Como parte de la sección Rescates de la edición en curso del Festival de Cine BAFICI, habrá una proyección especial de «Happy Together» (1997), la historia de amor queer que el director Wong Kar-wai filmó casi en su totalidad en Argentina. En el 25° aniversario de su estreno, el festival programó una función especial con una copia restaurada por la plataforma Mubi, la misma se llevará a cabo este miércoles en el Cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires.
25 años
Pasaron casi 25 años desde que la película que detalla la relación patológica entre dos hombres homosexuales se estrenara en el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1997. Ese año, Wong Kar-Wai, su realizador, recibió el premio al Mejor Director y con el premio, la fama internacional.
En inicio llamada «The Buenos Aires Affair» – como la novela de Manuel Puig –, la cinta, que tiene el Bar Sur de San Telmo, el puente de Avellaneda y una pensión del barrio La Boca entre otras locaciones nacionales emblemáticas, está llena de reflexiones metafóricas sobre la desesperanza en el romance que se entretejen con la nostalgia del tango.
Su debut en Cannes se dio seis semanas antes de que la Mancomunidad Británica entregara formalmente Hong Kong a la República Popular China, poniendo fin a su dominio colonial. La amenaza inminente de este reposicionamiento geopolítico, el marco de ‘un país, dos sistemas’ destinado a dar a Hong Kong un ‘alto grado de autonomía’ de Beijing, fue una preocupación central del director y aparece a lo largo de su obra.
Las películas que hizo antes de «Happy Together», estaban habitadas por personajes jóvenes y enamorados zumbando en una Hong Kong de neón, transformando la ciudad-isla, en un lugar de tristeza eterna.
En «Happy Together», sin embargo, Wong evita representar a Hong Kong por completo. «No pude hacer una película en Hong Kong en 1997», cuenta en el documental «Buenos Aires Zero Degree» (1999, Kwan Pun-Leung y Amos Lee), «así que [hice] una película evitando Hong Kong». Pero esta producción es en sí misma cualquier cosa menos evasiva.
Te amo, te odio, dame más
Buenos Aires, mediados de abril de 1995. Una densa telaraña de humo cuelga en la sórdida habitación infectada de pulgas en la que Lai ( Tony Leung ) y Ho ( Leslie Cheung ) están teniedo sexo, más como descarga de frustración que como acto que sella una nueva reconciliación.
Wong Kar-Wai se enfoca en la cíclica relación de una pareja de extranjeros que viven juntos en Buenos Aires. Sin embargo, luego de un viaje frustrado para ver las Cataratas del Iguazú, se separan. Lai se convierte en portero en un club de tango, que le paga lo suficiente para mantener una pieza claustrofóbica en un pensión en ruinas. Mientras, Ho se entrega a la prostitución. Sin embargo, después de idas y vueltas, Lai decide «empezar de nuevo».
Al recrear esta realidad turbulenta y claustrofóbica, «Happy Together» encarna el ambiente hostil que la pareja intermitente ha engendrado sin saberlo. Primero vemos su codependencia al final de su último ciclo de reconciliaciones y rupturas. Recién llegados a Argentina con la esperanza de recuperar la chispa de su relación, se encuentran en cambio con un telón de fondo nuevo para sus peleas habituales.
Una vez más se separan antes de que puedan llegar a las Cataratas, destino que sirve como una representación esquiva de la felicidad que Lai busca redescubrir cuando se reconcilia con Ho.
Compenetrándonos con los personajes
Cuanto más observamos a estos personajes íntimamente conectados peleando en su lúgubre habitación, más sospechamos que este añorado período de felicidad en la relación existe solo en sus mentes, ya sea como un recuerdo poco confiable del pasado o como un sueño desesperado de lo que nunca será.
Wong, quien a través de su cinematografía con ritmos visuales fracturados, en otras películas de su filmografía sugiere la emoción juvenil y romántica del momento filtrada a través de la memoria; al aplicar su estilo fílmico impulsivo a escenas tan tristes, obtiene un resultado devastador, ya que enfatiza la destructiva miopía emocional de los protagonistas.
Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir
La relación de los personajes se ha convertido en una adicción nociva. Se ve a la pareja involucrada en peleas físicas con más frecuencia que teniendo relaciones sexuales, pero incluso su relación sexual se presenta como una forma violenta y frenética de liberación.
Incapaces de pagar el viaje de regreso a casa desde Argentina, están atrapados tanto geográfica como psicológicamente en un solo lugar, y no tienen a dónde dirigir su frustración reprimida excepto el uno contra el otro. Parte de lo que hace que el ciclo continuo de implosiones de esta pareja sea tan angustioso de presenciar es la impresión continua de que sigue habiendo un nivel profundo de entendimiento entre ellos.
En un tercer acto conmovedor pero optimista, «Happy Together» se revela como una historia de renovación y reparación. Sin embargo, es algo que sólo experimenta el individuo que aprende a dejar ir lo que está quebrado, a pesar de todo lo que ha invertido de sí mismo para arreglarlo.
En el trabajo más agrio e intransigente de Wong Kar-wai, la relación es un naufragio insalvable para el cual la única respuesta racional es retroceder y dejar que se destruya.
Las historias queer en la década del ‘90
Durante la década del 90, las pocas películas que tenían personajes queer producidas en Hong Kong y Asia, minimizaban sus roles. Wong quería hacer una película sobre dos hombres y su amor turbulento mientras se pierden en un país extranjero, alejándose de los tropos o mensajes políticos acerca de «salir del armario». Sin embargo, crear un largometraje sobre dos hombres homosexuales de Hong Kong ya era político en sí mismo en ese momento de la historia.
El cineasta explora la relación con tal intensidad emocional que sofoca. Es un romance abrasador que describe su alienación no porque sean homosexuales, sino porque al mismo tiempo están exiliados de su lugar de origen y de ellos mismos. “En una tierra a cero grados, sin este u oeste, que no tenía día ni noche, en la que no hace ni frío ni calor, aprendí qué es la sensación de exilio”.
La sexualidad de los personajes principales nunca se cuestiona. Incluso el rechazo social a las personas queer tiene una presencia limitada solo al padre fuera de la pantalla de Lai. Como una historia de amor puro queer, el director elige contar a la familia no como una entidad presente, sino como un valor abstracto, al que los protagonistas volverán después de la experiencia vivida en Buenas Aires.
Es importante resaltar el hecho de que Lai de alguna manera se siente ‘en deuda’ con la autoridad familiar y espera que el padre pueda perdonar su ‘desobediencia’, representando un tema común en la comunidad gay de principios de los 90 que aún no había roto lazos con el sistema patriarcal.