
La Sala del Consejo Superior de la Universidad Nacional de La Plata presentó la semana pasada el informe “Situación de comedores, merenderos y ollas populares en la región”, el cual da cuenta del aumento de la demanda de alimentos en estos espacios por la crítica situación socioeconómica del país.
El estudio fue llevado adelante en los alrededores de la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, por equipos de investigación UNLP-CONICET, docentes y estudiantes de la carrera de Nutrición y residentes hospitalarios. Se realizaron entrevistas a 61 servicios de asistencia directa (SDA), ubicándose la mayoría en los barrios populares del Gran La Plata.
Respecto a su funcionamiento, casi un 30% de los SDA presta atención dos días a la semana, seguido de aquellos que atienden uno (21%) y tres (19%). Los que asisten de cinco días o más representan menos del 20%.
En cuanto a la población asistida, se observa un predominio de espacios a los que asisten
más de 180 personas regularmente (casi el 40% de la muestra) seguido por aquellos que
asisten a más de 120 personas (27%).
De acuerdo al informe, los espacios presentaron aumentos en todos los grupos de edad que asisten en comparación con el año pasado. El crecimiento fue especialmente fuerte entre niños, niñas y adolescentes: más del 70% de los comedores reportó un incremento en este grupo. También hubo un aumento entre personas mayores, alcanzando casi al 64% de los espacios.
En lo que refiere a modalidad, el 90% de los SDA ofrece viandas para consumo domiciliario, más de un 34% distribuye productos sin elaborar y el 16% brinda comida elaborada para
consumir en el local. A su vez, más del 35% de los SDA presenta una combinación de modalidades.
En tanto, el servicio de merienda es el que se ofrece en mayor medida (75,4%), seguido por la cena (49, 2%). Sin embargo, en muchos casos los espacios suelen ofrecer más de un servicio: 36,1% brinda almuerzo y merienda; 34,4% merienda y cena y el 8,2% almuerzo y cena.
Mayor demanda, menos alimentos
El estudio destaca que frente al aumento de la demanda, la disponibilidad de insumos básicos se redujo. Los alimentos que más escasean son aceite (65,6%), azúcar (50,8%), carnes y verduras (36,1%), arroz y harina (29,5%) y fideos o puré de tomate (24,6%). “La centralidad de estos alimentos dentro del funcionamiento diario de comedores, merenderos y ollas populares evidencia una profundización de las limitaciones detectadas en el relevamiento 2024, indicando un deterioro en la disponibilidad de insumos esenciales para garantizar aportes nutricionales mínimos y la sostenibilidad de la asistencia alimentaria comunitaria”, subrayaron los investigadores.
En esa línea, más del 76,7% de los referentes señaló que hubo cambios en la calidad de la comida elaborada y ofrecida en relación a 2024, y en casi la totalidad de los casos ese cambio tuvo un carácter negativo. La disminución de cantidad y variedad de alimentos (sobre todo verduras y carnes) y aumento de la demanda, fueron las principales causas.
Sobre el rol del Estado, cabe mencionar que el 64% de los SDA recibe alimentos del
gobierno provincial y aproximadamente 18% recibe también dinero. Mientras que la ayuda del gobierno nacional presenta una disminución significativa: apenas un 5% de los sitios recibe alimentos y apenas un 3% recibe dinero. En este contexto, más de la mitad de los SDA realizan actividades extras para poder sostener sus servicios.
El informe detalla que la falta de alimentos adecuados ya genera efectos severos en infancias, juventudes, adultos y personas mayores. Entre los problemas más frecuentes aparecen anemia, bajo crecimiento, problemas inmunológicos, dificultades de aprendizaje, pérdida de masa muscular, riesgo de enfermedades crónicas y deterioro cognitivo. La insuficiencia alimentaria impacta “de manera transversal en todas las etapas de la vida” y profundiza brechas preexistentes, alertaron los equipos de investigación.
El relevamiento concluye que las organizaciones sociales, iglesias, movimientos territoriales y espacios comunitarios siguen siendo el principal sostén alimentario, emocional y organizativo de los barrios. “En la presente actualización queda claro que el retiro de la asistencia del Estado Nacional, así como las políticas macroeconómicas que implementa, está vulnerando el derecho humano fundamental a “una alimentación adecuada, a no sufrir hambre y malnutrición” de miles de familias en la región”, resaltan.
“Las organizaciones de la comunidad son la principal estructura de contención en este escenario, pero que no tienen los recursos, ni mucho menos la responsabilidad, de encontrar una salida a esta grave situación”, concluyen.

