La última obra del experimentado dramaturgo Francisco Ortiz presenta a un trío de amigos en busca de nuevas experiencias y una madre tradicional. Bajo el título Sex toy, esta comedia dramática plantea dos realidades. Por un lado, el presente de muches jóvenes gays que aún median con el ojo crítico de sus padres.
Y por el otro, aquelles que se consideran heterosexuales pero igual se dan un permitido alguna vez con otro de su propio género. Las funciones se realizan los domingos a las 18 h. en el teatro El Método Kairos, ubicado en El Salvador 4530, CABA.
Introducción a la temática y sinopsis
Sex Toy es una moderna propuesta teatral dirigida con dinamismo por Patricio Azor. La cual tiene como premisa, en un principio, la visibilización de esta realidad de muches jóvenes.
Pese a cierta evolución de la sociedad actual con una marcada concientización y apertura presentes, aún sobrevive esa problemática por la orientación sexual, la identidad y la expresión de género de las personas.
Y a veces esto comienza por casa, cuando en el propio hogar, son los padres los que tienen un problema con la identidad de sus hijos. Entonces es cuando su libertad se ve comprometida por el peso de las tradiciones familiares. Y por otro lado, se impone esa libertad para la sexualidad sin barreras dentro de un grupo de amigos.
La pieza comienza cuando dos amigos van a ayudar a otro en su mudanza, y terminan tentados a experimentar el homoerotismo entre ellos. Todo ello luego de un sufrido y crónico camino de fracaso con las chicas.
Pero el destino todo lo puede y surge otra visita imprevista: la llegada de la madre del dueño de casa, con una mirada y postura no muy open mind. Y que condimentara aún más la velada con cuestionamientos y presiones hacia les jóvenes.
Una puesta simple pero contundente
La obra es una ágil e interesante comedia de variadas emociones. Que cumple su meta de entretener y distender a la platea en una tarde de domingo. Resulta muy divertida, y en tan solo 50 minutos brinda un claro mensaje para reflexionar de yapa: romper los tabúes de la sociedad.
Y de esa manera, de seguro, interpela con temas actuales humanos que atravesaran a más de uno. Su trama es muy actual y de comicidad costumbrista, lo que suma a que sea muy fácil identificarse.
Cuenta con una escenografía funcional, ya que son cosas dispersas por el escenario alrededor de un diván central. Esto permite ubicar a la platea en una clásica situación de mudanza.
Las actuaciones están enmarcadas por una constante buena iluminación de Lucas Orchessi, sumada a la producción musical de Sergio Gómez. Lo que hace que todo se conforme en una totalidad uniforme y el clima adecuado para la acción.
Una química visible del equipo actoral
Este espectáculo, que se encuentra bajo la producción de Emilio Zinerón, goza de actuaciones acertadas, en equilibrio entre la seriedad y el humor. Estos contrapuntos hacen que esté a la altura para tratar las temáticas expuestas y la forma de encararlas.
Desde temas sensibles como el aborto, el aceptarse uno mismo, salir del closet y la autoestima. Hasta la inclusión del cupo laboral trans y todo lo relacionado con el colectivo LGBTIQ+.
Francisco Ortiz, quien escribió la obra también la juega de actor en la propuesta. Y la tiene clara sobre las tablas, con la cuota justa de emociones. Acompañado muy bien por Sebastian Dartayete y Federico Donofrio, quienes se lucen en personificaciones por demás bien logradas.
Y un papel controversial que llega a sacudir la rebeldía juvenil cae en manos de la locuaz actriz Silvia Kalfaian. Su actuación suma mucha emoción, y al mismo tiempo resulta desopilante, como esta madre conservadora.
En resumen, un pieza moderna con buenas actuaciones, ya que los cuatro actores están muy aceitados en sus personajes. Una propuesta teatral de rápida empatía al trasladar a escena situaciones de la vida real. Que no solo produce risas durante casi una hora, sino que también guarda una gran reflexión para el final.
Dejando para después, tarea para el hogar o la merienda dominguera a la salida del teatro. Ya que los temas abordados escapan de la superficialidad, sino que profundizan en cuestiones que aún en este nuevo siglo siguen cortando libertades.