
Frente al desafío de reducir la contaminación, un equipo de investigadores del Consejo Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en la provincia de San Luis está desarrollando una alternativa sostenible. Su trabajo consiste en extraer polímeros de fuentes naturales para crear plásticos completamente biodegradables.
La dependencia mundial del plástico en la industria agroalimentaria provoca una crisis de residuos. Desde los envases de packaging hasta las mantas utilizadas en la agricultura (mulching), los derivados del petróleo son ubicuos, baratos y, sobre todo, altamente contaminantes.
El proyecto, liderado por la científica María Guadalupe García en el Instituto de Física Aplicada (CONICET-UNSL), se enfoca en reemplazar los materiales derivados del petróleo con biopolímeros. Estos son compuestos orgánicos de alto peso molecular, pero no son exclusivos de los combustibles fósiles.
Se encuentran de forma natural en estructuras vegetales y animales. La clave, explicó García, es obtenerlos de fuentes renovables para que sean funcionales, pero, al mismo tiempo, amigables con el medio ambiente.
Cabe mencionar que pese a los logros y la alta calidad de los recursos humanos, los investigadores del CONICET y las universidades nacionales operan con presupuestos limitados para la adquisición de insumos, mantenimiento de equipos y financiamiento de becas.
La persistencia del grupo BIOMAT y su capacidad para migrar de la investigación básica a la búsqueda de soluciones agroalimentarias y ambientales, es un testimonio de la resiliencia del sector, que se ve obligado a trabajar en contextos de ajuste y a buscar activamente la vinculación tecnológica para sostener proyectos de esta envergadura.

De filtros industriales a envases sostenibles
García pertenece al Grupo de Investigación en Membranas y Biomateriales (BIOMAT), dirigido por el investigador Nelio Ariel Ochoa. El BIOMAT, fundado en 1983, se enfocaba en el desarrollo de membranas y filtros para la purificación de agua y la remoción de tóxicos industriales. Sin embargo, en los últimos años, el equipo ha pivotado hacia la creación de soluciones sustentables para el sector agroalimentario.
“Nos enfocamos en polímeros que se obtengan de fuentes naturales, que son renovables y biodegradables, y que tengan la misma función que los plásticos que hoy encontramos”, afirmó García.
“Este tipo de estructuras orgánicas de alto peso molecular también se encuentran en la naturaleza, en un fruto, en las paredes celulares de casi todos los vegetales, también en algunas estructuras animales encontramos estos polímeros que cuando se los obtiene de fuentes naturales, por lo general son biodegradables y renovables”, agregó.
Doble beneficio: menos contaminación y más alimentos

El impacto de esta investigación es doble. Por un lado, la reducción de contaminación ya que lograron la disminución de residuos sólidos al reemplazar el polietileno (no renovable y no biodegradable) con materiales que la naturaleza puede descomponer.
Por el otro, la prolongación de la vida útil de los alimentos. El grupo está trabajando en películas biodegradables para envases activos. Estos desarrollos buscan extender la vida útil de un alimento sin la necesidad de agregar aditivos químicos como conservantes, aromatizantes o colorantes que se usan actualmente en la industria alimentaria.
Además, en el ámbito agrícola, las películas biodegradables están siendo probadas para su uso en mulching (cobertura de suelos). La idea es que estas láminas controlen malezas y contribuyan al crecimiento de las hortalizas sin requerir el uso de agroquímicos, aportando una solución de remediación ambiental directa en el campo.
Aunque la aplicación masiva todavía requiere más investigación y desarrollo, el grupo ya ha concretado convenios de I+D con empresas, demostrando que el conocimiento generado en el laboratorio tiene un destino claro: llegar a las huertas y al mercado como una alternativa real y necesaria a la contaminación plástica.

