
Roberto Sánchez, más conocido como Sandro, habría cumplido hoy 80 años. Su nombre evoca no solo al baladista que enamoró a millones, sino también al rockero de Valentín Alsina, pionero en adaptar clásicos internacionales al castellano y en ofrecer espectáculos que rompieron moldes en la Argentina de los años 60.
El “Gitano” trascendió géneros y generaciones, convirtiéndose en un mito de la cultura popular latinoamericana. Su influencia se mantiene vigente tanto en el rock como en la música romántica, y su legado artístico lo ubica como una de las voces más icónicas del país.
Los inicios de un rebelde del rock and roll
Antes de convertirse en símbolo de la canción romántica, Sandro se lanzó al escenario con una impronta rockera. A principios de los años 60 formó Los de Fuego, banda que encarnaba la energía del rock and roll y se animaba a versionar en castellano a figuras como Elvis Presley, The Beatles, Chuck Berry, Ray Charles y Little Richard.
Su estilo provocador, con movimientos frenéticos y un histrionismo pocas veces visto en la escena local, le valió comparaciones con Elvis. De esta manera, Sandro no solo imitaba, sino que tradujo el espíritu del rock a la Argentina, abriendo un camino que el idioma había mantenido vedado.
El reconocimiento de los grandes del rock nacional
Aunque por años su papel en la génesis del rock argentino fue minimizado, con el tiempo artistas y colegas comenzaron a reivindicar su aporte. León Gieco lo convocó para grabar Amigo Mío en 1988, y en los 90 compartió escenario con Pappo y Riff.
También participó en Tango 4 (1991), el disco de Pedro Aznar y Charly García, donde interpretó “Rompan Todo”. Más adelante, grabó con Raúl Porchetto y recibió un homenaje con el disco Tributo a Sandro: Un disco de rock (1999), en el que Divididos, Los Fabulosos Cadillacs, Bersuit Vergarabat y Attaque 77 reinterpretaron sus clásicos desde una mirada rockera.
El legado eterno de un ídolo
Sandro murió el 4 de enero de 2010, a los 64 años, tras una larga lucha contra una enfermedad pulmonar. Más de 150 mil personas participaron de su despedida, confirmando el amor inquebrantable que despertaba en el público.
Hoy, su legado se reconoce en múltiples facetas: el rockero irreverente, el baladista apasionado, el actor popular y el mito inmortal. A 80 años de su nacimiento, su música y su figura siguen iluminando la memoria colectiva de la Argentina y de toda América Latina.

