“Violinistas sobran, así que te pones a estudiar el piano”, le había dicho su padre a Osvaldo Pugliese. Hijo de un flautista y hermano de dos violinistas, al joven Pugliese no le quedó otra que comenzar clases de piano para perfeccionarse con ese instrumento.
Los resultados tienen a la historia como principal evidencia: gracias a su talento, Pugliese se convirtió en “el Maestro”. Por su capacidad musical, su iniciativa sindicalista y el poder “anti-mufa” que “protege” a les músiques, el pianista pasó a ser un emblema de la música argentina.
Primeros años de Osvaldo Pugliese
Osvaldo Pugliese nació el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo. Allí acudió al Conservatorio Odeón para estudiar primero violín y luego comenzar con sus clases de piano. A los 15 años, el músico logró integrar un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito, con quienes debutó ante el público en un bar que, de tan sucio, se llamaba “Café de la Chancha”.
Su primer tango lo compuso cuando tenía 19 años, pero no lo terminó de definir hasta mostrárselo a sus amigues. Durante una reunión, Pugliese convocó a sus más íntimos para quienes tocó la nueva pieza. Encantades, preguntaron de quién era y cómo se llamaba. Ahí mismo, el pianista decidió apodarlo “Recuerdo” y hasta incorporó una dedicación para elles.
Mientras su carrera seguía en crecida, el músico llegó a formar parte del conjunto de Paquita Bernardo, la primera mujer bandoneonista que tuvo el tango. Luego, pasó por el cuarteto de Enrique Pollet y más tarde por la famosa orquesta de Roberto Firpo. Para el año 1927 ya era pianista de la orquesta del reconocido bandoneonista Pedro Maffia.
Sin embargo, Pugliese y el violinista Elvino Vardaro se desvincularon de la orquesta de Maffia y conformaron su propio proyecto. Juntos tocaron en el Café Nacional y allí cosecharon tanto éxito que emprendieron una gira nacional.
Desgraciadamente, lo planeado fue un fracaso y hasta tuvieron que vender algunos instrumentos para recuperar algo de dinero. Al regresar a Buenos Aires, el pianista integró la orquesta de Alfredo Gobbi y más tarde acompañó a Daniel Héctor Álvarez, Roberto Firpo y Miguel Caló.
Sin embargo, Osvaldo Pugliese nunca abandonó el anhelo de conformar una orquesta propia y fue así que en 1936 creó un sexteto del que fue director y con el que debutó en la Avenida Corrientes. A pesar de los recambios en les músiques, esta orquesta lo acompañó durante 55 años.
La organización sindical
Además de su trayectoria como pianista, Don Pugliese también es reconocido por ser uno de les fundadores -y el afiliado nº 5- del primer sindicato de música popular, en el año 1935. Todo comenzó cuando les músiques que trabajaban tocando durante las proyecciones de películas mudas se vieron afectades por la llegada del cine sonoro.
Durante una entrevista realizada por Mona Moncalvillo para la revista Humor, en mayo de 1981, el artista contó que esta modificación tuvo como consecuencia “la desocupación general de los músicos típicos, de los hombres del jazz y de los músicos clásicos”.
“Además, para colmo de males, en los cafés de barrio las orquestas típicas fueron suplantadas por la vitrola. Una desocupación total, sumada a la crisis del año 29”, relató Pugliese.
Denominado Sindicato Argentino de Músicos, el gremio tenía como objetivo “promover las labores de la música como una dignidad personal y no un castigo”. Y, si bien en ese entonces existía la Asociación Profesional Orquestal, el pianista contó que esa entidad no podía resolver ningún problema de carácter gremial con las empresas.
“Tuvo que fundarse el Sindicato de Músicos, para resolver problemas económicos y de trabajo de los músicos”, aseguraba el pianista. A su vez, agregó que con este sindicato lograron conquistar el día de descanso, el salario y finalizar el trabajo a las cuatro de la mañana.
Osvaldo Pugliese, el santo de les músiques
Al igual que la mayoría de las grandes figuras populares, sobre este tanguero también hay un mito. Según cuenta la historia, todo comenzó la vez que un recital de Charly García casi fue suspendido por dificultades técnicas con el sonido.
A medida de que el show se atrasaba y los equipos no arrancaban, alguien decidió probar suerte al reproducir un disco de Pugliese. Mágicamente, el sonido empezó a funcionar y el show pudo concretarse.
Desde entonces, les músiques adoptaron al Maestro como el santo “anti-mufa”. Así, cada vez que se presenta un problema, les artistas lo invocan a través de la siguiente oración:
“Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos dejes en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”.