lunes 22 de septiembre de 2025

La genuflexión de Milei (otra vez)

La gira de Javier Milei por Estados Unidos no es una visita diplomática más. Sus encuentros con Donald Trump y Benjamín Netanyahu constituyen un vergonzoso nuevo capítulo en la historia de nuestra política exterior.
milei en fiu estados unidos
Javier Milei, el presidente argentino que visita más a Estados Unidos que a las provinicias de su país. Crédito: Archivo Presidencia de la Nación.

Milei ante Trump: La Entrega de la Soberanía Económica

El encuentro agendado con Trump no puede analizarse como un simple encuentro bilateral, sino como la consumación de un proyecto de entrega nacional que comenzó desde el primer día del gobierno libertario. El supuesto pedido de préstamo no es más que la formalización de una política económica que ha convertido a Argentina en un protectorado financiero de Estados Unidos.

El modelo económico de Milei, lejos de ser la «revolución liberal» que pregona, constituye la aplicación más ortodoxa de las recetas neoliberales que comenzaron con la Dictadura del 76 y ya devastaron el país en la década del 90. La apertura indiscriminada de la economía, la eliminación de controles cambiarios, y la promesa de dolarización no son más que herramientas de saqueo que facilitan la extracción de recursos nacionales hacia los grupos de poder locales y extranjeros.

La crisis económica que atraviesa el país no es un fenómeno natural ni inevitable, sino el resultado directo de políticas diseñadas para favorecer al capital concentrado y a los intereses extranjeros por sobre las necesidades populares. La destrucción económica que presenciamos no surge de la nada: es la consecuencia lógica de un modelo que privilegia la especulación financiera sobre la producción nacional y que elimina subsidios a sectores estratégicos mientras mantiene intactos los privilegios de los grupos económicos concentrados.

La genuflexión ante Trump adquiere características aún más grotescas cuando se considera el proyecto imperialista que representa. La agenda trumpista para América Latina no esconde sus intenciones: convertir a nuestros países en proveedores de materias primas baratas y consumidores de productos manufacturados estadounidenses. El «América Primero» de Trump implica necesariamente «Argentina Ultima» para nosotros, y Milei no solo lo acepta y colabora, sino que lo celebra como una virtud.

Esta subordinación económica tiene consecuencias que trascienden los números macroeconómicos. Significa la renuncia a cualquier proyecto de industrialización soberana, la entrega de nuestros recursos estratégicos, y la condena de millones de argentinos a la pobreza estructural que genera un modelo económico diseñado para otros. Cuando Milei mendiga préstamos en Washington, no solo hipoteca las finanzas públicas, también compromete el futuro mismo de la Nación.

La destrucción económica que presenciamos no surge de la nada: es la consecuencia lógica de un modelo que privilegia la especulación financiera sobre la producción nacional

Netanyahu: El abrazo al Genocida

Si la reunión con Trump expone la capitulación económica, el encuentro con Netanyahu revela una degradación moral que mancha la tradición argentina de defensa de los derechos humanos. Recibir al carnicero de Gaza no es solo un error diplomático, sino una complicidad activa con el genocidio que está perpetrando el sionismo contra el pueblo palestino.

Lo que ocurre en Gaza no es una «guerra» ni un «conflicto»: es un exterminio planificado y sistemático de una población civil indefensa. Las cifras son apocalípticas: más de 45.000 palestinos asesinados, 70% de ellos mujeres y niños; 2.3 millones de personas desplazadas; la destrucción total de 70% de las viviendas; la eliminación deliberada de 36 hospitales y 319 escuelas. Esto no son «daños colaterales» de una operación militar, sino los componentes de una maquinaria de muerte diseñada para hacer inhabitable Gaza y expulsar a su población.

La crueldad del régimen sionista trasciende cualquier límite civilizatorio. El ataque con drones y misiles a campos de refugiados, el bombardeo sistemático de hospitales con pacientes en su interior, la utilización de francotiradores para asesinar niños y niñas, el corte deliberado del suministro de agua y alimentos a una población sitiada y el bloqueo a la entrada de la ayuda humanitaria internacional, son prácticas que constituyen crímenes de lesa humanidad que no admiten relativización alguna.

Netanyahu no es simplemente el líder de un país aliado de Estados Unidos: es el arquitecto intelectual de un proyecto genocida que tiene como objetivo la limpieza étnica de Palestina y la ocupación de todos sus territorios. Sus declaraciones públicas han sido explícitas, habla de «Amalek» para referirse a los palestinos (utilizando la referencia bíblica que justifica el exterminio total) y sus ministros hablan abiertamente de «borrar» al pueblo palestino y de convertir Gaza en «tierra arrasada».

Cuando Milei abraza a Netanyahu, abraza todo esto. No hay manera de separar la cortesía diplomática de la complicidad moral. Argentina, país que construyó su identidad democrática sobre la memoria del terrorismo de Estado y que levantó la bandera del «Nunca Más» como principio fundante de su recuperación democrática, no puede dar la espalda a otro genocidio sin traicionar su propia esencia.

El Proyecto de los de afuera y la Resistencia Nacional

La política exterior de Milei no es errática ni improvisada: responde a una lógica clara de subordinación al proyecto imperial estadounidense-israelí en el Medio Oriente y América Latina. Estados Unidos necesita gobiernos serviles en nuestra región para garantizar el acceso a recursos estratégicos y mercados cautivos, mientras Israel requiere legitimación internacional para sus crímenes contra la humanidad.

Ser cómplice de este proyecto imperial significa renunciar a la esencia misma de lo que construyó Argentina como Nación libre. Desde San Martin y Belgrano hasta los forjadores de nuestra histórica política exterior independiente; cada generación comprendió que sin autodeterminación no hay patria posible. Hoy, un gobierno obsecuente y traidor a nuestro pueblo, dinamita deliberadamente esa herencia; vendiendo como «inserción en el mundo» lo que no es más que la claudicación ante los centros de poder global.

Argentina tiene todas las condiciones objetivas para ser una potencia regional independiente. Nuestros recursos naturales, nuestra capacidad industrial, nuestra fuerza de trabajo, nuestros científicos y nuestra posición geográfica, nos otorgan ventajas comparativas que pocos países poseen. Lo único que nos falta es un proyecto nacional que subordine los intereses del capital concentrado y las potencias imperialistas a las necesidades populares y nacionales.

La crisis económica actual no se resuelve con más sometimiento, sino con más soberanía. Necesitamos un modelo económico que privilegie el mercado interno, que industrialice nuestras materias primas, que genere empleo genuino, y que redistribuya la riqueza. Esto implica romper con las recetas del FMI, controlar el capital especulativo, y recuperar el control nacional sobre sectores estratégicos.

En materia de política exterior, Argentina debe recuperar su tradición de no alineamiento y multilateralismo. Debemos fortalecer nuestros vínculos con los países del Sur Global, promover la integración latinoamericana genuina, y defender sistemáticamente los derechos humanos sin dobles estándares. Esto significa romper con la subordinación automática a Washington y construir una diplomacia verdaderamente independiente.

La defensa de Palestina no es solo una cuestión de solidaridad internacional: es la defensa del principio de que los pueblos tienen derecho a existir libres de opresión. Si Argentina renuncia a este principio en Gaza, ¿qué autoridad moral tendremos para defenderlo cuando sea nuestro propio territorio el amenazado?

La Patria no se Vende

La gira de Milei por Estados Unidos será recordada como uno de los momentos más vergonzosos de nuestra historia diplomática reciente. Un presidente argentino que mendiga préstamos y abraza genocidas no representa a la Argentina que soñó Don José de San Martín. Representa la claudicación total ante los poderes que siempre quisieron convertirnos en una factoría colonial y despojarnos de aquello que conquistamos con el sacrificio de miles de patriotas, que se jugaron la vida por nuestra libertad y soberanía.

Pero la Historia no termina con Milei. Los pueblos tienen memoria, y Argentina tiene una tradición de resistencia que tarde o temprano se impone a los proyectos de entrega nacional. La Patria no se vende, se defiende. Y la defensa de la Patria comienza por el rechazo categórico a todo aquello que la humilla ante el mundo… incluido Javier Milei

*  Dirigente de Libres del Sur Ciudad de Buenos Aires.
@adolfobuzzo

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