Actualmente se están llevando adelante las negociaciones del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de las Naciones Unidas (ONU). Las tratativas son por el documento “Recomendaciones de Políticas sobre enfoques agroecológicos y otros enfoques innovadores”. Se estará definiendo entre los días 4 al 7 y 10 de mayo en Roma.
Esta iniciativa es fuertemente impulsada por la sociedad civil global. Desde las organizaciones firmantes afirman que la postura argentina no responde a los intereses del pueblo. Sino de sectores corporativos vinculados al agronegocio y las grandes corporaciones de la alimentación. Consideran que la posición actual del gobierno argentino respecto a la agroecología es de suma gravedad. Por eso, instan a rectificar de cara al debate a desarrollarse en septiembre en la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios Sostenibles.
Entre septiembre de 2020 y febrero de este año, se llevó a cabo la negociación de las “Directrices Voluntarias sobre los Sistemas Alimentarios y la Nutrición” en el ámbito del CSA. En la misma, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, conducido por Felipe Solá, se opuso a que se incorporen términos como: “dietas sostenibles y saludables”, “transformación o transición de los sistemas alimentarios”, “agricultura insostenible”, “mercados locales”, “agroecología”, entre otros. De esta manera, afirman que se favorecieron los intereses del sector corporativo agroexportador.
En la carta afirman que el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (MSC) para relaciones con el CSA, cuestionó fuertemente el proceso de negociación y su resultado y, lamentó el rol regresivo del gobierno argentino junto al bloque de países agroexportadores.
Modelo anti agroecológico
Denuncian que Argentina se está convirtiendo en el país líder de la oposición a la agroecología. Es secundado por Brasil, Estados Unidos y Chile y, en menor medida, Indonesia y Nueva Zelanda. Se presenta ante la comunidad internacional como defensor de un modelo agroalimentario insostenible. Para esto, propone “otros enfoques innovadores” como la agricultura climáticamente inteligente. También la intensificación sostenible y la siembra directa promovidos por las grandes corporaciones transnacionales, en vez de la agroecología.
Insta a que se cambie la recomendación de “disminución del uso de plaguicidas para prevenir daños al ambiente y la salud” por la “promoción de las buenas prácticas agrícolas”. Presenta al comercio internacional como la única vía necesaria y sostenible para la seguridad alimentaria. Solicitando así que se evite mención singular a los mercados locales de cercanía por considerarlos una “barrera al comercio internacional”. Se niega a aceptar el término “disminución” de plaguicidas, fertilizantes y antibióticos y solicita que se reemplace por “optimización”. A su vez, que se dispongan créditos, subsidios e incentivos a la agroecología, entre otros.
Agricultura sin agricultores
Consideran que la acelerada industrialización de la agricultura y expansión del agronegocio, impactan violentamente sobre el ambiente y la salud del conjunto de la población. Expulsa a les trabajadores de la tierra, a les pequeños y medianos productores, a campesines generando una agricultura sin agricultores. Por lo tanto, la población rural debe migrar a las grandes ciudades sin oportunidades laborales, generándose mayor desocupación, pobreza y exclusión de los sectores populares. Esto lleva a una consecuente pérdida de la vida y cultura campesino-indígena y rural.
Con la entrada de la soja transgénica en la década de los `90, van más de 3 décadas de consolidación de este modelo en la Argentina. En la carta, las organizaciones denuncian que el resultado es que el 40% de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza, hay 2 millones de niñes con hambre, y 5 de cada 10 niñes son obesos.
Por lo tanto urge transformar un modelo agroalimentario que destruyó más de 3 millones de hectáreas de bosque (y sigue deforestando más de 100.000 hectáreas por año) y que es responsable de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.
Soberanía y seguridad alimentaria
Durante los últimos años hubo un gran avance en la agroecología como ciencia, práctica y movimiento, que regenera el entramado social, económico y ambiental. Cada vez hay más agricultores en transición hacia la agroecología, campesines y pueblos originarios recuperando sus saberes ancestrales, investigadores aportando nuevas formas de hacer agricultura y comensales demandando alimentos sanos y sin agrotóxicos.
Además, denuncian que es inentendible e inadmisible que el mismo gobierno que promueve la agroecología a nivel nacional, boicotee una negociación multilateral que tiene como objetivo consensuar políticas públicas para la transformación de los sistemas agroalimentarios, y por lo tanto de la calidad de vida de toda la humanidad. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca creó la primera Dirección Nacional de Agroecología, además de contar con la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (SAFCI) con un fuerte enfoque agroecológico. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Ministerio de Desarrollo Social cuentan con programas de promoción de la Agroecología. Son varias también las provincias y municipios que se encuentran desarrollando programas bajo el enfoque de los principios agroecológicos.