Los Ministerios de Turismo y Deportes, Seguridad y Salud analizan ampliar el aforo permitido en los estadios. Esta propuesta se pensó al ver los resultados positivos de las últimas dos semanas en el ingreso a las canchas. También, a partir del avance en los registros epidemiológicos en todo el país.
La medida sería a partir del 1° de noviembre y el ingreso permitido pasaría a ser del 70 o 75%. A pesar de que el gobierno nacional sabe que en algunos estadios no se respetó el aforo acordado del 50%, vieron que hubo una mejoría en la última semana. Principalmente luego de la reunión que se realizó con las autoridades de la Liga y AFA.
Matia Lammens, Ministro de Turismo y Deportes, había comentado que el objetivo era alcanzar el 100% de capacidad para antes de fin de año. Es por eso que ahora decidieron dar un paso más en esta meta y permitir que más hinchas vuelvan a las canchas.
En caso de que se logre concretar, les fanátiques podrán alentar a sus clubes en la definiciones de los torneos de la Liga Profesional, el Ascenso y la Copa Argentina. El lunes próximo habrá un adelanto de esta propuesta que tomará vigencia a principios de noviembre.
En Nota al Pie conversamos con Matías Canillan, periodista deportivo y relator en Relatores, para conocer su visión de esta posibilidad. A continuación, su palabra:
-¿Qué opinas sobre la posibilidad de que el aumento del aforo en los estadios pase al 70/75%?
-No es algo que me tenga bastante preocupado. Supe que el fútbol no iba a respetar el tema del aforo porque es muy complejo. Un estadio es demasiado grande y el fútbol tiene esa cuestión vanidosa y soberbia de que está por fuera de todo.
Creo que esta decisión quedó más en las manos individuales que en cuestiones colectivas. Desde la vacunación masiva, la sensación es que cada uno se cuide como quiera. Si uno va al estadio con su barbijo y mantiene la distancia con su burbuja es una cuestión de cuidado personal.
-¿Cómo viste el regreso de les hinchas a las canchas? ¿Hubo muchos clubes que no respetaron el 50%?
-Había una especie de emoción en el pueblo futbolístico porque se iba a reencontrar con su amigo de cancha, iba a realizar la liturgia de nuevo de comer en la casa, salir para el estadio con el hijo, con el nieto, con el sobrino. Esa cuestión de juntarse, de todo lo que tiene que ver con los rituales que se hacen antes, durante y después de los partidos; y está muy bien porque lo que rescatamos en lo más lindo.
Al mismo tiempo estaba todo lo otro. Por ejemplo, no puede haber visitantes. Tampoco se sortea más el arco porque ahora los hinchas vuelven a tener que terminar con su arquero delante para no provocar incidentes.
Ya en los estadios con el público local no se pueden gritar los goles visitantes ni siquiera por parte de los allegados, porque es un daño colateral a la decisión de que no haya más visitantes. Coincido porque no se podía seguir mandando a la gente a correr riesgo o que pudiera perder la vida simplemente para mantener el folklore de las dos hinchadas. No podía ir más visitante, porque no había margen de seguridad para hacerlo.
Creo que la vuelta de los visitantes es un tema que va a demandar mucho tiempo. Si lo apresuran y lo hacen igual, otra vez van a correr riesgo los que vayan de visitante porque están a la buena de Dios.
-Con el paso de las semanas, ¿se vio una mejoría en el ingreso a los estadios?
-No sé si mejoría. Creo que en la cancha de River, por ejemplo, después del superclásico, el aforo se respetó. Eso tiene mucho más que ver con lo que el club decida: si quiere o no, de qué manera vende las entradas, cómo permite el acceso del público. Sabemos que la barra brava tiene garantizado su ingreso. Es por eso que muchos dirigentes tampoco querían que volviera el público, porque tienen que lidiar con todas esas cosas y la verdad es que no tienen salida.
En definitiva, no sé si hubo una mejoría o no. A medida que se respete el aforo va a haberla. La cancha, todo lo que rodea el ingreso a los estadios y la permanencia en él deberían ser factor de estudio también por las ciencias sociales. Hay un enorme componente de violencia y de todo aquello que el hincha, de alguna manera, después vomita en la cancha. Todo eso es violencia simbólica: que te hagan hacer una cola gigantesca para poder entrar, que los baños sean un asco, que la policía te maltrate, que vos compres un lugar y no lo tengas asegurado y te tenes que agarrar vos a piñas con otro tipo.
-El objetivo es llegar a fin de año con un 100% de público en las canchas. ¿Lo ves posible?
-Sin dudas. Va a ocurrir por un montón de factores. El fútbol necesita que la gente vuelva a la cancha porque es un elemento importante de recaudación y por la sensación de que ese deporte está por encima de todo. Hay una cuestión también electoralista como la hay siempre en todas las medidas alrededor del fútbol. No va a haber ningún impedimento para que suceda. Así como también siempre estuve convencido que no iba a haber ningún tipo de sanción para ningún club que altere el máximo del aforo permitido.
El fútbol está en otro sitio. Con la presión social más lo que significa para la economía de los clubes la aparición del público, no dudo que antes de terminar el campeonato vuelva toda la gente.
-Como relator y fanático del fútbol ¿cuánto extrañabas ver a les hinchas en las tribunas?
-Como relator, al hincha, la gente, el canto de la gente. La participación del público en el espectáculo futbolístico para el relator es fundamental porque termina siendo una especie de banda de sonido indispensable. Cuando uno grita un gol es como que se acuesta en el grito de la gente, entonces hay una especie hasta de tono musical que uno tiene.
Por eso también nos costó mucho el hecho de que dejara de ir el público visitante, porque en los goles visitantes se produce un gran silencio. Ni hablar de lo que significó durante todos estos meses tener que relatar mirando el televisor. Todo un gran problema.
Creo que lo que le brinda el espectáculo del fútbol, la gente, todo el color y los cantos no tiene ningún tipo de equivalencia. Es único e indispensable, pero, así como la pasión tiene un gran componente de emoción y sensibilidad, también tiene un gran componente de intolerancia y de violencia.