manera. De muy chiquita me di cuenta que me trataban distinta por ser negra, por mi color de piel, por mis rasgos, por el pelo; que siempre hubo algo distinto. Al mismo tiempo, yo no podía identificarme como negra porque se dice que en Argentina no hay negros, entonces era una situación bastante extraña. Sin embargo, dentro de la escuela, o en la calle, me decían cosas como «negra de mierda». O se escucha mucho en todos lados, todo el tiempo, negro de mierda o «estos negros x cosa», «negros planeros, «negros vagos», etcétera.
¿Cómo fue el momento en que asumiste tu identidad política?
Cuando estaba en secundaria. Yo estaba harta del bullying, que era básicamente racismo, encontré un video que era el poema de Victoria Santa Cruz que era una mujer afroperuana, llamado “Me gritaron negra”. Yo tenía 16 o 17 años y me pegó en el fondo del corazón. “Claro es esto y siempre fue esto”, sentí que fue la primera vez que alguien puso en palabras lo que era ser negra. Era un montón y desde ese momento asumí mi identidad como negra. Dije: “Bueno, yo soy esto y no está mal”. De alguna forma super inocente empecé a militarlo en mi vida cotidiana.
¿Cómo fueron tus primeros pasos de militancia/apropiación de esa identidad?
Una de las primeras cosas que hice fue, como ejercicio, deshacerme de mi nombre y exigir que me llamaran negra, como para naturalizar que lo era. Y que vieran que no pasaba nada malo. Ahí, con eso, empecé a buscar información básica, en un principio saber quiénes eran las Panteras Negras, pero de acá en la Argentina parecía no haber nada. No es fácil acceder a la información porque está tan negado que ni siquiera sé si vas a buscar; en mi caso, yo había asumido que no había. Asumí un poco que no había racismo acá, más allá de que lo sufriera, no sabía cómo llamarlo porque no sabía si era eso. Nunca estuve segura, por el nivel de negación que había. Esto cambió cuando conocí a unas chicas en una concentración en Congreso por el aborto legal. Ellas me dijeron “vos tenés que militar, marchar con nosotros” y me invitaron para el Ni Una Menos de ese año. Ahí ahí me enteré que existía el antirracismo y fue un alivio, descubrí un mundo nuevo. Fue mucha incertidumbre hasta ese momento.
¿Cómo es tu militancia y qué relación tenés con el arte?
Dentro de lo que puedo, mi militancia es comunicar de manera simple, para que entienda cualquier persona; dibujando que es algo que siempre hice y siempre me gustó. A mí me parece que es muy fuerte el poder que tiene el arte porque puede hacer al mensaje más atractivo, más ameno, depende cómo lo expreses con un dibujo o un texto. Me parece super importante. Mi idea es agarrar y dejar mensajes en la calle también porque soy consciente que no todo el mundo puede acceder a la información que hay en Internet, entonces dejar críticas en la calle con stickers, pegatinas.
¿Qué recomendación le harías a una persona que vive estas violencias y que no sabe cómo hacer?
A mí me pueden hablar. Creo que siempre es mejor hablar con una persona que vos sepas que es como tu hermane, que une esta cuestión. Por ejemplo, yo para una marcha quería hablar de estas cosas y le escribí a Luanda, un artista afroargentine. Se trata de intentar contactar con gente que no necesariamente tiene que ser racializada, porque esto no significa que vaya a tener idea de antirracismo o que le vaya a interesar el tema, sino como que hable con gente que vaya a aceptar esa problemática. Hermanarnos entre negres es fundamental.