
El sábado, en una jornada que quedará grabada en las páginas doradas del deporte argentino, Horacio Zeballos logró consagrarse finalmente campeón de Roland Garros 2025 en dobles masculino. El marplatense, acompañado por el español Marcel Granollers, rompió su maleficio de finales perdidas y alcanzó, a sus 40 años, el primer Grand Slam de su carrera.
El título representa no sólo una reivindicación personal tras años de esfuerzo y frustraciones, sino también un nuevo paso histórico para el tenis argentino, que amplía su legado en el máximo nivel del circuito internacional.
Además, se sumó a Gastón Gaudio, Guillermo Vilas y Paola Suárez entre los monarcas nacionales que levantaron el trofeo dentro del Philippe Chatrier y el Suzanne Lenglen, templos de la élite del polvo de ladrillo.
París fue testigo de una revancha soñada
El camino al título no fue sencillo. En la final, disputada el sábado 7 de junio, Zeballos y Granollers (cabezas de serie número 5) se enfrentaron a los británicos Joe Salisbury y Neal Skupski en un partido de dientes apretados y emociones desbordadas.
El arranque fue fulminante: 6-0 en apenas 25 minutos, con una solidez que ilusionaba con una victoria rápida. Pero en el segundo set, la paridad se impuso, y el dúo europeo forzó un tie-break que lograron arrebatar por 7-5.
Ya en el tercero, cuando el físico apremiaba y el nerviosismo se volvía protagonista, apareció la magia: Zeballos conectó un revés cruzado alrededor del poste —imposible desde lo técnico, heroico desde lo emocional— para destrabar un juego crucial. Fue ese golpe el que quebró la resistencia rival. Finalmente, sellaron el 6-0, 6-7(5), 7-5 y desataron el festejo más esperado de sus carreras.
El recorrido hacia la coronación fue sólido desde el inicio del certamen. En primera ronda, Zeballos y Granollers superaron al dueto austríaco/portugués Lucas Miedler–Francisco Cabral por un contundente 7-6 (2) y 6-3. Luego, aplastaron en la siguiente fase al austríaco Alexander Erler y al alemán Constantin Frantzen por un 6-3 y 6-1.
En tercera ronda, arrasaron al mexicano Santiago González y al estadounidense Austin Krajicek por 6-2 y 6-1 y ratificaron su favoritismo en la competencia. Una vez en cuartos de final, derrotaron al dueto croata/brasileño Ivan Dodig–Orlando Luz con autoridad. El 6-2 y 7-6 (4) confirmó que las chances de título eran más que posibles.
En semifinales, enfrentaron a la dupla compuesta por el monegasco Hugo Nys y el local Édouard Roger-Vasselin, con quienes batallaron en tres sets para lograr su boleto a la definición: 6-7(5), 6-3 y 6-4.
El equipo venía afilado tras ganar los títulos en Madrid y Bucarest durante la gira europea sobre polvo de ladrillo. Esa continuidad y confianza se trasladó a París, donde pudieron plasmar su mejor tenis en el momento justo para alcanzar con el máximo trofeo en esta superficie.
De promesa en singles a leyenda en dobles
Lo de Zeballos no fue una aparición espontánea ni una historia de meteórico ascenso. Su trayectoria lleva más de dos décadas y está marcada por una evolución silenciosa pero constante. Debutó como profesional en 2003 y, si bien tuvo buenos resultados en singles —incluso venció a Rafael Nadal en la final de Viña del Mar 2013—, fue en el circuito de dobles donde consolidó su nombre.
Alcanzó el número uno del mundo en la especialidad en mayo de 2024, siendo el primer argentino varón en lograrlo. Pero las grandes citas le habían sido esquivas: perdió las finales del US Open 2019, Wimbledon 2021 y 2023. También había quedado dos veces a las puertas de la final en Roland Garros, cayendo en semifinales. Por eso, esta consagración en París tiene gusto a revancha. A desquite. A final feliz.
Más allá del trofeo, este título consagra una carrera marcada por la resiliencia. En un circuito que suele premiar la precocidad y la continuidad, Zeballos construyó su legado desde el trabajo, la inteligencia táctica y la capacidad de adaptación. En Granollers encontró un socio ideal para complementarse: experiencia, serenidad y química para encarar los desafíos más exigentes.
Juntos, lograron lo que durante años parecía una utopía. Con 13 títulos y 24 finales disputadas en siete años, este dueto se mantiene en la élite del tenis, con esperanzas de recuperar el primer lugar del ranking alcanzado en 2024, ahora con un título en el bolsillo. El máximo que cualquier tenista aspira a alcanzar.
Reescribiendo la historia grande del tenis argentino
Este hito coloca a Zeballos en una lista selecta de campeones argentinos en torneos de Grand Slam, una nómina que combina nombres históricos con páginas memorables del deporte nacional. En el plano masculino, Guillermo Vilas fue pionero: ganó Roland Garros y el US Open en 1977, y dos veces el Abierto de Australia (1978 y 1979).
Gastón Gaudio levantó la copa en París en 2004, en una final cien por ciento argentina frente a Guillermo Coria. Juan Martín del Potro, por su parte, se consagró en el US Open 2009, venciendo en forma épica a Roger Federer.
En la rama femenina, Gabriela Sabatini alzó el trofeo del US Open 1990 y también ganó Wimbledon en dobles junto a la alemana Steffi Graf en 1988. Paola Suárez se convirtió en una de las más grandes doblistas del circuito: ganó ocho títulos de Grand Slam en pareja con la española Virginia Ruano Pascual, incluidos cuatro Roland Garros.
Gisela Dulko también dijo presente en los libros grandes, al ganar el Abierto de Australia en 2011 junto a la italiana Flavia Pennetta. Con esta victoria, Horacio Zeballos se convierte en el primer argentino varón campeón de dobles en un torneo grande.
Su consagración aporta una pieza que faltaba en el rompecabezas de los logros nacionales, y demuestra que, incluso cuando la gloria parece esquiva, la perseverancia puede cambiar el rumbo de la historia. En tiempos donde las grandes alegrías del tenis argentino escaseaban, París volvió a teñirse de celeste y blanco.