
El Gobierno de Javier Milei, primero con la canciller Diana Mondino y luego con su reemplazante Gerardo Whertein desarrolla, en materia de política internacional, un desastre como pocas veces se vio en la historia de Argentina.
Se trató de un giro rotundo a la paciente construcción de varias gestiones, incluyendo la de Mauricio Macri, que no se animaron a tanto en la idea de subordinarse colonialmente a la administración de Estados Unidos, desde este año manejada otra vez por el republicano Donald Trump.
Un camino diplomático que consideró los intereses del país, aún con contradicciones internas y que entendía la conformación de un mundo con nuevos bloques de poder, con socios que son los reales (Brasil y China) y no Estados Unidos, deseados por ciertas élites tilingas, que con la secuencia de la “guerra de aranceles” de este 2025, demuestra que entre países priman los hechos y no las promesas.
Es cierto que Macri había puesto al país de nuevo en la senda del endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional en 2018, con la ayuda política de la primera versión Trump y que ese infortunio tampoco fue solucionado del mejor modo por el gobierno del Frente de Todos, que no consiguió estirar plazo o mejorar condiciones.
Pero lo que se conoce de las eventuales condiciones, negadas infantilmente por los funcionarios de Milei, que pondría Estados Unidos para rescatar con la suya a la Argentina, constituye una abierta cesión de soberanía alejada de cualquier principio de estado de Derecho, de norma republicana y hasta de lógica nacional.
Estados Unidos ve en el octavo país del mundo en extensión geográfica, un territorio perfecto para el despliegue de sus locuras imperiales en la guerra abierta contra China, que a esta altura se replica sin freno.
Hemos repasado las permanentes visitas de los jefes del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a nuestro país. Primero Laura Richardon, que visitó en el gobierno anterior a Cristina y al ministro de Defensa Jorge Taiana. Ya con Milei en la Casa Rosada, la generala lo hizo viajar a Usuahia para, en un gesto total de sumisión de parte del mandatario argentino, hacerle saber quién es el “jefe” de verdad.
Luego, fue el sucesor de Richardson, el almirante Alvin Holsey, quien volvió a nuestro país para continuar la presión militar. No es muy difícil de comprender que esas visitas constituyen un mensaje en sí mismo, que se suma a la enorme cantidad de elementos que configuran el espíritu de La Libertad Avanza de convertir la celeste y blanca en la estrella 51 de la bandera de Estados Unidos.
En los 20 minutos en los que se reunieron, Javier Milei prácticamente no le dirigió la palabra a Donald Trump.
Después, risas para la foto.
Una zona crucial del mundo que Milei está dispuesto a entregar
La defensa nacional de Estados Unidos se basan en la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) y la Estrategia de Defensa Nacional (NDS). Estos documentos definen intereses, amenazas y objetivos, priorizando la protección de “la patria y el pueblo, el fomento de la prosperidad, el mantenimiento de la paz mediante la fuerza y el incremento de la influencia estadounidense”.
La estrategia actual se enfoca en la competencia de grandes potencias, especialmente con China y Rusia, a través de alianzas, la modernización militar y el énfasis en la disuasión y la capacidad para responder a las amenazas.
Ese es el verdadero marco de la relación que se construye desde el poder de Estados Unidos. No es ni será una sociedad comercial, desde luego, entre economías que compiten. De hecho, el manoteo de dólares a los productores agrícolas, por la necesiad de Luis Caputo con respecto a las divisas, generó rechazos desde los propios estadounidenses, que vieron cómo en la carámbola de la desesperación, el Gobierno argentino le dio enormes ganancias a las exportadoras de granos, perjudicó a los del “campo” y le abrió una ventana de oportunidad a China que aceleró la compra de soja argentina.
En eso quedó envuelto incluso el propio secretario del Tesoro, Scott Bessen, que con su posteo del lunes abrió una expectativa de acuerdo de rescate financiero.
La euforia duró menos de una semana y cada día que pase sin anuncios concretos y efectivos será un problema acumulado para Milei.
Qué busca Estados Unidos, más allá de Milei
Aunque algunos digan que se desconocen los téminos de un posible acuerdo, los mojones que marcan el camino del interés de Estados Unidos no están en documentos secretos que se van a desclasificar dentro de medio siglo.
Se pueden encontrar en las referencias de Richardon a las “tierras raras”; la insistencia con la Base militar en Tierra del Fuego, con su relación a la cercanía de la Antártida (último objetivo planetario para explotar); las comparaciones del Estrecho de Magallanes con el Canal de Panamá, por su condición de paso entre el Atlántico y el Pacífico o el manejo del Río Parana, como principal ruta de salida de exportaciones argentinas.
Todos elementos que están ocultos en el discurso público de las autoridades argentinas o, peor aún, son silenciados por complicidad abierta en el proceso de la entrega de la soberanía. En algún caso, por pura ignorancia en la materia, aunque en política como en el derecho, nadie puede excusarse en el desconocimiento.
En otros, y será la historia en tiempos que están abiertos y en construcción, por ser parte de una lógica de Colonia, para los que la Patria es apenas el lugar donde circunstancialmente viven y hacen sus negocios.