Entre 2003 y 2006 se publicó semanalmente uno de los mangas más reconocidos a nivel mundial. Death Note, al igual que algunos de los mangas que ya analizamos en Nota al Pie, se editó como un shönen (publicación para jóvenes). Sin embargo, pronto se convirtió en mucho más que un manga o animé. El trágico duelo de inteligencias que presenta la obra está a la altura de los mismos Holmes y Moriarty de Conan Doyle.
Con la historia de Tsugumi Ohba, ilustrada por Takeshi Obata, Death Note ha logrado traspasar las barreras de su demografía. Pese a estar apuntado a jóvenes adolescentes, la temática explora conceptos en profundidad. Esto lo convierte en un seinen.
La palabra “seinen” en japonés significa “juventud”. Sin embargo, en lo referente al manga refiere a una audiencia joven, adulta y masculina. Claro que el género al que el término apunta no define necesariamente al público que finalmente lo consumirá.
La historia de Death Note
La historia la protagoniza Light Yagami, uno de los estudiantes más brillantes de Japón, que se encuentra con un libro en cuya carátula se lee: “Death Note”. Este cuaderno fue dejado a su vista de forma adrede por el shinigami Ryuk (estos seres son personificaciones de la misma muerte). Pronto descubrirá que el cuaderno tiene un poder sobrenatural: toda persona cuyo nombre se escriba en las hojas, morirá.
Light es hijo del jefe de Policía de Tokyo. Debido a esto, es consciente del nivel de violencia que afecta a la ciudad. Ryuk deja instrucciones de cómo utilizar el cuaderno, y allí aclara que, con solo conocer el rostro y el nombre de la persona, puede ser asesinada. Al escribir en el libro el objetivo, morirá según las instrucciones, o bien de un ataque al corazón. Light pone a prueba el cuaderno y comprueba su autenticidad, mientras Ryuk lo observa divertido.
Con varias misteriosas muertes, la policía comienza a recibir la ayuda de un detective privado. Este, para proteger su identidad, se dará a conocer como “L”. Mediante un experimento, L descubre que el perpetrador (Light) se encuentra en el área de Tokyo, y es aquí cuando comienza una batalla sin cuartel por descubrir la identidad de cada oponente.
Si L descubre a Light, este irá preso. Pero en caso contrario, el investigador sucumbirá al poder del asesino. En base a esta premisa, la serie toma un ritmo trepidante que paulatinamente sumará a más personajes. Cada una de las nuevas adiciones al reparto sufrirán la manipulación de cada une de les jugadores.
El problema del mal en el mundo
Bajo la pluma de Ohba, Light es un chico que busca “hacer justicia” al ver que ni siquiera su propio padre puede con la delincuencia. Sin embargo, el asesinato como castigo resulta propia de una voluntad extremista. Aquí, Light ejecuta un comportamiento criminal, justificándose con un criterio de retribución. Finalmente, él termina por considerar convertirse en un Dios sobre la tierra.
El problema filosófico del mal en el mundo y la “virtud absoluta”, se interpone entre la figura del Dios idílico. Se puede ser todo poderoso, pero eso quita la bondad absoluta, y viceversa. Light se pone a sí mismo por sobre toda regla moral y ética, pero en realidad no deja de ser un ser humano.
Por el contrario, L se rige por las leyes humanas y es una persona de moral cuestionable. Sus parámetros de acción se limitan completamente a lo establecido por el código legal que la justicia humana establece. El investigador entiende la psique de su adversario, pero la ley lo limita. En contraposición, Light no se limita a la ley, puesto que tiene su propio código moral.
La ironía de todo el asunto, es que el shinigami (Dios de la muerte) que provocó todo esto se lo toma como un juego. De esta forma, Ryuk será el observador que acompañará al lector.
La ambigüedad como motor del relato
Tanto Light como L son dos caras de una misma moneda: facetas con las que el lector empatiza en algún punto. Las motivaciones de cada uno son comprensibles, y la evolución y manejo de los personajes resultan muy inteligentes.
El desarrollo de la historia llegará rápidamente al punto en el que L se presentará ante Light y le dirá quién es, ya que sospecha del estudiante. El problema es que “L” es un alias, y el muchacho necesitará el nombre real para poder asesinarlo. A partir de ese momento, se elevará la tensión de la obra y realiza una acción sumamente elegante: cierra el campo de batalla.
Al juntar a L y a Light, Ohba genera una tensa intimidad entre los personajes. Esto dará paso a situaciones cómicas que aligeran un poco la obra, pero sin hacerla perder su tono. La misma policía de Tokyo será manipulada en el transcurso de la historia, al igual que una jugadora salvaje con su propia Death Note, que hará acto de presencia.
A partir de este punto, será imposible evitar las comparaciones constantes entre L y Light (que, por cierto, tienen la misma letra inicial). La comparación de los métodos de ambos pone en evidencia tanto a lo que están dispuestos como sus limitaciones. Esta forma narrativa hará que el lector incluso se cuestione sus propios valores morales.
La obra y sus derivados
Death Note fue serializada entre 2003 y 2006 llegando a un total de 108 capítulos recopilados en doce volúmenes. Varios relatos adicionales que contaban historias paralelas al mundo de la serie o posteriores, también fueron publicados. La Editorial Ivrea ha publicado los 12 tomos de la serie principal. En diciembre de 2021, Ivrea sacó a la venta también Death Note Short Stories, que recopila varias historias cortas.
En 2006, el Estudio Madhouse adaptó la historia al anime, creando una serie de 37 episodios. Death Note cuenta además con dos películas de acción real japonesas, y una infame adaptación norteamericana. La primera, con título homónimo a la serie, lideró la taquilla japonesa en 2006 desplazando a El Código Da Vinci al segundo puesto.Death Note se ha convertido en un fenómeno mundial, y una serie que supo ganarse un lugar de prestigio entre sus contemporáneas gracias a su inteligencia y profundidad.