
Una fundación británica otorga el premio Whitley, conocido comúnmente como el “Oscar Verde”, para destacar acciones de defensa del medio ambiente en Asia, África y América Latina. En esta oportunidad, dos de los seis ganadores fueron de Sudamérica: la argentina Micaela Camino, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y el brasileño Pablo Hoffman. El reconocimiento fue por ser “pioneros en soluciones a la crisis de biodiversidad’’.
En un contexto global de destrucción de los hábitats naturales (lo que pone en peligro de extinción a miles de especies), la fundación premia a les que usan su conocimiento científico en defensa de los derechos ambientales. Cada año, seis ganadores del premio Whitley reciben un fondo de 40.000 libras.
«Con un millón de especies en riesgo de extinción y vínculos inextricables entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, los ganadores utilizarán los fondos para acelerar su trabajo innovador con el fin de revertir la disminución de especies», señaló la Fundación Whitley para la Naturaleza.
En el caso de Micaela Camino, fue distinguida por “empoderar a comunidades en el Chaco seco argentino para defender sus derechos”, en el marco de un proyecto de conservación de la ecorregión del Chaco. Por su parte, Hoffman fue premiado por su lucha por defender el bosque de araucarias, en el sur de Brasil.
El Proyecto Quimilero de Micaela Camino
El trabajo de la bióloga argentina se basa en la lucha por la conservación de la región del bosque seco del Chaco. Según explica Camino, el Gran Chaco sudamericano es la ecorregión más grande de Sudamérica, después de la Amazonia.
El ecositema del Chaco se divide en una región húmeda y otra seca. En el bosque seco habita el pecarí quimilero, una especie mamífera que evolucionó adaptándose al clima árido y que en la actualidad se encuentra en serio peligro de extinción. Esto se debe principalmente a la destrucción de su hábitat natural, frente al avance de la deforestación con fines productivos.
Micaela Camino nació en Buenos Aires y se radicó en Chaco hace diez años para dedicar su vida al estudio y la protección de esta especie y de todo el bosque seco. Les trabajadores del Proyecto Quimilero trabajan desde el punto de vista de la conservación, en coordinación con las comunidades indígenas.
“Muchas de esas especies solo existen en esa región porque son bosques muy especiales, ya que al ser secos hay estaciones en las que no cae agua por mucho tiempo. Entonces, toda la vida se adaptó a esas condiciones, y entre esas especies está la que yo trabajo: el chancho quimilero. A diferencia de otros pecaríes que existen en América, esta especie solo existe en los bosques secos del Chaco y está muy, muy amenazada porque esta región tiene una de las tasas más de deforestación más altas del mundo», declaró Camino a la agencia de noticias BBC.
Defensa del hábitat natural
Para poder evitar la extinción del pecarí quimilero, se tiene que recurrir a acciones colectivas en defensa de su hábitat natural: el bosque seco.
«Es una especie que representa un camino evolutivo único y, si se extingue ahí, se extingue del mundo. Nosotros estimamos que solo enfocándonos en lo que es pérdida de hábitat, si no hacemos algo ya, en 30 años esta especie estará extinta», afirmó Camino.
Al igual que otras regiones en la Argentina, las leyes ambientales son constantemente transgredidas, generalmente en casos de explotación ilegal de los recursos naturales.
Al respecto, la científica advirtió: «Las leyes en Argentina no permiten una deforestación como la que estamos viendo hoy día. Hay muchas leyes, sobre derechos a la tierra o derechos indígenas o sobre conservación de los bosques. Hay muchas leyes por las cuales esto no debería estar sucediendo, pero no se están aplicando».