viernes 6 de diciembre de 2024

¿Por qué ya no se ven sapos y qué propone la iniciativa “Cururú”?

Los anfibios son un indicador de la salud ambiental, pero se estima que al menos la mitad de las especies conocidas están amenazadas y podrían extinguirse. Como respuesta, el Proyecto Cururú y SAVE THE FROGS! Buenos Aires trabajan por su conservación en Argentina.
Cururú
La Ranita de Valcheta (Pleurodema somuncurense) es una especie que se encuentra críticamente amenazada, principalmente por la pérdida y fragmentación de hábitat y la presencia de especies exóticas. Crédito: Facebook Programa Cururú.

Los anfibios constituyen una parte muy importante del ecosistema mundial, ya que por su particular ciclo de vida son un importantísimo indicador de la salud ambiental. Sin embargo, en la actualidad se estima que al menos la mitad de las especies conocidas están amenazadas y podrían llegar a extinguirse. 

Para abordar esta problemática, se desarrollaron iniciativas para la conservación de anfibios, como el Proyecto Cururú liderado por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en Argentina, o la organización internacional SAVE THE FROGS! y su filial en Buenos Aires.

Proyecto Cururú

Se presume que al menos 122 especies de anfibios han desaparecido en tiempos recientes, y que otras 500 presentan graves amenazas que no se pueden mitigar lo suficientemente rápido como para salvarlas de la extinción.

Para abordar esta situación crítica, la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP lanzó el programa “Cururú”, llamado así en honor a los sapos en lengua guaraní. Este programa reúne diversos proyectos destinados a la conservación de los anfibios argentinos.

El Proyecto Cururú, liderado por Jorge Williams, profesor titular de la cátedra de Herpetología en la UNLP, y Federico Kacoliris, biólogo e investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), surgió como una respuesta a eventos de disminución en las poblaciones de ciertas especies y el empobrecimiento de los ecosistemas, generalmente como consecuencia de la actividad humana.

El mismo tiene como objetivos principales fortalecer el vínculo entre diversos proyectos en curso, promover la creación de nuevas iniciativas para la conservación de los anfibios y organizar actividades enfocadas en la difusión de la problemática de su extinción. 

Cururú es el resultado de diversos proyectos provenientes de varios sectores, gubernamentales y no gubernamentales, académicos y privados, aunque todos orientados a la conservación de los anfibios argentinos. 

En este sentido y en base a la problemática puesta en escena, el proyecto recibió el apoyo del Museo de La Plata y la Fundación Félix de Azara, y ha sido declarado de ‘Interés Legislativo’ por la Cámara de Senadores de la Provincia y de la Nación, así como ‘Orgullo Argentino’ por el CONICET y el sitio web oficial de Casa Rosada.

Cururú
Uno de les investigadores del programa Cururú trabajando con la Ranita de Valcheta. Gracias a la iniciativa de conservación de la especie, la población de la Valcheta empezó a recuperarse. Crédito: fundacionazara.org.ar.

¿Qué les pasa a los anfibios? Iniciativas para su conservación

La disminución y extinción de anfibios en diferentes áreas del mundo fue destacada durante el Primer Congreso Mundial de Herpetología en Kent, Inglaterra, en 1989. Sin embargo, no fue hasta el taller organizado por el National Research Council en California en 1990, que se abordó la problemática de manera significativa.

En este taller se presentaron datos que sugerían que las poblaciones de anfibios disminuían a nivel mundial, incluso en hábitats aparentemente prístinos, por lo que les participantes concluyeron que hay múltiples causas antropogénicas involucradas en esta disminución.

Algunas de estas causas fueron en mayor medida la destrucción y alteración de hábitats, la contaminación por metales pesados y pesticidas, los incrementos de la radiación ultravioleta, la introducción de depredadores y competidores, la presencia de hongos patógenos y la infección por diferentes virus y bacterias.

En la actualidad, existen en nuestro país un total de 175 especies de anfibios, de las cuales cerca de 29 residen en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la falta de información crucial acerca de la distribución de varias de ellas impide que puedan evaluarse en términos de conservación y que, por ende, el estudio de su biología se dificulte.

La organización internacional SAVE THE FROGS! y su filial SAVE THE FROGS! Buenos Aires, fundada en 2016, es otro ejemplo de iniciativa para la conservación de estos anfibios. En 2022 crearon la primera Red de Observadores de Anfibios (ROA) de la Argentina con el objetivo de promover y generar información sobre la presencia y distribución de anfibios en diferentes sitios del país.

Cururú
Natalia Maruscak es fundadora y directora de SAVE THE FROGS! Buenos Aires. También representa a la Asociación Internacional de Educadores Zoológicos (IZE) en América Latina e integra el comité de educación de la Asociación de Parques, Zoológicos y Acuarios (ALPZA). Crédito: savethefrogs.com.

Durante el último año, la organización ha visitado varias localidades de la provincia de Buenos Aires, donde realizó capacitaciones y salidas nocturnas en diversas reservas y estancias privadas. Además, integra el proyecto “Los anfibios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, que busca fomentar la participación ciudadana en proyectos de investigación para valorar la anfibiofauna de las tierras porteñas y sus alrededores.

Este proyecto de monitoreo de la anfibiofauna e investigación biológica incluye el acercamiento de la comunidad a la naturaleza. En este sentido, cualquier persona puede subir registros fotográficos o auditivos a partir de un perfil de usuario en la plataforma de ciencia ciudadana iNaturalist.

Con los datos recopilados, la iniciativa busca comunicarse con les residentes locales en las zonas que requieren un relevamiento sistemático en campo. De esta forma, se fomenta la participación ciudadana en la observación de fenómenos relevantes, como la pérdida de áreas verdes o cuerpos de agua. Además, se brindan capacitaciones en terreno con el objetivo de mejorar y ampliar la cantidad de registros en la plataforma.

De esta forma y con previa solicitud de los permisos correspondientes, las fotografías y audios brindados al proyecto se utilizan en la difusión de contenido educativo en redes y medios sociales de la iniciativa.

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