Este viernes 3 de marzo, se celebra el Dia Mundial de la Vida Silvestre. La fecha, que fue proclamada en 2013 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), conmemora el aniversario de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Esta convención se trata de una cooperación internacional entre gobiernos que reconocen a la flora y fauna silvestre como elementos irremplazables de los sistemas naturales que deben ser protegidos para esta generación y las venideras.
El arduo trabajo de la CITES
Este año, la CITES cumple 50 años desde su creación y desde hace cinco décadas que se encuentra trabajando para que el comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su supervivencia. No obstante, cerca de 5.000 especies de animales y 30.000 especies de plantas se incluyeron en los tres apéndices de la Convención y por ende se encuentran amparadas por ella.
Es por eso que el lema de este año propuesto por la ONU, “Alianzas en favor de la conservación de la vida silvestre”, tiene como propósito rendir homenaje a todas aquellas personas que marcan la diferencia.
La importancia de la flora y la fauna
Manuel Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Vida Silvestre, indicó a Télam: “La flora, la fauna y otros elementos de la vida silvestre son centrales para mantener los servicios ecosistémicos que aseguran la vida en la tierra”.
Estos servicios, señala Jaramillo, se relacionan con el estado del agua, la fijación del carbono, la regulación del clima y la purificación del aire. “Por eso, cuando los humanos empezamos a alterar esos ecosistemas desatamos situaciones que son negativas”, afirma.
Según “Planeta Vivo Global 2022”, un informe publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se calcula que entre el 1 y el 2.5% de las especies del planeta se han extinguido. Además, se calculó que entre 1970 y 2018 diversas poblaciones de aves, mamíferos, peces y otras formas de vida observadas en distintos proyectos científicos disminuyeron en un 69%.
“En Argentina los que más han sufrido son los grandes mamíferos y aves, los que se llaman ‘especies claves’, ya que, tienen un rol ecológico para restaurar ecosistemas completos”, afirmó Sebastián Di Martino, biólogo y director de conservación de Fundación Rewilding Argentina.
Especies en peligro de extinción en Argentina
Algunas de las especies en peligro en nuestro territorio son el yaguareté, el huemul, el guacamayo rojo, el venado de las pampas, el delfín franciscana, el oso hormiguero gigante, el aguará guazú y la lagartija de las dunas.
En ese marco, la caza furtiva, la destrucción de su hábitat natural, el tráfico de fauna y el comercio ilegal junto a la introducción de especies exóticas son las principales causas de su extinción.
“Lo que más condiciona la pérdida de especies es el daño de su hábitat, por eso hay que implementar las normas vigentes, como la Ley de Bosques, o una Ley de Humedales”, señaló Jaramillo, quien afirmó que esta acción es central para asegurar los espacios “hoteles de aves migratorias”, fundamental para las especies que necesitan de ellos para su alimentación y descanso.
La resolución de la ONU
En 2022, la Asamblea General de Naciones Unidas, bajo la resolución 76/300 reconoció el derecho a todas las personas, en cualquier lugar, a vivir en un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.
La decisión del organismo constituyó un paso muy importante para contrarrestar el alarmante declive mundial del ecosistema. Esto significa que para todos los Estados ya no es una opción respetar esta idea, sino una obligación.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) declaró en este sentido: “Esta resolución transmite el mensaje de que nadie puede quitarnos la naturaleza, ni el aire limpio ni el agua limpia, ni privarnos de un clima estable. Al menos no sin luchar por ello”.
Según la WWF, las evidencias presentadas en su informe son muy claras. La presión sobre el mundo natural ejercida por el ser humano lo orilla a una crisis ambiental cada vez mayor.
El tráfico de vida silvestre y la degradación del ecosistema incrementa las posibilidades de contagio en humanos que entran en contacto con virus presentes en varias especies animales. Esto conlleva a incrementar nuestra vulnerabilidad a pandemias y deja expuestas a grandes riesgos a las poblaciones más endebles.