Alicia Moreau de Justo nació en 1885 en Londres, Inglaterra. Fue la segunda mujer médica del país y se especializó en enfermedades femeninas. Además se desempeñó como profesora, periodista y política. Militó en el socialismo y desde el feminismo luchó por la emancipación de las mujeres.
Llegó a nuestro país con 6 años de edad, con la primera oleada inmigratoria de Europa hacia Argentina. Su familia se instaló en Buenos Aires y puso una librería. A partir de allí comenzaron a establecer vínculos con militantes socialistas. Desde pequeña, Alicia acompañó a su padre a las reuniones del partido.
La revolucionaria
Fue alumna en el Colegio Normal N°1, donde cuestionó a varios de sus docentes. Por ejemplo, con su profesor de cívica y moral, Hipólito Yrigoyen, mantuvo contrapuntos. Alicia no compartía los valores de la época en relación a los derechos del individuo, el papel de la mujer en el matrimonio y la maternidad.
Años más tarde, en 1907 ingresó a la Facultad de Medicina, donde se graduó con diploma de honor. Estuvo entre las primeras mujeres en recibirse dentro de dicha profesión y luego se especializó en enfermedades femeninas. Atendió en un consultorio gratuito, principalmente a prostitutas y obreros. También enseñó en la Universidad Nacional de La Plata.
En 1922 se casó con Juan Bautista Justo, fundador del Partido Socialista Argentino. Además de político, fue un médico que, gracias a su viaje por Europa, introdujo los procedimientos de asepsia y antiasepsia en las cirugías argentinas. Juntos tuvieron tres hijes.
Pionera feminista
Hacia el año 1906, fue invitada a presentarse ante el Congreso Internacional del Libre Pensador, donde presentó una ponencia titulada ‘’Educación y Revolución’’. El trabajo, que tuvo gran aceptación por parte del público, analizaba las reformas educativas ocurridas durante la Revolución Francesa.
“Desaparecerán las desigualdades sociales que hacen que la inmensa mayoría de la gente tenga ante todo el derecho de sufrir al lado de los que tienen el de gozar de la vida en toda su belleza”, afirmó en la ponencia.
Al mismo tiempo Alicia colaboraba como periodista en la Revista Socialista Internacional. En 1918 fundó la Unión Feminista Nacional y, más tarde, creó el Comité Femenino de Higiene Social para combatir la prostitución. A su vez, desde 1921 militó en el Partido Socialista. Allí, llegó a integrar el Consejo Directivo del partido e impulsó la formación de agrupaciones femeninas.
«Siempre creí que este país merecía ser distinto. Que un día íbamos a unirnos todos y el destino cambiaría», expresó en una entrevista años antes de su muerte.
Alicia y el voto femenino
En 1932 preparó un proyecto sobre el voto femenino. Este fue aprobado en la Cámara de Diputados y rechazado en el Senado. En este sentido, Alicia entendía que era una necesidad democrática para garantizar mayor compromiso político por parte de la ciudadanía.
Si bien el voto femenino se sancionó en Argentina en 1947, durante la década del 30 se presentaron varios proyectos que nunca obtuvieron mayoría. El 11 de noviembre de 1951 las mujeres pudieron ejercer por primera vez a nivel nacional su derecho al voto y a ser elegidas representantes.
Esa fue la victoria de una lucha que materializó el gobierno peronista con Eva Perón. Sin embargo, el movimiento de mujeres y, especialmente, sufragistas como Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson y Alicia Moreau, habían iniciado el reclamo. Su lucha comenzó luego de la sanción de la Ley Sáenz Peña, la cual establecía el voto secreto y obligatorio para hombres mayores de 18 años.
El legado de Alicia Moreau de Justo
Muchas de las problemáticas por las cuales Moreau dejó el aliento, aún siguen vigentes. Entre otras cosas, militó por la regulación del trabajo infantil y de mujeres. También por la creación de jardines maternales, cuestionó el matrimonio en su temprana juventud y participó en la fundación de la Asociación Internacional de Mujeres Médicas. Asimismo, se manifestó en contra de la trata de personas.
Durante la última dictadura militar apoyó a las Madres de Plaza de Mayo. Con 90 años, fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). A su vez, en 1980 se encargó de recibir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en una visita que cambió la imagen respecto a la dictadura.
En 1985 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Además, cuando cumplió 99 años, Madres de Plaza de Mayo le hicieron entrega de un pañuelo blanco, como símbolo de agradecimiento por su dedicación a la causa.