
En TikTok, el furor por las rutinas “glow up” no solo impulsó a los influencers a probar productos sin respaldo médico, sino que además los convirtió en promotores de métodos riesgosos, con tal de subirse a la tendencia y a raíz de estas peligrosas prácticas, los profesionales alertaron sobre los graves riesgos en la piel y traumas.
No obstante, una investigación reciente publicada en Pediatrics analizó 100 videos virales que el algoritmo recomendó a usuarias de 13 años. En promedio, cada rutina incluyó seis productos, muchos con ingredientes activos como los alfa-hidroxiácidos (AHA): ácido glicólico, láctico o cítrico. Si bien son útiles en tratamientos dermatológicos específicos, su combinación indiscriminada generó efectos adversos como enrojecimiento, ardor y sensibilidad extrema al sol.
En ese sentido, en el comunicado la dermatóloga Florencia Paniego observó ante el aumento de los casos que “la piel reacciona porque está intentando advertirnos que algo no anda bien”.
Sin embargo, en TikTok, miles de adolescentes comparten a diario sus rutinas de cuidado facial con máscaras de colores, sérums brillantes, exfoliantes con microgránulos, tónicos refrescantes y hasta cremas antiage sin medir las consecuencias. Por lo cual, este fenómeno no para de preocupar ya que los más jóvenes consumen esta red social con más frecuencia.
Estas escenas, de estética cuidada y filtros suaves, escondieron una serie de riesgos que alertaron a profesionales de la salud, desde irritaciones cutáneas hasta reacciones alérgicas severas, pasando por daño celular y consecuencias emocionales profundas. El “skincare” dejó de ser una rutina de autocuidado para convertirse en una exigencia obsesiva sin guía médica.
En uno de los casos analizados, una adolescente se aplicó diez productos distintos en solo seis minutos. A medida que la grabación avanzó, se notó cómo su expresión se volvió incómoda, hasta que su piel enrojeció de forma evidente. En otro clip, una joven afirmó haber sufrido una reacción alérgica: “Si alguien sabe cómo hacer que deje de arder, sería muy útil”, escribió, sin haber recibido ningún tipo de consejo profesional.
“La banalización de estos síntomas me preocupa profundamente”, lamentó la médica dermatóloga Florencia Paniego (MN 94.996). “Sin diagnóstico, estas señales se confunden con un ‘proceso de adaptación’ o se ignoran, aumentando el riesgo de lesiones o afecciones crónicas”, sostuvo.
Además del mal uso de ingredientes activos, los contenidos analizados difundieron información errónea, puesto que omitieron precauciones básicas, tales como realizar pruebas de tolerancia o aplicar protector solar y también promovieron estándares estéticos inalcanzables.
En relación a lo mencionado anteriormente, aunque varios de los productos presentes en las rutinas virales elevaban la sensibilidad cutánea al sol, apenas el 26% de los contenidos incluyeron el uso de protector solar.
El costo oculto de la belleza viral
Otro fenómeno alarmante detectado por profesionales fue el uso frecuente de lámparas de secado UV para uñas, popularizadas entre adolescentes como parte de una estética “clean girl” o “soft glam”. La exposición a esta radiación ultravioleta, similar a la de las camas solares, estuvo asociada con daño celular, envejecimiento prematuro de la piel y un incremento del riesgo de cáncer cutáneo en las manos.
“Lo que parece inofensivo, como una manicura con lámpara UV, en realidad expone a las adolescentes a radiación que, con el tiempo, puede dejar secuelas graves”, remarcó Paniego. Según explicó, este tipo de hábitos también requiere advertencias médicas, especialmente cuando se repiten sin protección ni intervalos adecuados.
Pero el problema trascendió lo dermatológico debido a que las rutinas virales impusieron una exigencia constante sobre la apariencia. En muchos casos, las jóvenes se despertaron a las 4:30 de la mañana para completar sus rituales antes de ir al colegio. Lo que debía ser una práctica de higiene personal se transformó en una competencia silenciosa por alcanzar un ideal estético inalcanzable.
“Estas rutinas demandan tiempo, dinero y una dedicación obsesiva. Detrás del glow up hay presión, frustración y deterioro de la autoestima”, explicó Paniego. En lugar de brindar herramientas de cuidado real, muchas influencers con millones de seguidores reforzaron la idea de que toda imperfección debe corregirse, que la piel debe ser siempre lisa, uniforme y luminosa, aunque eso implique lastimarla.
La médica insistió en que el tratamiento de la piel no puede reducirse a copiar rutinas ajenas. “Lo que funciona para una influencer no necesariamente es adecuado para todas las pieles. No hay fórmulas universales ni soluciones mágicas”, afirmó.
Además, concluyó que “el acné, la piel grasa, sensible, las manchas o la irritación son condiciones médicas, no problemas estéticos, y deben ser abordadas como tales”.