Las aguas termales de la Laguna de Epecuén sin dudas tienen una amplia notoriedad por sus beneficios en la salud, debido a sus componentes de sodio, magnesio, zinc, entre otros minerales. La laguna es conocida coloquialmente como el Mar Muerto argentino, dado su alto contenido de salinidad.
En su época de oro, reunía a centenares de turistas procedentes de diversos rincones del país y del exterior. La industria hotelera fue creciendo vertiginosamente y Epecuén se convirtió en ese ícono inexorable para los turistas. Hacía la década del 70, recibía un promedio de 25.000 turistas durante la época veraniega con 6.000 plazas hoteleras declaradas, residencias de lujo y 250 establecimientos comerciales. La población estable rondaba las 1.200 personas.
Y llegó sin avisar
Nadie sospechaba que en la madrugada del 10 de noviembre de 1985, un fuerte temporal de viento y lluvia haría ceder el terraplén que separaba la laguna de la Villa Epecuén. Sin embargo, en pocos minutos, el agua comenzó a arrasar el pueblo. Para el mediodía, la inundación alcanzaba el metro, al cabo de una semana, dos y años más tarde, llegaba a un pico máximo superior a los diez.
Sólo quedaron ruinas, casas derrumbadas, recuerdos, objetos y todo un cúmulo de vivencias. Los habitantes tuvieron que evacuar al pueblo más cercano, Carhué, situado a 8 kilómetros de Villa Epecuén y a 550 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.
Carhué se convirtió en la ciudad acogedora con infraestructura hotelera que atrapa por el turismo termal y de salud. Su población se convirtió en ese baño de frescura, dotes de resiliencia que necesitaban las nuevas generaciones.
Conociendo la historia
El historiador Gastón Partarrieu, autor de Epecuén, Historias de sus años dorados, relata con testimonios la transición del balneario y su gente en el periodo que va desde su nacimiento al año 1956. Partarrieú comenta que no ha sido fácil la historia de Epecuén.
“Como todo pueblo dentro de un pueblo, nació como un balneario y en ese proceso intervino mucha gente de afuera, con nuevas ideas y dinero. Mientras Carhué sostenía su actividad turística, sus hoteles y había crecido de manera interesante por la cantidad de personas que venían”.
Agrega que sucedió que en sus comienzos, Epecuén no era un balneario enfocado sólo a salud. Era un sitio esnobista en el cual, años después, la gente siguió llegando para darse baños de sanación. Con lo cual, quedó un balneario de gente de clase media y mayor, que dejó atrás el esplendor de los años dorados.
Llegó el tiempo de poca inversión, de gente de temporada corta, aunque esa tendencia se intentó cortar en los años 70, con la construcción del complejo de la pileta y demás.
Turismo en tiempos de ruinas
Con el correr del tiempo, las ruinas de Epecuén se convirtieron en un sitio obligado para les turistas que visitan el sitio. Actualmente la entrada cuesta 200 pesos y se puede recorrer cada rincón que, alguna vez, tuvo vida. Hoteles, confiterías, la iglesia, el cementerio, esas construcciones que a pesar de los años, siguen en pie aunque no con el brillo de los años dorados.
Los azulejos y los techos cuarteados están revestidos de sal y lo más atrapante es ver a esos árboles, sumergidos en la laguna, de color blanco. Crecen sin ser regados y le dan ese aire de melancolía pero a la vez se conjugan los atardeceres más hermosos. Colores sepia, naranja, y los flamencos se divisan, imponentes, silentes, como guardianes de un lugar que tiene su misterio y encanto.
Escenario de grandes
Con el paso de los años, Villa Epecuén se convirtió en ese rincón favorito de cineastas, artistas, directores de cine y hasta posicionaron a la Argentina en el Récord Guinness.
El 29 de enero de 2017, marcado en la memoria del Lago Epecuén, fue incorporado al libro de los Récord Guinness tras batir una marca en el cual 1941 personas al mismo tiempo, flotaron en línea sin asistencia de ningún elemento de flotación.
Esto resultó en un momento creativo que resignificó la historia y que sirvió para contar al mundo sobre el Lago Epecuén y sus propiedades.
Por otro lado el artista bahiense, Abel Pintos, grabó el video del tema “100 años” en las Ruinas de Epecuén, dandole un contraste significativo. Se aprecian imágenes en primer plano de todo lo que quedó de la Villa y la fotografía de los árboles y atardeceres.
Además con un imponente despliegue visual, sonoro y musical en abril pasado, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, banda soporte del Indio Solari, dieron su segundo show virtual desde que comenzó la pandemia; realizaron un espectáculo que duró casi tres horas, se realizó en las ruinas de Epecuén, lugar que el Indio Solari, visitó meses atrás para realizar algunas imágenes.
Amor bajo el agua
El periodista y escritor Mariano Rodríguez, autor de la novela romántica e histórica, Más allá de todo, ambientada en la época de los 80; trata de un romance verdadero que se interrumpe por la tragedia. Las vivencias de León y Serena, un amor muy fuerte que no se derrumbó. Al respecto, Rodríguez, confiesa que el 10 de noviembre es para él, una fecha muy importante.
“Sentí una nostalgia, recordé la primera vez que fui a las Ruinas cuando el agua había bajado, tuve una sensación ambigua, ver escombros, por otro lado la alegría de lo que me transmitía ese sitio a pesar de la desolación, toda la paz, saber que en ese mismo lugar, se forjaron muchas relaciones, familias, vidas y que la mayoría que visito en forma ocasional, la pasó muy bien”, confesó el autor.
“Por eso en aquel momento decidí desembarcar en esa primera novela romántica histórica, habla de la tragedia sin embargo no hubo gente que muriera ya que el agua entró de manera paulatina pero muchos murieron en vida, tuvieron que abandonar sus lugares el lugar donde los vio crecer”, cerró Rodriguez, dándole un espacio al recuerdo de Epecuén, siempre vigente en la memoria de sus vecines.