El 1 de septiembre llegó a la cartelera nacional “Antígona en el baño”, una genial adaptación de Antígona, obra clásica de Sófocles. Sus funciones se realizan los viernes y sábados 22.00, así como también los domingos desde las 20.30 en el Teatro Astral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
La trama de “Antígona en el baño”
En esta ocasión, la tragicomedia está protagonizada por la propia Verónica Llinás, Esteban Lamothe y Héctor Díaz, un trío que despierta risas de principio a final. Además, Llinás junto al dramaturgo Facundo Zilberberg son los encargados de darle esa cuota de humor barrial y transformarla en una tragicomedia ambientada en la farándula nacional.
En su inicio, el público conocerá a Ignacia, una actriz que sufre un ataque de pánico antes de salir a escena, y quien regresa al ruedo después de un prolongado exilio mediático.
Luego, cuando las luces en el escenario se encienden, el público descubre que, en realidad, la protagonista se encuentra atrincherada en un baño, sumida bajo la amargura y muy lejos de ser aquella mujer que se sentía segura en el escenario y brillaba como una reina.
Ante la situación que padece Ignacia, aparecerán para ayudarla el hijo de su representante y un coach ontológico, quien además es especialista en asistir a víctimas de tragedias.
La trama de “Antígona en el baño” tiene un texto superfluo, pero en realidad es una historia atravesada por la tragedia. En ella se exponen diversos temas como: la mujer enfrentando el paso de la edad, la soledad, la maternidad, el desgaste físico y el amor.
A partir de esta obra, el público es cómplice de cómo la actriz, una mujer que quiere escapar del tiempo, logra superar todos sus miedos, acompañada por estos dos simpáticos personajes que actúan como una especie de “rescatistas”. Cada uno de ellos con su propia profundidad, en una historia costumbrista que incorpora muchos elementos de comedia y un toque de enigma.
Verónica Llinás y un papel con una valiente imaginación
En la pieza teatral, Llinás, además de protagonizar, oficia en la dirección junto Laura Paredes. Todo ello con el fin de que el clásico griego cambie en su totalidad de ambiente y se traslade al mundo del espectáculo y la televisión local con un enfoque humorístico.
En efecto, el resultado es una obra exquisita que, en su nueva dramaturgia, combina elementos de la tragedia clásica con el humor contemporáneo. Esto último potenciado por el talento de su elenco a lo largo de setenta minutos.
A lo largo de la pieza, el personaje principal es manejado de manera increíble por Llinás, quien usa todos sus recursos actorales para interpretar a esa mujer egocéntrica e histriónica.
Por su parte, Esteban Lamothe da vida al desesperado representante junior, quien cansado de las mañas de esta caprichosa actriz suma frescura a la puesta con su espontaneidad, al tiempo que logra establecer una gran empatía con la platea que le festeja cada remate.
A su vez, Héctor Díaz desempeña muy bien el rol de un inusual coach ontológico con técnicas propias y particulares. Dueño de una flamante línea de pensamiento llamada “Paisajismo de la mente”, será el personaje clave que tratará de sacar a la protagonista de su anclaje al olvido, además de lograr un equilibrio entre la actriz y su agotado representante.
En resumen
La obra adquiere soltura al ritmo que la protagonista experimenta una variedad de emociones a lo largo de la historia. La misma cuenta con un guion renovado e intrigante, más algunas palabras picantes muy bien usadas, que encajan a la perfección con este personaje principal.
A ello, la música y la iluminación se entrelazan de forma impecable, elevando la puesta teatral y dando un marco perfecto a la trama. Además, el escenario se presenta de manera sencilla, es un elegante baño antiguo, con una bañera repleta de espuma, un taburete y un inodoro.
Por último, son estos tres elementos los necesarios para que este trío de grandes actores se muevan libres por el escenario y desarrollen una fantástica comedia.