
En el diverso universo del teatro contemporáneo, pocas propuestas logran resonar con la audacia y originalidad de El Trabajo, de Federico León. Esta obra, más que una simple representación, funciona como un laboratorio escénico donde se quiebran los límites entre la realidad y la ficción. Es una invitación a conocer cómo los actores se autotransforman y crean sus personajes. Las funciones se realizan los viernes y sábados a las 20 hs, en ZELAYA (Zelaya 3134, CABA).
Esta propuesta teatral tiene como raíz la vasta trayectoria del propio León como formador. Inspirada directamente en los talleres que el dramaturgo, escritor y director teatral ha impartido durante más de quince años, la obra es una destilación de sus metodologías y filosofías pedagógicas. Se trata de un testimonio vivo de su compromiso con la indagación artística, una puesta en escena que nos permite asomarnos a la “cocina” de la actuación, al entrenamiento y a los desafíos que enfrentan quienes se entregan al arte escénico.
Esta producción de ZELAYA, en coproducción con Paraíso Club y con el apoyo de FITEI y Carlota Guivernau SL, representa un hito dentro de la prolífica actividad de Paraíso Club, un espacio de artes escénicas en Buenos Aires que funciona a través de membresías y presenta distintas obras de teatro, danza y performance contemporáneas de artistas locales e internacionales.
Un choque de talentos, la dirección y el desafío actoral
Bajo la dirección del propio Federico León, esta pieza despliega una trama que se aleja de lo tradicional. La propuesta esta vez es como ver un taller de actuación y los desafíos que deben afrontar los actores. La obra presenta a un grupo de participantes (Matías, Marian y Dina), que bajo la estricta guía de un profesor (interpretado por el mismo León), se someten a una serie de prácticas, ejercicios de autodisciplina y, en ocasiones, accidentes imprevistos.
Así el profesor va guiando al dúo actoral a vencer la tensión entre el apego y el desapego. Los conduce a la auto-transformación, como en un laboratorio en vivo con la complicidad del público, que les permite descubrir los bordes de la teoría y la práctica, y donde se descubre la importación de la improvisación y la entrega en el armado de los personajes.
Las actuaciones son el pilar fundamental de esta propuesta. Santiago Gobernori, figura icónica del teatro under, reconocido dramaturgo y director del circuito independiente, entrega una actuación fascinante. Su participación no es solo la de un actor, sino la de un co-creador, cuyas escenas dialogan directamente con su propia poética, impregnada de humor y juegos de lenguaje. Gobernori pone a prueba su propia estética, mostrándose en crisis y logrando una conexión empática con la platea que no suelta en ningún momento. Su capacidad para transitar lo absurdo y lo profundamente humano es una de las grandes virtudes de la obra.
Por su parte, Beatriz Rajland, una mujer de 87 años con una destacada trayectoria como actriz y doctora en Derecho Político, aporta una dimensión única al espectáculo. Su presencia en escena es un testimonio de vitalidad y audacia, desafiando cualquier preconcepto sobre la edad y la capacidad artística. La interacción entre ella y Gobernori, bajo la atenta mirada de León, crea momentos de una tensión y una comicidad inesperadas.
Por último, el propio Federico León se desdobla en su rol de director y actor, encarnando al profesor autoritario que desafía a sus alumnos a despojarse de miedos, repeticiones y muletillas. Su capacidad para transformarse en personajes grotescos o incluso animales demuestra la radicalidad de la propuesta y su propia disposición a la experimentación.
La búsqueda continua
«El Trabajo» no es solo una obra de teatro; es una invitación a la reflexión sobre el acto creativo en sí mismo, sobre la disciplina, la entrega y los riesgos que implica la búsqueda artística. Una propuesta super interesante y original, que sorprende minuto a minuto. Y logra que el público se sienta como un observador privilegiado de un taller de teatro, que espía los entretelones de cómo los actores se entrenan y se transforman. La pieza juega muy bien con la delgada línea entre la realidad y la ficción, invita a descubrir cómo se crean los personajes que se ven en escena, y a abrazar la imprevisibilidad del proceso creativo.