
El gobierno de Javier Milei, por medio de su vocero Manuel Adorni, adelantó hace unas semanas que se encuentra trabajando en un decreto para privatizar parcialmente Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), la empresa que se encarga de administrar las centrales nucleares.
La iniciativa del Gobierno consiste en la licitación pública nacional e internacional del 44% de las acciones de la empresa, amparados en la sanción de la llamada Ley Bases, que tiene el objetivo explícito de ajustar, desregular y desmantelar el rol del Estado en la economía.
La política nuclear ha sido, en estos dos años de gobierno de Milei, un blanco más del ajuste fiscal. Dejando de lado la importancia estratégica de que el Estado Nacional produzca energía nuclear, además del prestigio científico del sector, la gestión libertaria recortó los recursos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y decidió abandonar proyectos nucleares avanzados como el prototipo de reactor CAREM 25.
No es casual que el anuncio de la privatización parcial de NA-SA se realizara con simultaneidad a las negociaciones del equipo económico con Donald Trump para un nuevo préstamo. El Gobierno necesita recursos para estabilizar una economía convulsionada –por lo menos- desde las elecciones legislativas, mientras que Estados Unidos necesita encontrar un mercado que le provea de minerales críticos como el uranio.
La posibilidad de que NA-SA quede en manos extranjeras es no sólo un riesgo para la soberanía nacional sobre nuestros recursos naturales, sino también una amenaza para les trabajadores del sector y para la seguridad nuclear.
Entrevistamos a Rodolfo Kempf, investigador de la CNEA especialista en combustibles nucleares y residuos radiactivos e integrante de la Coordinación Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria (CNTI) de la CTA Autónoma:
¿Cuál es la importancia de Nucleoeléctrica Argentina para el sector nuclear?
Argentina tiene tres centrales nucleares en funcionamiento y tenemos un proyecto para emplazar una nueva central nuclear en el predio de Lima, Zárate, donde están Atucha I y Atucha II. La otra central nuclear es Embalse Río Tercero, en la provincia de Córdoba.
En Embalse, en el año 2009 (durante los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner) logra hacerse un mantenimiento intensivo, un retubado. Por lo que tenemos en este momento dos centrales prácticamente a nuevo, generando energía abundante y una empresa (NA-SA) que, por lo tanto, es superavitaria del punto de vista de sus ganancias, de su renta.
La ley que domina el área nuclear es la 24.804, desde la década de 1990, que asegura que las centrales nucleares deben ser operadas al unísono por la misma empresa. En este momento es NA-SA.
Al mismo tiempo, existe otra ley que es la 25.018: la ley de Gestión Segura de los Residuos Radiactivos, en la cual Argentina además es parte de un acuerdo internacional, que establece que de los residuos radiactivos se tiene que hacer cargo la CNEA, en este momento entidad madre del área nuclear, fundada hace 75 años por Perón.
¿Cómo se presenta el escenario de la privatización?
En el caso de la privatización, quedaría una empresa que genera ganancias y energía eléctrica operadas por un privado con sus problemas técnicos ya resueltos y CNEA a cargo de los residuos radioactivos, como tal mandata la ley 25.018. De esta forma, se generaría una situación totalmente desfavorable para el Estado Nacional y no está claro de dónde saldría el financiamiento para llevarlo adelante.
Al mismo tiempo, con la privatización que se propone, el 20% del paquete accionario de NASA que es de la CNEA se propone pasarlos a la Secretaría de Energía, con lo cual habría una pérdida de al menos unos 300 millones de dólares.
¿Por qué se trata de un riesgo para la soberanía nacional?
Argentina es uno de los únicos países del hemisferio sur, junto con Brasil y Sudáfrica, con operación de centrales nucleares que generan energía eléctrica. El resto de las 460 centrales nucleares en el mundo están en el hemisferio norte.
Esto significa que se perdería un enclave estratégico en la cual Argentina tiene ciencia, tecnología, plantas piloto y un entramado industrial metalmecánico que aporta el combustible nuclear para estas centrales.
Se perdería este conocimiento y quedaría simplemente una generación de ganancias para, tal como estamos viendo en las últimas negociaciones con Donald Trump, probablemente una empresa extranjera.
Esto se traduce en la enajenación del patrimonio público, la pérdida de 75 años de conocimientos tecnológicos y productivos del área y tirar por la borda una experiencia acumulada que además ha garantizado que las tres centrales nucleares se operen con seguridad.
En resumen, con la privatización se perderían eslabones en la integralidad del entramado nuclear entre la generación y la fabricación de ciclo combustible y los materiales estructurales y si se extranjeriza, se pierde soberanía porque hay conocimientos que van a pasar a estar resguardados por secretos de otras empresas de grandes potencias.
¿Cuál es la situación de les trabajadores del sector?
La situación de los trabajadores es angustiante, los salarios son bajísimos. Son salarios para invitar a retirarse a los trabajadores hacia otros sectores, es decir, es el inicio de un vaciamiento.
Al mismo tiempo, hay un renacimiento nuclear en el mundo. Nosotros vemos con preocupación que este renacimiento termina siendo ensillado, es decir, dirigido por empresas privadas extranjeras.
Es un momento en el mundo para la energía nuclear de reverdecer, de renacimiento, tienen que ser manos soberanas, manos argentinas, conocimiento propio, ciencia nuestra la que lleve adelante este proceso. Pero la política del gobierno es una política para expulsar trabajadores.
Tenemos una medida de 30 trabajadores por mes que van pidiendo licencias sin goce, que es el primer paso para retirarse y para salir del área. Al mismo tiempo, los países que habían discontinuado su política nuclear precisan cuadros jóvenes para resolver todo tipo de problemas, desde problemas técnicos, de ingeniería, de cálculo, de física de reactores, etc., y esos cuadros pretenden que sean provistos por nuestros institutos universitarios.
¿En qué consisten las medidas de fuerza?
Las medidas de fuerza son muy importantes: nosotros vamos este jueves a una convocatoria de medida de fuerza en la puerta del Centro Atómico Constituyentes a un banderazo. El viernes 26 vamos a estar en Zárate, en el sindicato de Luz y Fuerza en un cabildo abierto por nuestra soberanía energética que va a tener como centro la deliberación y la planificación de la pelea contra la privatización de las centrales nucleares.
Al mismo tiempo seguimos en lucha con un conjunto del pueblo desde nuestros jubilados, los discapacitados, los sectores ciencia, tecnología, universidad; el conjunto de los sectores que están siendo atacados. Tenemos que avanzar en una unidad y una cohesión mayor para para derrotar estos estos planes de entrega de soberanía, de hambre y de represión.