Este verano llegó a la cartelera porteña una creación del dúo padre e hijo Ray y Michael Cooney. Escrita como una efusiva farsa, Tom, Dick & Harry presenta una cautivante y desopilante trama. Dicha obra se funde entre lo desopilante e intrigante, condimentada con mucha locura y absurdo. La adaptación nacional presenta a Nicolas Cabré en su nueva faceta como director teatral, más conocidas figuras como Mariano Martínez, Bicho Gómez y Yayo Guridi en los roles principales. Las funciones son los miércoles, jueves y viernes a las 21 hs, los sábados a las 20:30 y 22:30 hs y los domingos a las 20:30hs, en el Multiteatro Comafi, Av. Corrientes 1283, CABA.
La obra fue todo un éxito en Inglaterra cerca del cambio de milenio. Actualmente, presentan una comedia de múltiples capas con suficiente material de enredos para no aburrir a la platea.
En su inicio, Tom y su esposa están en los preparativos para recibir en su casa a una asistente social ya que su sueño es ser padres, y para ello van a adoptar a un chico. Sin embargo, primero debe adaptarse a varias condiciones y entrevistas. Además, algo necesario para enfrentar esta nueva etapa en sus vidas, es tener la casa propia.
En escena entran en juego Dick y Harry, sus otros dos hermanos que complican el ambiente con varias locuras: la profanación y el robo de un cadáver con la intención de enterrarlo en el patio, rociarlo con limón y sal de cocina para acelerar la descomposición y así lograr una devaluación del precio de la casa donde viven. También el tráfico de cigarrillos, perfumes y alcohol, y la sorpresa de una refugiada ilegal paraguaya.
De esta forma, Tom se ve obligado a diseñar distintos planes con sus hermanos para solucionar todo, antes que llegue la asistente social. Además, deben sortear a un policía entrometido que también se presente en la casa.
Desde este punto de partida, la pieza se sostiene gracias al elenco que no deja caer la energía en ningún momento dentro de un guion con ciertas limitaciones.
Al ser una producción bajo licencia, no se pueden adaptar muchos cambios, como los nombres. Sin embargo, hay ciertas partes de la trama que resultan añejas o de humor muy ochentoso.
Un elenco atractivo
La producción general de Tomás Rottemberg y Juan Manuel Caballé armó una farsa fantástica con un reparto y un equipo fabulosos.
Los tres hermanos que dan título a la obra son los que se llevan los mayores aplausos, más cuando deciden improvisar sobre la marcha. Ellos son interpretados por figuras exitosas de la televisión que hacen el deleite de la platea: Mariano Martinez, no hay ni una sola escena de la obra en la que no acapare todo el protagonismo, no deja el escenario en ningún momento en los 80 minutos de duración. Se pone en la piel de Tom, el hermano de buenos modales que anhela ser padre. Sus problemáticos y desenfadados hermanos son los divertidos, Bicho Gómez como Dick, el contrabandista que hace negocios en la frontera. Y Yayo Guridi es Harry, el que trabaja en una clínica y proporciona el cadáver en esta alocada historia.
Nicolas Cabré se las ingenió además para darles el lucimiento y el lugar a los demás artistas. María Valenzuela tiene una breve participación casi a mitad de la obra, como la snob agente de adopción. Su papel no es trascendental pero gracias a su carisma y presencia escénica logra transformarlo en algo simpático e ingenuo.
Completan el elenco Jorge Noya, como un policía entre complaciente y curioso, Rodrigo Raffetto, como un amigo del hermano contrabandista, un personaje muy pequeño pero clave hacia el final de la trama. Por otro lado, Mercedes Oviedo, como la esposa de personalidad cambiante y dominante, y Gabriela Sari como una joven desbordante paraguaya que tiene sus múltiples oportunidades para hacer reír al público a carcajadas.
En resumen
Quizás el condimento principal es lo absurdo, en varios momentos la obra se vuelve casi un circo con ciertas escenas cargadas de destreza física y muchas velocidades. No obstante, el público lo festeja, a pesar de que su comienzo no convence demasiado, el elenco denota un compromiso enorme con la obra, contagian simpatía y brillo durante todo el espectáculo.