La noche del 3 de mayo dos vehículos aéreos no tripulados fueron dirigidos contra el Kremlin pero interceptados por el sistema de Defensa de la Federación Rusa.
La Cancillería rusa le adjudicó la responsabilidad del intento de atentado a Kiev, aunque el gobierno ucraniano lo negó. Nota al Pie analiza el hecho desde una mirada geopolítica que permite visualizar la dinámica de la crisis internacional.
El detrás del atentado
Aunque no se hayan dilucidado las causas y los responsables del hecho, la comunidad internacional ya se ha posicionado al respecto trascendiendo la esfera de los principales involucrados: Rusia y Ucrania.
Por un lado, desde Moscú plantean que fue un atentado terrorista planificado por Kiev con el objetivo de asesinar a Vladimir Putin, ya que los drones fueron dirigidos al Kremlin, la residencia del presidente. En tanto, el gobierno ucraniano negó haber sido el artífice e, incluso, la Casa Blanca rechazó haber sido partícipe de semejante acto.
Asimismo, desde Rusia lo analizaron como una provocación política considerando que el incidente sucedió en la antesala de un nuevo aniversario del Día de la Victoria, que tendrá lugar el próximo 9 de mayo.
De este modo, Moscú busca ratificar su tesis de “desnazificar” Ucrania como motivo de la Operación Militar Especial. Mientras tanto, Volodimir Zelensky le pidió desde Finlandia a La Haya que cree un tribunal especial al estilo “Núremberg” para “juzgar los crímenes de Rusia”.
En otro orden, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se pronunció al respecto y pidió a ambas naciones que eviten realizar acciones que “puedan profundizar el conflicto”.
El portavoz del organismo, Farhan Haq, indicó que la ONU “no está en condiciones de confirmar esa información” en relación a las declaraciones de ambos países.
En paralelo, el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, le transmitió por vía telefónica su solidaridad y apoyo y expresó su “total condena” ante el “intento de magnicidio”. Y en esa misma línea coincidió Siria, socio de Moscú en Oriente Medio.
¿Un plan diseñado en Washington?
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia emitió un comunicado en el que condena los “intentos de actos terroristas” cometidos contra el Kremlin de Moscú. A continuación, plantea que responderán “de acuerdo con las evaluaciones de la amenaza que Kiev ha supuesto para el liderazgo de nuestro país”.
Además, argumenta que “las acciones criminales del régimen de Kiev confirman una vez más que esta capital no aspira a la paz ni a la solución política y diplomática del conflicto”.
Sin embargo, algunos periodistas y analistas de la política internacional conjeturan que la operación fue de “falsa bandera”, es decir, autoinfligida. Su planteo se basa en que Rusia aún no ofreció prueba alguna de la procedencia del ataque en forma de registros de radar u otra clase de indicios.
También resulta incongruente el despliegue de semejante invasión al sistema aéreo del centro político del país considerando el complejo industrial-militar de Defensa que Moscú viene desarrollando desde el inicio de la Guerra Fría.
Ucrania: entre la solución pacífica y la escalada militar
Una vez más, la situación en Ucrania vuelve a poner de relieve los trazos gruesos de una confrontación de escala internacional por el desarrollo de un nuevo orden geopolítico.
En este sentido, algunos intelectuales comentan que esta operación presuntamente planificada y ejecutada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Kiev expresa un intento desesperado y violento para desordenar el escenario.
En efecto, la superioridad rusa es tal que Ucrania ha reportado medio millón de bajas entre muertos y herides que se encuentran fuera de combate, mientras Rusia tan sólo 3.000.
A su vez, la asistencia militar europea está tan fatigada que el propio secretario general de la OTAN reconoce que no hay manera de reponer el gasto en municiones ni fortalecer la logística militar en una operación que está teniendo resultados negativos. Y esto evidencia el despliegue de las fuerzas en el plano geopolítico.
Si bien la OTAN ha perdido la iniciativa estratégica, Estados Unidos, como principal promotor de la guerra, ha cumplido el objetivo de dinamizar su aparato armamentístico a partir de la venta desenfrenada a Kiev.
En paralelo, ha debilitado los vínculos geopolíticos que en la última década habían forjado la Europa industrial con la región eurasiática, aunque las necesidades comerciales complementarias aumenten.
Sin embargo, el guerrerismo norteamericano sobre Rusia y el Mar Meridional de China no han hecho más que acelerar la inercia del desarrollo del multipolarismo pluriversal, que se expresa con la caída del patrón dólar, por ejemplo.
Además, resulta paradigmático el encuentro entre Serguéi Lavrov y Qin Gang en el marco de la reunión de ministros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). “Constataron la creciente autoridad de la organización en los temas mundiales y su peso clave en la seguridad regional”, indicó el ente.