En una histórica elección en la que participaron casi 13 millones de habitantes, más de 4,5 millones con respecto a la presidencial de 2021, Chile votó por el rechazo a la nueva Constitución. A menos de un año de su asunción, y apenas dos desde que se aprobó la Convención Constituyente, Gabriel Boric sufre un duro revés. Tras este abandono por parte de la población, se esperan modificaciones en su gobierno. Los mercados celebran el retroceso de la izquierda chilena.
Triunfo del rechazo y convocatoria a nueva constituyente
Con un récord de asistencia que superó el 80%, la nueva Constitución chilena, que se abrió camino desde la Asamblea Constituyente de noviembre de 2019, fue rechazada por una amplia mayoría. A diferencia de las anteriores elecciones, el voto fue obligatorio y ratificó la vigencia de la actual Ley Fundamental aprobada en 1980 durante el gobierno militar de Augusto Pinochet.
La elección alcanzó los más altos grados de participación en la historia de la democracia de Chile. Les votantes superaron por 4,5 millones a la cifra de la última elección presidencial. La propuesta del nuevo texto constitucional perdió en todas las regiones del país. La derrota en la Metropolitana, donde la izquierda y la centroizquierda dominaban el terreno político, fue la menos esperada.
“El mensaje del pueblo chileno es que no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le entregó a Chile”, afirmó Boric. El presidente chileno había respaldado el texto constitucional; su rechazo expresa una clara derrota de su gobierno, a menos de un año de haberse consagrado para conducir el Palacio de La Moneda.
Sin embargo, el mandatario propuso continuar el debate constitucional: “Me comprometo a poner todo de mi parte para construir en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente”. En ese sentido, indicó que “el Congreso Nacional deberá ser el gran protagonista”. De acuerdo al consenso de 2019 de reformar la Carta Magna, Boric pidió llegar a un acuerdo “a la brevedad”. En esta línea, reforzó: “No olvidemos por qué llegamos hasta aquí, ese malestar sigue latente”.
Recorrido del texto constitucional
El rechazo a la nueva Constitución se consolida después de 1.000 días del Acuerdo del 15 de noviembre de 2019. En dicha fecha diversas fuerzas políticas acordaron un itinerario de reformas, plebiscitos y cambios, en lo que se conoce como Asamblea Constituyente. El estallido social, desarrollado a partir de la protesta juvenil en octubre de 2019, había desencadenado en un consenso político ratificado en el plebiscito nacional de octubre del año siguiente.
El 4 de julio de 2021 se conformó la Convención Constitucional con el objetivo de elaborar el texto que habría de plebiscitarse luego. La construcción de aquel espacio favoreció a los sectores más progresistas de la política chilena.
La novedad estuvo puesta en la incorporación de representantes de pueblos originarios y la comunidad LGBT. De hecho, los elementos del proyecto que más divisiones provocaron entre los sectores conservadores se relacionan con estas comunidades. Entre los más polémicos estuvieron la consagración de la plurinacionalidad indígena y la inclusión de derechos sociales como el aborto, entre otros.
La nueva constitución se construyó a partir del fundamento de un “Estado social de derechos”. Y el foco estuvo puesto en romper con el orden pinochetista instalado en los setenta con el golpe militar a Salvador Allende.
La Ley Fundamental, aprobada en 1980, fundó las bases de un sistema económico que privilegió la centralización política del país sobre Santiago; así como la desregulación bancaria y empresarial. La “Revolución Pingüina”, que sintetizó a la generación de estudiantes secundarios que protestaron contra la privatización de la educación, supo iniciar las discusiones sobre la necesidad de modificarla.
No obstante, el rotundo rechazo del domingo neutraliza el impulso reformista del gobierno de Boric. En efecto, apenas se conoció el resultado la Bolsa de Chile abrió en alza y el dólar bajó. La industria minera refuerza sus posiciones en el marco de un debate político que la perjudicaba. Las discusiones apuntaban a aumentar la carga tributaria para los principales productores de cobre y restringir inversiones a partir de normas medioambientales más estrictas.
¿Victoria pinochetista?, ¿Derrota de la causa popular?
Así como la derrota en el plebiscito aceleró los procesos de cambios en el gabinete de Boric; también despertó los análisis de líderes latinoamericanos y sectores progresistas del continente. Por ejemplo, el presidente colombiano Gustavo Petro tuiteó “revivió Pinochet” en alusión a la vigencia de la Ley Fundamental, construída durante la dictadura del militar chileno. Situación similar sucedió entre adherentes de distintas latitudes de Latinoamérica. Muches interpretaron la derrota como una contradicción, al relacionarla con el proceso que se abrió a partir del estallido social de 2019.
Lo cierto es que en el Plebiscito Nacional “de Entrada” cerca del 80% del pueblo chileno votó a favor de modificar la Carta Magna. Al año siguiente, en una histórica elección, consagró al candidato de la izquierda Gabriel Boric con el 55% de los votos. Todo parecía indicar que el nuevo texto constitucional respaldado por el presidente tendría posibilidades de ser aprobado. No obstante, la elección demostró lo contrario.
La nueva Constitución elaborada por la Convención Constitucional expresaba ampliación de derechos sociales y políticos. Algunos de los más importantes incluyen: el acceso universal a la salud y la educación; el fin de los fondos de jubilaciones privadas; el derecho a la huelga y a la vivienda propia; entre otros.
Una síntesis de las causas políticas por las que el pueblo chileno se había organizado y movilizado en las calles en los últimos años. Sin embargo, estas acabaron por resaltar motivos que reforzaron antiguos conflictos. Chile mantiene una puja histórica en temas de género, la autonomía de los pueblos originarios, el ambientalismo y el debate sobre la propiedad privada.
De hecho, llamó la atención que en las propias comunas, donde la población mapuche es mayoría, ganó el rechazo. En Galvarino, Tirúa, Alto Biobío, Cholchol y Saavedra el “no” promedió el 75%. Si bien los sectores conservadores de Chile supieron reforzar la polarización, a partir de ejes que aún no generan importantes grados de acuerdo, la propia base social que pretendían expresar los nuevos constituyentes no acompañó.