Existen juguetes famosos que han atravesado épocas y se han convertido en íconos globales. Pero son pocos los que, como Barbie, han dejado el mundo del juguete para ingresar a la cultura pop. Sagrada, vestida por diseñadores –tiene su propio vestido diseñado por Yves Saint-Laurent–, celebrada por Andy Warhol, plasmada en papel brillante hasta el punto de convertirse en una caricatura de sí misma, pero siempre ocupando un lugar común: el ideal de que una mujer debe parecer una muñeca Barbie.
Hoy, a sus 64 años, en una edad en la que las mujeres se vuelven invisibles, es encarnada por Margot Robbie en la película de una de las figuras del cine independiente estadounidense, Greta Gerwig. Mientras, una ola de Barbiecore y su tono de rosa Pantone 219 C ha invadido las redes sociales. Desde la “casa de Barbie” disponible en Airbnb hasta la cuenta de Instagram con sus 2.4 millones de seguidores, el mito parece no debilitarse.
Cuando se anunció el proyecto de que la muñeca llegaría a la pantalla grande en acción real, les cinéfiles tenían una confianza inquebrantable en que la adaptación de la famosa muñeca de plástico hecha por la cineasta indie sería innovadora e inteligente. Sin embargo, el excesivo marketing rosa ha hecho temer lo peor.
Sin embargo, luego de una larga espera, se ha podido descubrir el resultado. Y Barbie es exactamente lo que promete ser y, lo más importante, es la película que estaba destinada a ser. Aunque sirve a los intereses del gran capital –una película de Warner producida por Mattel (dueño de la marca Barbie)– Greta Gerwig no se esconde detrás de ninguna falsa idealización y arriesga todo, sin hacer concesiones, aunque a veces roza el exceso, para llevar a cabo su visión.
Fiel al tono de su marketing y a sus múltiples teasers, cortometrajes y tráilers, no hay engaños en esta producción: es la Barbie original, la de la infancia de muches, cuya historia se despliega en la pantalla. Pero la directora y su colaborador Noah Baumbach no se limitaron a adaptar de manera inteligente el mundo de Barbie. Bajo la capa de colores, trascienden todos los aspectos: Barbie, Ken, Barbieland, Mattel y el feminismo.
Barbie descubre el patriarcado
Barbie tiene la vida de sus sueños. Junto a sus alter egos y algunos Ken, evoluciona en un matriarcado ideal. “Puedes ser lo que quieras”, el eslogan de la compañía cobra todo su sentido. Barbie presidenta, abogada o física, las muñecas gobiernan el mundo. En lugar de presentar una reinterpretación feminista de la famosa muñeca, les guionistas partieron de la premisa de que Barbie es feminista, Barbieland se ha construido a su imagen y semejanza. Los Ken solo existen para ser admirados y considerados por las Barbies.
Sin embargo, esta postal se rayará cuando Barbie se despierte con mal aliento, tome una ducha fría y descubra con horror que sus pies se han vuelto insoportablemente planos y que la celulitis invade sus muslos. Para salvar su utopía, el personaje interpretado por Margot Robbie tendrá que enfrentarse al “mundo real”. Así comienza para ella un viaje iniciático en el contexto de una crisis existencial. Aceptará la compañía de Ken en esta búsqueda y juntos descubrirán el escenario más falso del mundo real: Los Ángeles.
Para Barbie es una desilusión: los humanos la odian e incluso es una de las razones de su infelicidad. En cuanto a Ken, descubrirá la prevalencia del patriarcado entre los humanos, lo cual será una revelación, y tratará de implantarlo en Barbieland, donde él es “solo Ken” y en cualquier otro lugar sería un 10.
El subtexto feminista debajo de la estética de Barbieland
El mundo de Mattel es un patio de recreo ideal para Greta Gerwig. Lejos de la sobriedad de su adaptación de la novela de Louisa May Alcott, Mujercitas (2019), la cineasta explora un mundo dominado por el rosa. Tras una secuencia que cita explícitamente 2001, Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1964), la película se sumerge en el corazón de una Barbieland que multiplica las referencias a los juguetes comercializados desde finales de los años cincuenta.
Esta estética depurada, que juega tanto con los colores como con las texturas, da lugar rápidamente a una sensación de irrealidad que es, sin duda, la principal baza de la película. Gracias a un trabajo de orfebrería, tanto para el vestuario como para la decoración, Barbie encierra la fuerza imaginativa de las infancias. Pero la cámara de Greta Gerwig no solo tiene como objetivo dar vida a la licencia de Mattel, sino que también quiere apoyar el subtexto feminista que les espectadores han estado esperando.
Greta Gerwig ha hecho del retrato de la “mayoría de edad” su marca registrada. En tan solo dos películas, la cineasta se ha destacado como una de las mejores narradoras de historias de adolescentes. Su increíblemente sensible Lady Bird (2017) marcó una fecha en la historia del género. Por lo tanto, podríamos esperar que este dominio se utilice en la exploración de las aventuras de Barbie.
Sin embargo, con Mattel a cargo, su margen de maniobra parecía bastante limitado. Aún así, atacar a la muñeca sin cuestionar las cuestiones sociales que plantea podría haber tenido el efecto insignificante. Afortunadamente, Gerwig acentúa su historia iniciática con algunas respuestas duras al patriarcado. Barbie no rehúye de ningún tema feminista, desde el culto a la delgadez hasta el acoso sexual, esta adaptación abre muchas puertas.
La historia no se preocupa por la sutileza, prefiriendo desarrollar su mensaje a través de bromas bien sentidas y diatribas conmovedoras. Después de todo, la compañía tampoco tomó atajos cuando reinventó sus muñecas hace unos años.
En 2016, y por primera vez en 56 años, la mítica muñeca se mostró con kilos y centímetros de más. Acusado de haber participado durante mucho tiempo en la promoción de la belleza irreal, Mattel estaba dando un paso más hacia la inclusión. Este renacimiento, aunque encomiable en un deseo de representación, también fue una forma para que el gigante restaurara su imagen y obtuviera ganancias en el camino.
Un elenco brillante al servicio de la comedia
Cuando se anunció el casting, era difícil dudar de la elección de Margot Robbie para protagonizar. La actriz australiana que se divierte deconstruyendo su mito en cada aparición demuestra su talento ante la cámara de Greta Gerwig. Hipnótica, da cuerpo a ese personaje con el que muchos niñes han soñado, del que se han apoderado y al que han abandonado cuando la adolescencia estaba a la vuelta de la esquina. La sinceridad de su afecto por el universo se convierte rápidamente en el motor de la película. Debajo de su aparente perfección e ingenuidad crónica, la figura esconde un verdadero potencial cómico.
Frente a ella, Ryan Gosling brilla. Más acostumbrado a las partituras dramáticas, al menos recientemente, el actor revela una nueva paleta de emociones y colores. Le quedan genial. Una verdadera garantía humorística. Si ya había demostrado su dominio del canto, Gosling entrega aquí ciertas escenas que prometen ser hitos.Su interludio musical, que bebe directamente de ciertos clásicos de la comedia musical como Grease (Randal Kleiser, 1978) o Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1954), promete resonar durante mucho tiempo en nuestros cerebros en busca de propuestas cantadas en el cine
Finalmente, Michael Cera es muy divertido en su rol de Allan, un experimento de Mattel que se produjo en los años 60. Aunque no siempre tiene la oportunidad de destacar. Barbie ha reunido a talentosos comediantes, y la combinación funciona a la perfección.
El equilibrio entre el mensaje feminista y los objetivos comerciales de Mattel
En una era posterior al #MeToo, todos esperaban que Robbie interpretara a una Barbie feminista con exclusión de cualquier otra. ¿Resultado? Un regalo del cielo para Mattel, que quiere abrazar los temas feministas y cuida su storytelling recordando que Barbie era una feminista antes de tiempo, divorciada de Ken por nota de prensa oficial en 2004, con unas 200 carreras en su haber y que optó por una vida sin hijos.
En 2018, Barbie lanzó el proyecto Dream Ceiling, una alianza global con la ONG Inspiring Girls y más de 1 millón de euros invertidos para “reforzar sus compromisos con el empoderamiento de las niñas desde edades tempranas”. Un mensaje llevado en 2022 por la influencer Lena Situations. En las redes, Barbie habla hoy de “orgullo”, “inclusividad” y “cuerpo positivo”, demostrando que una vez más entiende su época. El de la influencia.
Por supuesto, no podemos olvidar que Mattel es el productor de la película y que su objetivo siempre será vender más muñecas. La película sirve a la marca más que cualquier publicidad, y al permitir que Greta Gerwig juegue tanto con su imagen, la empresa ha creado su mejor narrativa. Barbie no podría haber soñado con una mejor embajadora.