El pasado sábado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, promulgó la normativa para suspender el techo de la deuda hasta el 1 de enero de 2025. En la previa, en un trabajo a contrarreloj, un acuerdo bipartidista logró la aprobación en el Congreso, lo que evitó que el país de América del Norte entrara en default.
“La aprobación de este acuerdo presupuestario fue fundamental. Lo que estaba en juego no podría haber sido más alto”, sostuvo Biden en un discurso televisado para toda la nación. El mandatario, a su vez, afirmó que “evitamos un colapso económico”, al alegar que “nada hubiera sido más catastrófico” que el incumplimiento de pago de la deuda estadounidense.
Un amplio respaldo en el Congreso
Cuando a finales del mes pasado la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, advirtió que el 5 de junio su departamento se iba a quedar sin fondos, la Casa Blanca aceleró el motor para lograr un acuerdo que permitiera evitar el default. Las negociaciones, que no estuvieron exentas de tensión, fueron a contrarreloj e incluso tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata tuvieron que hacer concesiones.
La primera prueba de fuego fue el martes, cuando la propuesta se debatió en la Cámara Baja, lugar donde los republicanos tienen el control. Si bien días antes la administración demócrata había logrado llegar a un acuerdo con el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, este se tenía que ver reflejado en la votación. Y eso fue lo que sucedió: más allá de la negativa de los elementos más radicalizados de ambos partidos, 314 legisladores votaron a favor, mientras que sólo 117 expresaron su rechazo.
Un día después de la media sanción en la Cámara Baja, se puso la lupa sobre el Senado, órgano legislativo controlado por los demócratas. El amplio respaldo al acuerdo bipartidista otorgado el día anterior fue la antesala de lo sucedido en la Cámara Alta, donde el resultado fue 63-36 a favor de la propuesta. De esa manera, mientras se esperaba la firma de Biden, gran parte de la dirigencia política de EEUU celebró haber evitado lo que pudo haber sido una catástrofe económica: el incumplimiento del pago de su deuda nacional.
Default no, austeridad si
El acuerdo logrado entre ambos partidos tenía como objetivo evitar el default de la principal economía del mundo, algo que podría haber sucedido este 5 de junio, fecha límite que había puesto el Tesoro. Para obtener el amplio respaldo que obtuvo en el Congreso, ambos bandos políticos pusieron sobre la mesa una serie de requisitos, aunque lejos quedaron de las demandas iniciales.
Mientras los demócratas buscaban evitar que un histórico incumplimiento de pagos de la deuda nacional estallara en la cara de Joe Biden e impidiera su reelección, los republicanos aprovecharon para exigir una serie de recortes presupuestarios.
En este sentido, la característica principal del acuerdo es la suspensión del techo de la deuda (que en la actualidad es de 31.4 billones de dólares) hasta el 1 enero de 2025, una vez que pasen las elecciones presidenciales del año que viene.
Del mismo modo, establece que durante 2024 todos los gastos que no estén relacionados con Defensa se mantendrán con el mismo presupuesto que este año, aumentando tan solo un 1% en 2025. En otras palabras, si se tiene en cuenta la inflación, es un recorte de facto en áreas relativas a la salud, educación, transporte e incluso medioambiente.
En la misma línea, el acuerdo endurece los requisitos para acceder a programas sociales como los cupones de alimentos, rescinde un fondo de 28 mil millones de dólares no gastados que habían sido asignados durante la pandemia, e incluso obliga a que les estudiantes del nivel universitario que acumulen deudas reanuden los pagos a partir de septiembre. En tanto que además fija un recorte de 20 mil millones de dólares en el servicio de recaudación de impuestos, otra de las demandas republicanas.