Un hogar para niñes en situación de calle y víctimas de violencia de género se encuentra en peligro frente a un juicio por desalojo. la casona que aloja a estas organizaciones, se encuentra ubicada sobre la calle Caseros al 200, en el barrio bonaerense de Haedo, Partido de Morón.
Allí funcionan dos organizaciones: Caracolas Feministas y El Transformador. La primera, realiza tareas de acompañamiento para mujeres en situación de violencia de género. La segunda, “es un centro comunitario que nació a partir de las ollas populares del 2001. Las personas que se reunían en las ollas del barrio, empezaron a emprender actividades para niñes en situación de calle y vulnerabilidad. En 2003 se le pidió permiso a uno de los herederos de la casona para llevar adelante las actividades ahí”, explica Susana González, presidenta del espacio de niñez.
Cuando El Transformador recibió la propiedad, estaba abandonada desde hacía por lo menos 10 años y en malas condiciones. La organización se puso al hombro la tarea de arreglar el espacio para recibir a les niñes. Hoy, se realizan allí actividades para niñes, se entregan comidas, se realizan actividades culturales. También funcionan cooperativas de trabajo, como el mercado agroecológico, que vende productos de la economía social, popular y solidaria; así como también existe una cooperativa de herrería feminista.
“Somos alrededor de 30 trabajadores de la economía popular que usamos La Casona como espacio para desarrollar nuestras tareas. Y son cientos de personas a las que llegamos a partir de estas actividades”, asegura González.
El conflicto que amenaza la continuidad del espacio
El conflicto inició hace más de una década, cuando uno de los herederos inició un juicio de desalojo. “Afortunadamente, la semana pasada la jueza falló en contra del desalojo. Esto si bien nos da un respiro, sabemos que no es el fin del conflicto. Sabemos que probablemente la familia apele a este fallo e inicien otras causas. Por eso, lo que desde El Transformador y desde la casona necesitamos es que se legisle y se apruebe el proyecto de ley de expropiación. Eso es lo único que nos puede sacar de este conflicto”, comenta la presidenta.
Para resolver el conflicto, en 2013 se sancionó una ley de expropiación que frenó el desalojo. La misma establecía que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires podía abonar, en un lapso de cuatro años, cierto monto a la familia que representaba la cesión del espacio. Así, la declaración de Monumento Histórico quedaría firme y la propiedad en manos provinciales. El Transformador esperaba que, una vez que la propiedad pasara a estar en manos de la Provincia, se le cediera en comodato.
Sin embargo, el gobierno no pagó en el plazo estipulado y el proyecto se cayó en el 2018. En ese sentido, González declara que “muchas veces nos elogian el laburo pero poco hacen, porque esto continúa. Entonces lo que le estamos pidiendo a la Provincia de Buenos Aires es que por favor efectivice la expropiación, en favor de les vecines”.
El valor social de la casona
Con respecto a la importancia de la subsistencia de la casona, Gómez hace hincapié en su valor social. “Cada vez son más las propuestas, más las cooperativas, más las actividades culturales y productivas que se llevan adelante allí”, cuenta.
La historia de la casona empieza antes de El Transformador, en el 1930. Le perteneció a Manuel Fresco, gobernador de Buenos Aires entre 1936 y 1940, durante la década infame. Un período de la historia argentina que Gómez califica como “nefasto”. Tras su fallecimiento fue abandonada y en 1992 fue declarada Monumento Histórico Municipal. En el 2003 se llegó a un acuerdo de palabra con una parte de la familia, que le cedió el espacio a la organización.
“Esas historias que carga la casona, las fuimos resignificando estos últimos 20 años. Hoy urge darle un cierre positivo a nuestra historia y, pensar ¿qué mejor lugar que este para que les pibis tengan un lugar donde bañarse, un lugar para comer, y que les vecines puedan desarrollar actividades? Estamos pidiendo que este lugar sea de todes, eso es lo que exigimos”, concluye Gómez.