Se dice que Buenos Aires le da la espalda al río, pero esto no fue siempre así. Hasta mediados de 1950, el balneario municipal de la Costanera Sur era uno de los sitios más importantes de la ciudad. En los veranos, la playa se llenaba de personas que paseaban por la ribera y disfrutaban de la costa. Era tanta la concurrencia, que se denominaba “la Bristol porteña”. Sin embargo, para la década del 70, debido a su estado de abandono y el grado de contaminación del río, fue clausurada.
Las escalinatas del paseo llegaban hasta el agua, y era el sitio preferido para descansar, tomar sol y luego tomar un baño. En la actualidad, el espigón está rodeado de tierra rellenada; de un lado se encuentra la vegetación de la Reserva Ecológica Costanera Sur, y del otro las viviendas del barrio popular Rodrigo Bueno. No obstante, el paseo iba más allá del balneario, ya que comenzaron a inaugurarse diferentes confiterías, monumentos y hasta un parque de diversiones.
Hoy en día existen diversos proyectos inmobiliarios, como “Costa Urbana” que pretenden construir más torres en la zona de Puerto Madero, a los que se oponen ambientalistas y vecines.
La “Bristol” porteña
La historia cuenta que el 11 de diciembre de 1918 hizo un calor sofocante en la Ciudad. El paseo habitual consistía en dar una vuelta con coches, algunos descapotables. Las mujeres tenían largos vestidos y los hombres iban de traje, con amplios sombreros y galeras. Aunque comenzó a llover, nada interrumpió la inauguración del Balneario Municipal a cargo del intendente Joaquín Llambías. Incluso, un monseñor bendijo las aguas.
El espigón, que hasta mediados del siglo XX llegaba hasta el río, fue el sitio elegido por miles de porteñes para pasar sus vacaciones. Quienes no podían ir a la costa atlántica, tenían un espacio para disfrutar del verano. Su construcción era innovadora para la época, y hasta incluso tenía vestuarios. En su terraza se crearon jardines al estilo de los de Versailles y se instalaron faroles y maceteros de bronce importados de Francia.
En 1936, el gobierno municipal decretó que los juegos de agua del carnaval sólo podían realizarse en el paseo de Costanera Sur, por lo que la concurrencia fue aún mayor. Pero para 1950, las aguas comenzaban a estar contaminadas. Esto derivó a que, en 1975, durante la última dictadura cívico militar, la Ordenanza Municipal N° 32.716 decretara la prohibición de la entrada al río.
En unos años, el balneario pasó a ser un depósito de escombros. Esto terminó de marcar el momento en que la Ciudad comenzó a darle la espalda al Río de la Plata. Estos restos pertenecían a casas y edificios que fueron demolidos para construir las nuevas autopistas, lideradas por el brigadier Osvaldo Cacciatore. Además, se buscaba ganarle tierra al río para más construcciones. Entre ellas se destacaba el Centro Administrativo de la Ciudad, un proyecto que terminó por caducar en 1984.
La “Belle Époque” rioplatense
Entre 1920 y 1940, el “Paseo de la Ribera” alcanzó su máximo esplendor. Por un lado, el balneario donde miles de porteñes asistían en verano, con sus ramblas, pérgolas y faroles. Por el otro, el teatro griego, las cafeterías, esculturas, el parque de diversiones y un gran palomar. En 1921, el presidente Yrigoyen inauguró el primer tramo de la Avenida Costanera Sur.
El espigón, creado en 1918, era una de las principales atracciones. Con los años pasó a llamarse Espigón Plus Ultra, en reconocimiento a la travesía del hidroavión que realizó su primer vuelo entre España y Buenos Aires. Ahora, el mismo forma parte del centro de la Reserva Ecológica Costanera Sur. Hacia el norte, donde les porteñes veraneaban, se encuentra la “Laguna de los coipos”.
En 1927 se inauguró la Cervecería Munich, que hoy Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico. Allí se reunían “personajes ilustres”, como pensadores, polítiques, artistas, deportistas y visitantes. Entre ellos se destacan Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios, Alfonsina Storni, Juan Manuel Fangio, e incluso Carlos Gardel.
En tanto, la Fuente de las Nereidas permanece erguida desde hace más de 100 años, ahora protegida con paredes de vidrio. Fue esculpida por Lola Mora, artista tucumana, y traída desde Roma en 1903. En un principio estuvo ubicada en Paseo Colón, pero en 1818 se trasladó a Costanera Sur.
La creación de la Reserva Ecológica Costanera Sur
Las nuevas obras que pretendían construir en las tierras ganadas al río quedaron en ideas, pero la vegetación se abrió paso y comenzó a crecer entre los escombros. Se trataba de especies silvestres propias de la zona ribereña, y otras exóticas que venían arrastradas con la corriente. Al ser una zona de humedal, con las frecuentes inundaciones y la llegada de camalotes por el río, se formaron diferentes ecosistemas, como pastizal con cortaderas, humedal y bosque ribereño de alisos.
En 1986, la Fundación Vida Silvestre Argentina, Aves Argentinas y Amigos de la Tierra le propuso al gobierno porteño proteger este espacio declarándolo reserva. Por la Ordenanza 41.247/86, el 5 de junio se declaró Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica, la primera en la ciudad. Años después, en 1994 fue declarada de Interés Nacional por la Secretaría de Turismo de la Nación y de Interés Turístico por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Además, en 2005 fue declarada Sitio Ramsar; es decir, un Humedal de Importancia Internacional. En el mismo año, BirdLife International y Aves Argentinas la reconocieron como un AICA (Área de Importancia para la Conservación de las Aves). Allí habitan más de 300 especies de aves, de las 1000 que hay en todo el país. Además, cuenta con más de 1500 especies entre mamíferos, anfibios y reptiles.