El domingo 22 de mayo regresó a escena la comedia dramática Lo no dicho. Es una creación de Gimena Racconto Giunta y Leopoldo Minotti. La obra continúa su temporada actual en nueva casa y con un nuevo día. Las funciones son los domingos a las 17h, en la sala La Mueca, ubicada en José A. Cabrera 4255, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El espectáculo invita al espectador a espiar la vida de Samantha, una joven con retraso madurativo, y su especial familia. Posee un texto contemporáneo donde confluyen una abanico de emociones con inesperados giros en su trama. Las actuaciones no sólo mantienen la atención del espectador, sino también permiten concientizar sobre la discapacidad, y la vinculación entre un individuo y su entorno de manera natural.
La pieza inicia en el living de una casa tradicional de una familia de clase media, donde una chica con una leve discapacidad intelectual está vivaz y a puro preparativos para festejar el cumpleaños de su mamá. Lo que pronto se deja ver, es que su madre ha fallecido hace un año.
Protegida por su familia que le sigue el juego, todo se convertirá en momentos inesperados, desopilantes y muy tiernos con la llegada de su novio. Quien es invitado al festejo, y se entera de la situación de la madre. Además, es su primera vez en la casa y en conocer a la familia. Con un moderno texto, rico en drama y humor ingenuo, poco a poco se desarrollan los personajes. Dado el sentimiento de proximidad, es imposible escapar a la empatía.
Una dinámica singular en la obra
Si hay algo que destacar en la obra es la naturalidad de las interpretaciones. Les espectadores desde un principio sentirán que espían a una familia real. Más allá de los estereotipos, cada une es un posible integrante de cualquier familia porteña.
Racconto Giunta se las ha ingeniado muy bien para jugar con la dinámica en el escenario. Saca lo mejor de cada une del elenco, al jugar con escenas de distintas velocidades y cambios rotundos de atmósfera. Por momentos cada personaje entra en una especie de trance y se manejan en cámara lenta. Así, dejarán a flote sus verdaderos sentimientos, lo que genera suma tensión, entre reproches y secretos del pasado. Más claves para que el público hilvane parte de la historia.
Un equipo funcional y emocional
El heterogéneo elenco se maneja como pez en al agua en esta pieza que juega una pulseada entre el drama y la comedia. Al final, la primera gana el juego. La trama se desarrolla con las destacables interpretaciones de Silvia Villazur. Ella protagoniza a la tía solterona que trata de mantener el orden en esta peculiar familia. Total protectora de su sobrina, será compinche de cada momento de locura.
Por otro lado, Angie Pagani ocupa el papel principal y, con mucho respeto, rescata la inocencia de esta chica con discapacidad. Crea un personaje tierno, lleno de sentimientos que emociona a la platea. El rol de su padre, está muy bien logrado por Juan Trzenko, quien suma momentos de tensión y dramatismo. Y es imposible no destacar a Luciano Rojas, quien representa al flamante novio paraguayo de Samantha. Un personaje que no solo transforma la historia sino que cambia totalmente el ambiente.
La historia se desarrolla entre alocados diálogos y hasta baile, que despierta risotadas por mayor en les visitantes. Completan el elenco Emiliano Marino, como Jerónimo, el hermano rebelde de la familia. Y Mirtha Oliveri como la tía Alexia, de perfil superficial pero muy emocional cuando baja la guardia.
La puesta es sencilla pero muy bien armada: un típico living de clase media del conurbano bonaerense, decorado estilo años 70. Es un resultado del dúo creativo de María Oswald y Fernando Arsenian. El dúo suma realismo a la trama y funcionalidad en el desplazamiento de les seis actores. Mientras avanza la obra, el público se dará cuenta que esa pieza costumbrista mutará a la vida misma en escena. Los climas viran hacia lo inesperado, entre momentos recargados de discordancias, roces, engaños, verdades, recelos y amor fraternal.