Llegadas las noticias provenientes de Europa de la caída del imperio monárquico español ante la invasión de Napoleón Bonaparte, en Buenos Aires se empezaron a movilizar algunos integrantes de la Junta en busca de obtener una respuesta prudente del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.
El objetivo planteado por estos miembros era claro: poder realizar la apertura de un cabildo abierto. Manuel Belgrano y Cornelio Saavedra, se reunieron con el Alcalde de Primer Voto (funcionario del cabildo encargado de las causas judiciales, criminales y policiales) Juan José de Lezica sin obtener una respuesta contundente.
Por su parte, Juan José Castelli profundizó en la realización del “evento” frente al Sindico Procurador (encargado de la organización y orden en el Cabildo de Buenos Aires) Julian de Leyva. La idea planteada por Castelli era gestionar su realización con la aprobación del Virrey Cisneros.
El Cabildo de Buenos Aires era el centro administrativo y judicial del Virreinato del Río de la Plata. Las decisiones que allí se tomaron, en nombre de la Junta Central de Sevilla afectaban a la ciudad y su entorno. La posibilidad por parte de los “criollos” de realizar un cabildo abierto era una oportunidad de romper esa estructura colonial vigente.