El pasado mes de marzo, arrancó la segunda temporada de la pieza teatral que centra su historia en el proyecto revolucionario de enseñanza que intentó implementar el presidente Domingo Faustino Sarmiento. “La Patria al hombro” es una original creación de Adriana Tursi, dirigida por Tatiana Santana. Un viaje atrapante al pasado donde la platea no solo divierte por una hora, sino que también aprende un poco de historia nacional. Las funciones son los sábados a las 20, en el Teatro del Pueblo, Lavalle 3636, Ciudad de Buenos Aires.
La Ley de Educación Nacional 1420 fue algo más que un capricho vanguardista en la ruta de enseñanza del ex presidente Sarmiento. Tras un viaje a Estados Unidos antes de sentarse en el sillón de Rivadavia, los nuevos métodos de enseñanza que descubrió allí quedaron percutiendo en su cabeza. Y se le ocurrió traer al país un ilusionado número de casi dos mil educadores de ese país del norte.
Pero a pesar que el nuevo plan lucía prometedor, en realidad fueron muches menos les dueñes del saber que llegaron a Argentina. Fueron mandades a variados y lejanos lugares del interior del país, tras adversidades políticas y también religiosas que se oponían a los nuevos métodos, tildades de apañades por el propio diablo.
En el inicio la obra presenta a dos de estas docentes norteamericanas llegando a la llamada “Ciudad de las Campanas”. Unas mujeres agotadas luego de usar carros, botes y lanchas para viajar durante días, a través de un país agreste, lejano de las comodidades básicas que ellas conocían. Con un recibimiento poco amistoso de una población regional cordobesa, dividida entre les tradicionales bajo el dominio de la Iglesia y algunes sedientes de nuevos saberes. Estos últimos pertenecientes a una ferviente militancia política opositora al gobierno de turno.
A esta difícil bienvenida, se le suma en poco tiempo, la falta de fondos para sus sueldos, que nunca llegaron de Buenos Aires, y la poca o casi nula captación y preceptismo de educandos a sus elementales centros de estudios.
Buenas aunque medidas actuaciones
Con un texto reflexivo sobre los avatares de la educación en el país, se plasman hechos históricos que datan casi 150 años, en un ambiente cargado de humor y picardía. También presenta ciertas partes que aún parecen reflejar el presente. La sociedad oligarca, idiosincrasia, rivalidades políticas, la Iglesia y su régimen de culpa y obediencia, más el reinado del machismo patriarcal, son condimentos atemporales que se transitan en esta divertida propuesta.
Sin duda, en tono de grotesco criollo, esta atrapante puesta tiene como punto fuerte unas logradas interpretaciones de todo el elenco en general.
Jaru Keselman y Julieta Coria se destacan por demás como las alumnas hambrientas del nuevo saber. Por su parte, Sebastián Pajoni y Junior Pisanu suman efervescencia como los únicos referentes masculinos de la obra.
Elles complementan este elenco de personajes muy estereotipados con María Rosa Frega, Lalo Moro, y Silvina Muzzanti. Todes dan lo mejor de sí para crear buenas actuaciones, aunque varios parecen quedarse a medio camino de lo que potencialmente podrían ser.
Les faltó sacarle todo el jugo a ciertos sarcásticos personajes, que lucen muy apetitosos en un principio. También sucede algo similar en la escena donde se implementa el recurso de mímica, de las voces en boca de unos para una actuaciones poco expresivas de otros. Otro acierto es también el buen y sólido equipo técnico que realzan a la perfección la presente propuesta teatral. Constituido por el vestuario de Ana Nieves Ventura, la iluminación de Soledad Ianni, la escenografía de Alejandro Mateo, más el acompañamiento musical de Rony Keselman.
En resumen
En una obra de gran calidad artística y toques de comedia, que pinta una postal certera de la historia argentina. Además, a través de este paralelo entre épocas, logra su simple cometido: entretener. Y donde todo fluye con naturalidad de principio a fin, gracias a estos divertidos personajes en una dinámica con grandes saltos temporales que perfilan en general un buen espectáculo.