La Semana de Parto Respetado, que se desarrolla del 16 al 19 de mayo, tiene como objetivo reconocer los derechos de las personas gestantes y rechazar la violencia obstétrica que sufren las mujeres antes, durante y después del parto.
En diálogo con Nota al Pie, la Licenciada Lorena Laserre explicó la importancia de esto para la salud mental. En Argentina, se realizan más del 15% de cesáreas, una cifra que supera las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). No obstante, en los hospitales públicos, esta cifra asciende al 43,4%. La Asociación “Somos Grupo de Mujeres más” trabaja diariamente en el fortalecimiento del apoyo y acompañamiento emocional en fertilidad y maternidad.
La importancia del parto respetado
“La Ley de Parto Humanizado, ahora llamada Ley de Parto Respetado, tiene el objetivo de respetar los derechos humanos de la mujer en todo el proceso, desde el preparto, embarazo, trabajo de parto, parto y postparto, es decir, durante todo el periodo y no sólo en el embarazo”, resaltó Lasarre.
De esta manera, la psicóloga explicó sobre los derechos que se deben respetar en el embarazo: “La mujer tiene derecho a ser informada de todas las intervenciones médicas que se le van a realizar, a estar acompañada por quién ella desee, ser tratada con respeto de modo individual que garantice su intimidad y lo que ella necesite”.
En relación a lo anterior, la especialista remarcó que, dentro de las pautas culturales, a menudo se utilizan diminutivos para referirse a las mujeres, tales como “mami”, “mamita”, “chiquita” o “querida”. Estos términos pueden infantilizarlas o tratarlas de forma despectiva de acuerdo a su país de origen.
En tanto, otro de los aspectos que subrayó la especialista es que, a pesar de que la Ley de Parto Respetado tiene muchos años, no se termina de cumplir: “Las movilizaciones que se realizan son necesarias para concientizar, pero también es necesario que cada profesional e institución forme a sus profesionales”.
Por un parto sin violencia obstétrica
“El modelo biomédico hegemónico tiene que sufrir cambios porque, a nivel cultural, las intervenciones innecesarias van a seguir ocurriendo. Entonces es importante, al igual que, por ejemplo, contar con un Observatorio de Violencia Obstétrica, tener desde el Estado las herramientas necesarias para intervenir”, agregó.
“El embarazo no es una condición patológica como para que se considere una situación de enfermedad. La mujer debe ser protagonista y partícipe de su parto, tiene derecho a su parto vaginal sin recurrir a prácticas invasivas como la cesárea, anestesias, cortes, episiotomía y, además, ser informada en todo momento sobre lo que va ocurriendo”, subrayó la psicóloga.
Asimismo, es importante remarcar que la persona gestante tiene derecho a saber sobre el estado de su hije, no ser sometida a situaciones y a exámenes innecesarios, salvo que sea con consentimiento de ella. Otros de los derechos que se defiende es recibir asesoramiento sobre los cuidados del niño o de la niña y también sobre las cuestiones adversas.
En relación a los efectos derivados de los estudios, la especialista añadió: “Generan consecuencias tanto físicas como psicológicas. Hay una gran desconfianza del sistema de salud y, a nivel individual, puede generar depresión, estrés, crisis de pánico, baja autoestima, angustia, soledad, impotencia y muchas veces afectar al vínculo inicial con el recién nacido”.
“Es una violencia machista que tiene que ver con el género y con el sistema médico hegemónico. La mujer, al estar subordinada por su condición de ser mujer, y por el sistema médico y patriarcal, es sometida así a una situación de vejación muy invalidante”, aseveró Laserre.
“Volver a empoderar a esa mujer lleva un tiempo y poder rever ese relato de parto es importante. A veces se trabaja mucho sobre eso, reconstruir ese parto, ver lo que sí se ha podido hacer, sacarla de ese lugar de objeto, de vejación y sanar a esa mujer”, concluyó.