“Aguas que sanan, aguas que curan”, dijeron dos turistas que prefirieron mantener sus nombres en el anonimato. Desde Bahía Blanca fueron hasta la laguna para recibir baños y ponerle alivio al problema de la psoriasis nerviosa. “Venimos en verano. Me lo recomendó mi médico y obtuve gran mejoría. Además, este sitio es maravilloso. No solo huele a curación: huele a historia”, manifestó uno de los turistas.
La historia se remonta a la Conquista del Desierto en 1890, época en que los indios mapuches sumergían la parte afectada en el agua y la sal existente cuando tenían heridas o lastimaduras en la piel. Esto ayudaba a cicatrizar las heridas. Desde ese entonces, el «boom» de la medicina termal gozó de cierto auge.
Epecuén se encuentra en el partido Adolfo Alsina (Provincia de Buenos Aires), a seis horas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Forma parte de la localidad de Carhué (a 8 Km de Epecuén) y es conocida por el desborde del diez de noviembre de 1985, el cual inundó a la localidad de Villa Epecuén.
Un hospital de la naturaleza
Nota al Pie diálogo con el Dr. Enzo Gasparri. Gasparri nació en la localidad de Bolívar, pero reside en Carhué desde 1984. Es médico termalista y autor del libro Termas de Carhué.
Comentó que, desde muy pequeño, iba con sus abuelas a la laguna y saboreó los beneficios de los baños. Al respecto, afirmó: “Estas aguas son hipermarinas. Tienen diez veces más concentración de sal que el agua de mar. 350 gramos por litro de sal, que sería cercano a los que posee el Mar Muerto en Israel”. Agregó que esto ocasionó el fenómeno de flotación del cuerpo humano, que acelera el proceso de recuperación: “El cuerpo pesa menos del 10% de lo que pesa fuera del agua, facilitando movimientos posicionales, ejercicios, movilización. Y es aconsejable para personas con prótesis de cadera, rodilla, hernia de disco».
El baño termal es una forma de piroterapia (terapia física con calor), por lo que Gasparri sostuvo que clínicamente se ve mejoría en manos o pies fríos, sobre todo en la época otoño-invierno. Las aguas cloro sulfatadas son aptas para problemas con más de 200 enfermedades: artritis menor grado; osteo artritis; dolores de cintura; lumbociatalgia; corrimiento de vértebras; discopatías o hernias de disco; fibromialgia; estrés; nerviosismo; entre otras.
Un rincón saludable
El especialista expresó que el termalismo se lo utiliza también como un ambiente recreativo o lúdico porque es un lugar para descansar. “Son aguas muy pesadas que provocan intensa mío-relajación, modifican la propiedad viscoelástica del colágeno, es una proteína que forma parte del sostén o estructura de nuestro cuerpo humano y el calor hace que las articulaciones se muevan en forma libre y menos dolorosa”.
Agregó que las personas que concurren a los baños termales, duermen sin somníferos y tienen un descanso reparador.
Otro de los complementos en el turismo de salud es la aplicación del barro que se encuentra en el fondo de la laguna, la gente se embadurna en todo el cuerpo, deja secar por unos minutos hasta que quede una capa seca como si fuese cemento, posteriormente, se enjuaga con la misma agua de la laguna. Se lo conoce también como fango, se usa a nivel cosmético, en mascarillas, compresas y todo tipo de tratamientos para la piel.
¿Cómo se deben realizar los baños?
Respecto a la técnica hidroterapéutica, Gasparri dijo que pueden ser de dos maneras, directamente en el lago en época de verano y complementarlo con piscina termal (están en los hoteles) donde se puede aplicar hidromasajes en zonas afectadas, “las aplicaciones no debe exceder de 25 minutos porque tiene tendencia por el calor de la terma a sufrir hipotensión, las embarazadas, a partir del segundo trimestre del embarazo no deben recibir baños porque el calor termal pueden ocasionar contracciones uterinas y tener amenaza de parto prematuro”.
En cuanto a las contraindicaciones no deben hacer este tratamiento personas con artritis y artrosis aguda, inestabilidad cardíaca respiratoria, insuficiencia renal avanzada, hipertensos no controlados, enfermedad pulmonar obstructiva crónica. “Es requisito fundamental tomar la presión arterial antes y después del baño porque no todos los organismos son iguales”.
Aguas con historia
Nota Al Pie también dialogó con el Lcdo. Gastón Partarrieu, director del Museo Adolfo Alsina de Carhué. Es autor de los libros: Historias de sus años Dorados y Lo que el agua se llevó, en los que aborda los comienzos de cómo se conoció al lago
“Algunas crónicas de testimonios transmitidos de generación en generación dieron a conocer que habitantes originarios de esta región en 1886, antes de la fundación de Carhué, usaban el agua para cicatrizar heridas”, expresó.
La laguna posee un alto nivel de salinidad acorde con el comportamiento de ciclos climáticos: a veces tiene más o menos cantidad de agua.
El historiador comentó que, en 1886 durante la Campaña del Desierto por parte del Estado argentino, a través del ejército se hicieron análisis del agua y se descubrió que su componente era sulfato de sodio, una sal no comestible.
“En ese año, la única posibilidad era llevarla con un carro al ferrocarril más cercano. Encarecía mucho y quedó un proyecto inconcluso”, afirmó Partarrieu.
Después de unos años, el estado bonaerense provincial hizo estudios y determinó que el agua con mucha salinidad podía explotarse comercialmente, médicamente o en turismo termal.
Un destino para curarse
Partarrieu afirmó que al inició la laguna era visitada solo por gente enferma e iban a hoteles que se encontraban en Carhué, localidad cercana de Epecuén. “La gente venía con muchos problemas de salud y se quedaban quince días o más para ver los resultados”.
A partir de 1910 hasta 1930, se incrementaron los primeros hoteles “cuando comenzó a crecer Epecuén», explicó el licenciado. Y agregó: «Porque la gente que venía a Carhué tenía que ser trasladada en carro de la época. En autos a la laguna estaba a 8 km del pueblo, y después no había servicio para que pudieran cambiarse y ducharse”.
También comentó que alguien tuvo la idea de fundar un balneario y así el sitio tuvo vestuarios, duchas para sacarse la sal después del baño y otres comodidades sobre todo porque en esa época las mujeres se bañaban vestidas.
“La explosión turística de Epecuén comenzó desde los años 20. Hasta los 70 era un destino curativo, venían en silla de ruedas y se iban caminando. Todos los hoteles empezaron a tener piscinas termales con agua de la laguna pero todo fue cambiando”.
Esa trasmutación se debió a que el diez de noviembre de 1985, Villa Epecuén fue inundada y perdió todo lo que había construido: casas, hoteles, iglesias y restaurantes. La gente debió empezar de cero. “A pesar de eso, algunos turistas vienen solo a ver las ruinas de lo que quedó Epecuén, y otros a darse baños de estas aguas milagrosas, porque sentir el agua hipermarina no es común y es única en Argentina», aseguró Partarrieu.