Gran parte de los procesos de atención en salud se encuentran determinados por los estereotipos de género cis-heteronormativos y esto profundiza la exclusión de las disidencias sexuales en el sistema de salud. En este sentido, urge la incorporación de estrategias que permitan romper con esas prácticas que reproducen desigualdades.
En diálogo con Nota al pie, Eugenia Lasarte Licenciada en Trabajo Social y miembro del Servicio Social del Hospital San Roque de Gonnet, contó las estrategias que desempeñan para garantizar el acceso a la salud a las disidencias.
“Desde los distintos espacios del Hospital de Gonnet se viene analizando, en conjunto con organizaciones sociales, los obstáculos del colectivo trans-travesti al sistema de salud”, declaró Eugenia Lasarte que además es Trabajadora Social del Hospital de Gonnet.
Esto se entiende como una estructura que construyó prácticas y discursos que sancionan y expulsan a toda aquella persona o colectivo que salga de lo que se conoce como sistema heterocisnormativo. “El sistema se sostiene y se reproduce a partir de las lógicas del sistema patriarcal y esto construyó las formas de vincularnos de manera binaria y normativizada”, agregó.
Los obstáculos que se presentan
Históricamente el colectivo trans-travesti fue considerado como objeto, medicalizado y patologizado, producto del modelo médico hegemónico, y sobre todo no considerado como sujeto de derechos.
El sistema patriarcal opera en términos de prácticas y discursos que atraviesan las distintas instituciones. Lasarte declaró que “Las instituciones de salud pero también el sistema educativo, forma profesionales que reproducen dichas violencias”. A su vez, “producen discriminaciones impactando en el no-acceso y por ende; siendo uno de los factores que producen que dicha población tenga una esperanza de vida promedio de 40 años”.
La importancia de la Ley de Identidad de Género
Dicha ley fue resultado de luchas y conquistas por los diferentes colectivos. En este sentido, instauró en la agenda pública la necesidad de acabar con la estructura de expulsión.
Ante esto, la entrevistada aclaró que eso se va producir “a través de las distintas leyes que garanticen derechos; pero que sirvan también como herramienta de disputa” a la hora de construir prácticas que “rompan con la cadena de violencias que se producen”.
En este sentido añadió que “la ley fue el quiebre normativo que construyó un suelo desde donde modificar estructuras históricas”. Aunque las violencias siguen reproduciéndose, “contamos ahora con dichos instrumentos que funcionan como resortes institucionales para repensar las instituciones de salud con el colectivo trans-travesti”.
Los desafíos que quedan por delante
Para evitar que estas desigualdades se reproduzcan es necesario continuar construyendo espacios de reflexión que interpelen las propias prácticas al interior de las instituciones.
En esta línea, La Licenciada explicó que el desafío que se presenta es que “les propies sujetes sigan consolidando espacios con perspectiva de género y de derechos humanos; desde el interior de las instituciones”.
Respecto a las estrategias que desde el hospital vienen realizando; están vinculadas en primera medida con “el reconocimiento de qué violencias ejercemos o reproducimos desde el sistema de salud”,expresó. A su vez destacó, la importancia de generar espacios de participación “con organizaciones desde el anclaje territorial para conocer las demandas y necesidades de la población; además de poder construir en conjunto”.
Por último añadió que el desafío entonces es “modificar el hospital de manera transversal e intersectorial”. Como institución se lleva adelante la consolidación del Programa Lohana Berkins que va en esa línea de transformación integral, y no sectorizada, con articulación territorial y con perspectiva de derechos.