A principios de este mes inició Les Actuantes, un ciclo teatral que propone obras formadas por la generación nacida entre los 90s y los 2000s. Las funciones se realizan todos los sábados a las 17, en la sala Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037) y las entradas pueden adquirirse en Alternativa Teatral.
Este 2024, el colectivo de actores y actrices presenta tres obras que invitan a reflexionar sobre el amor, el cuerpo y las máquinas. En este marco, Nota al Pie charló con Zoe David, una de las fundadoras del proyecto, para conocer más acerca de estas propuestas.
¿Cómo nació el ciclo Les Actuantes?
Se fundó en el 2021 por un colectivo de actores llamado Les actuantes, que en ese momento comenzó como un podcast. En 2022, trabajaba en Caras y Caretas, donde se acercó una obra de directores jóvenes. A partir de ella, surgió la idea de hacer un ciclo que se realizara en septiembre, octubre y noviembre.
Ahora vamos por la tercera edición y programamos cada mes una obra con autores, directores y actores nacidos a partir de los ‘90.
¿Cómo se eligen las obras del ciclo?
Para el ciclo actual, es la primera vez que hicimos una convocatoria abierta en la que se anotaron más de 200 obras. El único requisito fue que al menos una persona sea del 90/2000.
Encontramos un montón de variantes; obras unipersonales, estrenos, comedias, entre otros. Lo que tratamos es programar una itinerancia para trabajar con personas que no lo hicimos antes o que sean de universidades distintas.
La idea es que el ciclo sea una plataforma de muestra de lo que hace nuestra generación, entonces intentamos que la temática nos convoque, que los dispositivos nos resulten novedosos, que nos conmuevan y haya virtuosismo en diferentes áreas como la dramaturgia y la interpretación.
Este ciclo tiene 3 obras: “Mati y Pablito”, “Subatómica” y “La Bicha”. ¿Por qué fueron elegidas?
En relación a “Mati y Pablito”, vimos la primera de la trilogía que compone la obra. Es muy tierna porque trata del amor y la amistad. Va a permitir que el público pueda interactuar de forma distinta, ya que se pueden sentar en butacas arriba del escenario.
En ese sentido, la propuesta tiene una apuesta poco común. Lo que nos llamó la atención es el uso del espacio. También simulan una fiesta, entonces el público tiene un rol más participativo en comparación con lo tradicional.
“Subatómica” y “La Bicha” comparten que son ciencia ficción. “Subatómica” tiene una dirección increíble de la escenografía e iluminación, mucho más cinematográfica. Es muy impactante. A eso se suma un disparate no muy visto en el teatro.
En cuanto a “La Bicha”, es un estreno con la dirección de Violeta Marquis. La obra es una ciencia ficción ubicada en los años 50, que relata el amor entre dos mujeres y las máquinas. Es algo que nos interesa pensar: cómo las máquinas están relacionadas con nuestros cuerpos.
Es un melodrama, un código que no tenemos mucho en el teatro. Además, las actrices son las autoras. Es interesante que la obra nació en un espacio de formación, en el Deportivo Teatral. Entonces también nos interesa acompañar los procesos creativos hasta lugares formales, como puede ser la presentación en un teatro.
¿Cómo fue el proceso de producción?
El ciclo está en el marco de Caras y Caretas, un teatro reconocido y hermoso, que tiene un montón de cosas que aportan a los grupos que tienen más experiencia en el teatro independiente. El teatro provee técnicos, acomodadores y un equipo de producción. Parte del ciclo es que las obras tengan esa experiencia, proveyendo todo lo necesario para la adaptación de las historias.
¿Qué respuesta obtuvieron del público desde el primer ciclo?
Fue muy hermosa y por eso seguimos hasta este momento.Lo importante es que van circulando las compañías y con ello se van acercando sus públicos. Entonces, va creciendo año a año en conjunto con el ciclo.
El año pasado incorporamos la terraza de Caras y Caretas, tras el término de cada obra se puede subir para tomar algo, usar los juegos que hay, escuchar a algún artista o interactuar con el elenco de las obras. Es un espacio para generar comunidad.
¿Cómo percibís el consumo de teatro en la generación que está sobre los 30?
En el teatro independiente podes encontrar las salas llenas, cuesta pero siempre hay gente. Nos vemos mucho entre actores, actrices y dramaturgos. Me gustaría convocar más a personas que no se dedican al teatro porque, al igual que el cine y la literatura, el teatro también es un espacio de reflexión de nuestra realidad, donde hay una persona que se pone en riesgo sensible delante tuyo.
En ese sentido, hay un definición del dramaturgo Mauricio Kartun: “El teatro es un cuerpo conmocionado atravesado por un espacio bañado por una luz”. Eso es lindo, porque es un cuerpo emocionado al que le pasan cosas y que siempre puede ser distinto a la próxima función y eso es lo diferente del teatro.
¿Cómo fue llevar adelante esta nueva temporada en un contexto de recortes presupuestarios a la cultura?
Es una situación re difícil sobre todo porque quienes trabajamos en cultura no lo hacemos por la plata que deberíamos cobrar y muchas veces lo hacemos por amor al arte. Uno de mis objetivos de la vida es que no sea así, luchar contra eso y entender que las personas que estamos en la cultura somos trabajadores que aportan a la sociedad desde espacios que son necesarios para la población.