martes 23 de abril de 2024

Aves rapaces y lagartos: la nueva invasión humana

Ante la alarma generada por varios medios de comunicación debido a la aparición de estos animales en zonas urbanas, Nota al Pie entrevistó al biólogo Mariano Barros para derribar mitos.
Aves rapaces y lagartos: la nueva invasión humana
Los caranchos son de las rapaces que más se suelen ver en CABA. Se pueden reconocer al vuelo por la franja blanca que tienen en sus alas. Respecto a las aves rapaces, hay que resaltar que no fueron introducidas por el hombre para cazar palomas, sino que son autóctonas, nativas de la región. Lograron acostumbrarse o adaptarse a ambientes urbanos. No representan un peligro y no están haciendo una invasión. Crédito: @Che.toba

Hace apenas unos meses, los animales invasores eran los carpinchos. De la noche a la mañana, parecía que habían copado todos los barrios privados y desplazado a los humanos. Ahora les llegó el turno a las aves rapaces y a los lagartos overos. 

Respecto a las aves rapaces, no es ninguna novedad que se acuse al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de haber liberado miles de ellas para cazar palomas. Tampoco que se diga que un gavilán pueda llevarse a un caniche de un balcón con sus garras. Quizás lo nuevo sea hablar de lagartos. Para conocer sobre estos animales y así acercarnos un poco más a la naturaleza, Nota al Pie conversó con el Licenciado Mariano Barros, un reconocido biólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires e integrante de la Fundación Biodiversidad.

Mirá para arriba

Si al caminar por CABA se mira en algún momento hacia arriba, o si se agudiza el oído, es posible cruzarse con el carancho, el gavilán mixto, el chimango o el taguató. Más difícil, pero no imposible, es lograr ver un halcón peregrino durante el verano, ya que luego migran hacia el hemisferio norte. El caburé y el lechuzón orejudo son nocturnos, tal vez por eso sean los menos conocidos. Todas estas aves viven entre edificios, plazas, monumentos, vehículos y mucha gente. 

Según explicó el biólogo, estas rapaces urbanas son autóctonas, nativas de la región. Están desde mucho antes de que las que las grandes ciudades empezaran a desarrollarse. Lo que pasa es que se fueron adaptando, se fueron acostumbrando a estos ambientes urbanos y es por eso que se hacen cada vez más frecuentes. 

Si hay buena disponibilidad de alimentos y de recursos, si no hay competencia con otros animales y si no se las combate, por una cuestión ecológica empiezan a proliferar y aumentar su población. “Esto no quiere decir que van a aumentar indefinidamente y van a terminar conquistando las ciudades, en algún momento se alcanza un equilibrio”, aclaró Barros. 

Estas aves se caracterizan por ser cazadoras o carroñeras, se alimentan de animales muertos. “Son carnívoras: en la ciudad se alimentan de otras aves, de insectos y también pueden comer roedores”, señaló. Por ejemplo, el gavilán mixto es casi exclusivamente “pajarero” ya que come sobre todo palomas. En tanto, el carancho es muy generalista, muy oportunista: “Puede comer desde pájaros y ratones hasta carroña, por eso es bastante más frecuente en los ambientes periurbanos”.

Derribando mitos

“Lo que sucede con el gavilán mixto, el carancho y el chimango es que empezaron a proliferar gracias a estas condiciones que mencionaba anteriormente. Pero ninguna fue introducida, como se hace correr la bola en muchos lugares al decir que se liberaron para controlar las palomas”, remarcó el Licenciado Barros. 

Aves rapaces y lagartos: la nueva invasión humana
El gavilán mixto es una de las 14 aves rapaces que habitan la Ciudad de Buenos Aires. Hace el nido en árboles altos y los huevos, de color celeste claro, son incubados por las hembras. Se los suele ver bien alto planeando, por lo general en parejas. Crédito: losandes.com

Además, aclaró que las liberaciones que se realizan en la Ciudad de Buenos Aires, ya sea desde el Ecoparque o desde el Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre que funciona en el Reserva Ecológica Costanera Sur, son de ejemplares rescatados en la ciudad y rehabilitados para regresar a la libertad. “No es que hay personas que están trayendo animales de otros lugares para liberar y que controlen palomas”, subrayó.

Por otro lado, explicó que no es ninguna invasión, como se lo quiere hacer ver. “Son animales que pertenecen a este lugar, son poblaciones que están y estaban desde hace muchísimo tiempo. Tienen este fenómeno de crecer por la disponibilidad de recursos, pero no es una invasión ni es un riesgo ni es un peligro”, afirmó. 

También expresó que no representa ningún peligro para las mascotas “por una cuestión básica de que se alimentan de palomas, de pájaros o de roedores. Un caniche, aunque es un perro chiquito, sería muy difícil que pueda ser atacado por una cuestión fisiológica y biológica”.

Sobre lo que se dice con relación a ataques a personas, el biólogo aclaró: “Eso es verdad, puede llegar a pasar, pero es muy poco frecuente. No tiene que ver con una cuestión de alimentarse, de querer comer a una persona. Tiene que ver, quizás, con un tema de territorio ya que por ahí el bicho está con pichones en su nido y cuida su lugar”. 

Cabe destacar que eso lo hacen todas las aves. “De hecho, las calandrias son súper territoriales en la ciudad y pueden atacar a mascotas y a las personas cuando están cerca de sus nidos o en época reproductiva”. Pero claro, las calandrias no tienen mala prensa.

Lagartos al sol

Hace unos días, por la “aparición” de lagartos en algunos barrios privados de Pilar, en la provincia de Buenos Aires, fueron catalogados, erróneamente, como invasores peligrosos. “Los lagartos también son una especie autóctona que se acostumbró a vivir bastante bien en ambientes periurbanos o naturales, pero con cierto nivel de antropización como son, por ejemplo, los barrios privados”, explicó el Licenciado Barros. 

Aves rapaces y lagartos: la nueva invasión humana
El lagarto overo vive en pastizales y humedales, cerca de ríos y lagunas. Una característica particular es que, para oler, utilizan su lengua y esto les sirve para detectar a sus presas o elegir con quien aparearse. Crédito: Getty images

“No es una invasión sino que lo que está sucediendo es que se está avanzando con construcciones en ambientes naturales donde ya hay lagartos”.  Además, un factor clave es el calor. “Al ser de sangre fría, en el verano es cuando tienen mayor actividad y por eso se los ve más. En esta época se reproducen, nacen las crías”, explicó y agregó: “Son animales bastante plásticos, es decir, adaptables a este tipo de ambiente periurbano. Empiezan a aparecer porque se avanza sobre sus hábitats”.

En general, los lagartos overos son bastante generalistas en su alimentación. Son omnívoros, por lo que comen de todo: desde huevos, frutos hasta pichones de aves, roedores, carroña e insectos. Pueden llegar a medir más de un metro y medio de largo y tienen mandíbulas fuertes.

“No representan un riesgo ni para las personas ni para las mascotas, como también se los quiere hacer ver al igual que con las rapaces”, aclaró. Si alguna persona los intenta tocar o agarrar, probablemente los pueda morder, pero no van a atacar porque sí ni para comer. “Tampoco son muy territoriales, con lo cual no van a defender su territorio como por ejemplo podría ser un gavilán mixto o un carancho, llevándolo al caso de las aves”.

Aprender a convivir con la fauna

Por último, el Licenciado Barros invitó a una reflexión: “Hay que aprender a convivir con la fauna urbana, que no solamente son aves, hay muchísimas especies. Por suerte existe todo ese collage de fauna urbana porque es muy importante para mantener el equilibrio ecológico de todos los ambientes urbanos también. Uno solo piensa en los ambientes naturales, pero en realidad los ambientes urbanos también tienen depredadores, presas y un montón de cadenas ahí en el medio. Por eso es importante conocer a quienes conviven con nosotros. No temerles ni combatirlos sino controlarlos si es necesario, pero tenemos que aprender a convivir con esta fauna urbana y a respetarla y protegerla también”.

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