
Osvaldo Pedro Pugliese nació el 2 de diciembre de 1905 en una familia de músicos. Su padre, Adolfo, era flautista y sus dos hermanos mayores, violinistas. Osvaldo tocaba con él, pero su padre pensó que tres violinistas eran demasiados, así que le regalaron un piano, que fue su instrumento favorito por el resto de su vida.
Se casó por primera vez con María Concepción Florio. Tuvieron una hija, Lucena Delma «Beba» Pugliese, en 1936. La familia Florio también tenía una gran inclinación musical. Tanto Beba como su nieta, Carla, son pianistas.
Su segunda esposa fue Lydia Elman, quien jugó un papel muy importante en su carrera.
Comenzó como pianista para películas mudas y a los 15 años ya tocaba profesionalmente en el llamado Café de La Chancha. Poco después se unió a un grupo con la primera bandoneonista, Paquita Bernardo. También tocó con otras orquestas, como las de Roberto Firpo y Pedro Maffia.
Las primeras orquestas de Pugliese
Osvaldo Pugliese formó un conjunto con Elvino Vardaro, violinista de Pedro Mafia, bajo el nombre común de ambos. En 1929, el Sexteto Vardaro-Pugliese debutó en el Café Nacional. Posteriormente, él y el violinista Alfredo Gobbi fundaron un Sexteto. Aníbal Troilo tocó en ambos sextetos durante un tiempo. Pugliese formó entonces dos dúos, primero con Gobbi y luego con Vardaro, para actuar en emisoras de radio.
En 1934, Pugliese se unió al piano cuando el bandoneonista Pedro Laurenz formó una orquesta. Escribió sus primeros arreglos de tango, incluyendo «La beba». Dos años después, se unió a Miguel Caló, quien tocaba al estilo de Julio De Caro. Fue entonces cuando sus ideas sobre el tango realmente comenzaron a tomar forma.
Inspirado por su ideología y su militancia en el Partido Comunista, Pugliese intentó tres veces crear su propio conjunto en forma de cooperativa, inicialmente sin éxito.

“Mi barrio era una de las orillas de Buenos Aires; fue creciendo alrededor de una fábrica del calzado. Mi padre era cortador de cuero, además de músico aficionado. Pero Villa Crespo era el emporio de la música popular. Uno salía de su casa, iba al café y seguro que allí iba a encontrar un trío, un cuarteto o un cantor de tangos. Nadie necesitaba cruzar las fronteras porque en ese pequeño país, el barrio, uno tenía todo. Me acuerdo que cuando uno se mudaba al centro lo despedíamos como si fuese a Japón. Todos pensábamos que no lo veríamos más”
Orquesta Típica Osvaldo Pugliese
Su resurgimiento definitivo comenzó el 11 de agosto de 1939, cuando actuó con el cantante Amadeo Mandarina en el Café Nacional. La composición de esta orquesta cambió con los años.
Al igual que los demás miembros, Pugliese siguió siendo pianista y arreglista. Su orquesta funcionaba como cooperativa, lo que influyó en su colaboración creativa. Actuaron en un café del barrio de Villa Crespo y para la importante emisora de radio El Mundo. Se hicieron populares. Entre sus seguidores se encontraban tanto melómanos como simpatizantes del Partido Comunista.

Las contribuciones de sus músicos enriquecieron su música. El contrabajista Aniceto Rossi le aportó más ritmo. El bandoneonista Osvaldo Ruggiero, profundamente conectado con el director, ejerció una influencia significativa. Y el violinista Enrique Camerano parecía nacido para tocar con Pugliese. La orquesta se inspiró en el compositor y director Julio De Caro, pero la hizo atractiva para el bailarín con enfáticas marcas rítmicas.
Pugliese no publicó ningún disco hasta 1943. El cantante Roberto Chanel, con su voz nasal y su estilo compadrito, ejerció un gran atractivo. Grabaron 31 canciones juntos.
A principios de la década de 1950, Alberto Morán cantaba con su voz dramática y sensual, su encanto cautivó a muchas mujeres y pocos cantantes lo igualaron. Grabaron cuarenta y ocho canciones. Con el también popular cantante Jorge Vidal, solo se grabaron ocho. Otros cantantes fueron Jorge Maciel y Miguel Montero.
“Nunca me considero un artista, sino un laburante de la música. Y un laburante bastante cómodo, porque trabajar, trabajan los de las fábricas, el puerto. Pero digo que siempre me sentí uno más”.
Osvaldo Pugliese
El tango de la mano de la política
En 1935, durante la Década Infame, Pugliese fue uno de los fundadores del Sindicato de Músicos Argentinos (era el afiliado nº5): “desde las posiciones sindicales, se realizó la primera huelga, en los cabarets. Se conquistó el día de descanso, el salario y finalizar el trabajo a las cuatro de la mañana, porque nosotros trabajábamos como en un feudo, desde las seis de la tarde a las seis de la mañana. Eso fue un triunfo”, contaría años después.
En 1948, fue encarcelado brevemente, era el tiempo del primer gobierno de Juan Domingo Perón. Sin embargo, su orquesta continuó tocando sin él. Claveles rojos en el piano vacío lo representaban.
No sería la única detención. La última, durante 6 meses en el penal de Villa Devoto, ocurrió en 1955.

La militancia de Pugliese lo llevó varias veces a estar detenido.
Aquí, en el Penal de Villa Devoto, donde destacaron que rechazó cualquier tipo de privilegio y limpiaba «como un preso más».
En 1973, con Perón de regreso tras el largo exilio de casi 18 años que sufrió después del golpe de 1955, una delegación de artistas lo visitó en la Quinta de Olivos.
El encuentro lo relató magistralmente el escritor Enrique Medina en una crónica publicada en Página/12:
(…) Muchos años después, al recibir en la residencia de Olivos a una embajada del arte que concurría a saludarlo para desearle la mejor de las suertes en su tercer mandato presidencial, por primera y última vez en la vida, Perón se topa con Pugliese. Al estrecharle la mano, Perón, ladeando la cabeza, con su sonrisa gardeliana que siempre supo bien usar, aceptando que ambos estaban más allá de la verdad y el mito, aceptando la distribución de papeles en la alegoría, le soltó tres palabras simples, tan simples que enseñan más que mil tomos de filosofía:
–Gracias, por perdonarme…
Pugliese sintió en la mano la presión sincera de Perón y, con labios mudos, sonriendo cómplice, también apretó. Perón notó que detrás de los lentes oscuros se acentuaba el pestañeo de Pugliese; ignoraba que ese pestañeo era natural en el músico, de todas maneras, por si las moscas, ya que ambos tenían sus años y venían desde muy lejos en el tiempo, para eludir achacosidades que abochornan, rápido estrechó la mano del siguiente invitado. Pugliese, agradecido, con disimulo, sacó un pañuelo y se sonó la nariz.
Los últimos años de Pugliese
Cuentan que durante un recital Charly García tenía problemas con el sonido en un recital. A uno de los técnicos se le ocurrió pasar un disco de Osvaldo y misteriosamente se arregló todo. De ahí viene la cábala anti mufa en el ambiente musical, que León Gieco describe en su canción Los Salieris de Charly.
Don Pugliese y su orquesta de tango lograron algo que no muchos en el tango habían conseguido. Gracias a su talento artístico, pudo presentarse en el prestigioso Teatro Colón para celebrar su cumpleaños 80, en 1985. Fue un éxito rotundo y la principal sala musical del país se llenó para ver al maestro en acción.
El momento cumbre llegó con esta interpretación de La Yumba, acaso el mayor éxito de Pugliese.
- El gobierno cubano le otorgó la Medalla Alejo Carpentier, el máximo honor cultural de la isla.
- En 1986, Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre.
- El gobierno francés lo nombró Comendador de la Orden de las Artes y las Letras en 1988.
- En 1989, SADAIC y la Asociación de Socios del Tango develaron una placa en la Avenida Corrientes en conmemoración de sus 50 años como director de orquesta.
- En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.
- Fue galardonado en tres ocasiones por la Fundación Konex: en 1985 como director de orquesta típica (Platino), en 1995 recibió una mención especial y en 2005 tras su fallecimiento un Konex de Honor.
Se mantuvo activo hasta su últimos años continuó grabando y realizó giras por Europa hasta bien entrada la década de 1990. En 1989, ofreció un concierto histórico en el Carré de Ámsterdam, que cerró con el sexteto de Astor Piazzolla.
Don Osvaldo falleció el 25 de julio de 1995, tras una breve enfermedad, a los 89 años en Buenos Aires. La Legislatura porteña, entonces todavía Concejo Deliberante fue la sede de su velatorio. Fue despedido por una multitud en un cortejo que fue en sentido contrario al tráfico al Cementerio de la Chacarita.

Allí descansa, en un mausoleo construido con contribuciones de aficionados al tango y un Comité de Amigos. Su segunda esposa, Lydia Elman, desempeñó un papel fundamental en este proyecto.
El músico, el comunista, entraba en el panteón pero no solo del tango. Porque con su muerte nació el mito popular y aún los pibes del rock que no lo conocieron apelan a la estampita, al Pugliese-Pugliese-Pugliese como forma de darse ánimo en los recitales.
Su presencia, aún cuando no está. Lo mismo que ocurría cuando estaba preso y la Orquesta tocaba igual, con un clavel rojo sobre el piano.

