El fin de semana pasado, en la Ciudad de Corrientes se llevó adelante el Festival Cultural x la Memoria, organizado por la Cámpora y el Patio Cultural Mbareté. El mismo se enmarca dentro de las actividades de conmemoración a los 46 años del golpe genocida. Participaron distintas organizaciones de los Derechos Humanos. Es esencial recordar que la música, la poesía y el arte construyen memoria y recuperan espacios.
Al caer la tarde del sábado, en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, un grupo de chiques van y vienen. Se mueven de un lugar a otro, asegurándose de que todo esté listo. Aquella poesía que inmortalizó Soda Stereo, y que lleva por nombre “De música ligera”, es la cortina musical que da la bienvenida a jóvenes que se acercan y esperan a ver de qué va la cosa.
Es la conocida Rotonda de Poncho Verde, cuál Coliseo Romano, donde alzaron la voz distintos artistas, ante un cielo abierto que dejó ver la cara de la luna totalmente iluminada. Regresaron los mates, las charlas en las tardes, las selfies con amigues y la música de marzo.
Esa música cuya letra nos recuerda que todo es Memoria y que ante el sol “florecerán más de 30 mil flores en los campos cubiertos de polvo y cenizas. La memoria sigue teniendo la misma sed: de verdad y de justicia”, como reza uno de los poemas leídos por Ivana Osuna.
Mientras el tiempo pasa y los autos giran y giran, les espectadores disfrutan de sus mates, de sus perros y de la brisa fresca e inusual que casi tomó por sorpresa a les correntines; y es que acá el otoño se siente cuando es invierno y el invierno no existe porque –dicen- “en Corrientes es verano todo el año”.
La pandemia nos quitó durante mucho tiempo los sábados de amigues y encuentros. Ahora, podemos volver a reír y tener esas charlas random, como aquel grupo de chicas que discutían qué nombre le pondrían a su grupo. “¿Por qué no nos podemos llamar ‘las chicas de quinto’ si hay una banda que se llama Las Pastillas del Abuelo?”, se preguntó una de ellas, con toda razón, cuando de fondo ya sonaba “mi enfermedad” de Cantilo.
Entre tanto, dos jóvenes intentan sujetar una bandera de tela con la leyenda “Son 30.000 Memoria, Verdad y Justicia”. La despliegan en el piso y la dejan allí. “Este festival está enmarcado en el mes de la memoria, en conmemoración a los compañeros y compañeras que no están hoy”, es la frase con la que la presentadora decide iniciar aquel festival.
Más tarde, Rafael Lezcano Saavedra, estudiante de derecho y militante de la Cámpora, tomó el micrófono para recordar a los 30 mil desaparecidos en la última dictadura militar. “Nos parece muy importante hacer memoria sobre los objetivos de la última dictadura, que fue cívico, militar y empresaria”, expresó.
Apeló a su experiencia de militante para explicar que “el sistema de desaparición de personas vino para aplicar un modelo económico que beneficiaba a los sectores privilegiados de la sociedad, a la élite agropecuaria, a los bancos y al sistema financiero”. Después de aquel discurso, en el que no faltaron los datos históricos y las razones por las que es necesario tener presente el “nunca más”, se dio paso al devenir musical.
Hora Musical
Es la guitarra de Julián Hernández quien saludó después al público. Minutos más tarde él dice “buenas”, como tratando de quitarle importancia a su presentación. Una voz rota, ronca y forzada irrumpe con el silencio nocturno. Melodías y letras se van con el viento y con cada auto que al pasar secuestra un poquito de aquel momento.
No es el Lollapalooza, pero el cantante lo vivió como tal. “Me tiemblan las manos, chicos. Qué lindo hacer algo que no suelo hacer”, dijo mientras hacía girar las clavijas. Más tarde, floreció la poesía hecha canción que estremeció a unes cuantes. “Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó”, lo dijo –aunque exagerando, pero no fuera de lugar- unas mil veces. Lo dijo con la guitarra, susurrando, tarareando, y también gritando.
Lo dijo, lo sintió y lo cantó. Cantó la historia a través de distintas canciones. Todas, iban al mismo lugar: al terror desatado un cercano 24 de marzo. Cercano porque no se olvida, porque como dice Piero “estudiar era pecado y clandestino era saber”.
Ahora sabemos que clandestino era saber porque conocemos la historia, y eventos culturales como estos son los que nos marcan el camino. “Estos espacios son importantes porque teniendo en cuenta el pasado podemos interpretar mejor el presente y ver que lo pasó sigue pasando y es una lucha continua”, dijo Lezcano Saavedra cuando habló con Nota al Pie.
Aquella fue en su versión más sangrienta, “pero hoy en día la lucha sigue. Por ejemplo, el FMI otra vez está en Argentina, imponiendo las mismas medidas que se tomaron en esa época, y ya no se usan los ejércitos, sino que se usan los jueces y algunos medios de comunicación para atacar a los dirigentes que defienden al pueblo”, agregó el militante de la Cámpora.
“Cambia, todo cambia”
No hubo ningún telón que lo marcara, pero la participación de Hernández terminó, y mientras les sonidistas preparaban al siguiente grupo de artistas, el delegado de la organización de derechos humanos H.I.J.O.S de Corrientes aprovechó para repasar las propuestas de los días venideros.
En un mundo donde todo cambia, la memoria subsiste en quienes exclaman verdad y justicia. “Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre” decía la voz de Mercedes Sosa en algún tiempo. Ahora, fue el dúo Sin Corriente el encargado de hacerla presente apelando a esos versos que la convirtieron en un ícono de la poesía cantada.
“Es una versión un poco personal, a un ritmo conocido por nosotros, muy a nuestra manera”, dijo Carmel Lacava, uno de los cantantes. Después de continuar con las canciones que pertenecen a su repertorio dieron paso al bloque de música universal: el chamamé.
El público no aumentó ni disminuyó, pero los aplausos se hicieron sentir cuando una pareja desplegó su talento al ritmo de la danza chamamecera. Fue después de que Lacava incentivara “a los que sepan bailar y se animan, hay mucho espacio”. El bloque chamamecero culminó con un guiño a Los Tekis cuando el dúo interpretó “Como Haz hecho”, mientras el charango se cubría en un protagónico sin precedentes hasta ahora.
Finalmente, y poco a poco, todo iba desembocando en un final en el que resonó al unísono el:
- ¡30 mil compañeros detenidos desaparecidos!
- ¡Presente!
- ¡30 mil compañeros detenidos desaparecidos!
- ¡Presente!
- ¡30 mil compañeros detenidos desaparecidos!
- ¡Presente!
- ¡Ahora!
- ¡y Siempre!
El objetivo de este evento fue recuperar las actividades en los espacios públicos que durante la pandemia se vieron afectados, y a partir de ahí construir memoria. La música, la poesía y el arte, son las expresiones que marcaron la noche correntina en pos de la construcción de esta memoria.
El festival concluyó y les organizaderes recogieron aquella enorme bandera blanca que habían puesto cerca del improvisado escenario. La doblaron y la guardaron, porque es un estandarte de lucha. La verdadera bandera de “Memoria, Verdad y Justicia” está enarbolada en el presente de les argentines desde aquel doloroso 24 de marzo del 76. Desde entonces, flamea junto al himno constituido solo por dos palabras: nunca más.