sábado 7 de diciembre de 2024

«Ya no estamos solos»: testimonio de les víctimas de Franicevich

Por más de una década, la partera Elena Arias de Franicevich operó una red de robos de bebés en Wilde, Avellaneda. Hoy, sus víctimas buscan la verdad.
Franicevich
La clínica en la que Franicevich operaba la red de robo de bebés que funcionó por más de una década en Wilde, Avellaneda. Crédito: Mariano Landeira.

El año pasado, por casualidad u obra del destino, las vidas de Mariano Landeira, Leonor Lazzarano y María Julia Bellocchio se cruzaron. Una historia común les unía a otres tantes: todes fueron víctimas de la partera del horror, Elena Arias de Franicevich. 

Arias de Franicevich orquestó una red de robo de bebés en una clínica de la ciudad de Wilde, en Avellaneda, ubicada en Mariano Moreno y Av. Las Flores, al menos entre los años 1969 y 1979.

Allí, se apropió de decenas de recién nacides. En muchos casos, junto al ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Antonio Jorge Bergés, condenado por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura.

Respecto del encuentro entre les entrevistades, éste fue mediante redes sociales. 

Una madrugada, Landeira estaba en su casa y decidió buscar información.

«Entré en un grupo y veo una madre, Leonor Lazzarano, que publica una historia. Cuando leí, sentí que mi madre podía ser una persona que vivió lo mismo», recordó a Nota al Pie

En ese entonces, se contactó con Lazzarano ,y a su vez, también conoció a Bellocchio. Desde ese momento, conforman, junto a otras casi 20 personas, el grupo «Víctimas de Franicevich».

A partir de allí, lanzaron una campaña para encontrar a sus familias biológicas. A su vez, descubrieron que sus historias de vida parecían una fotocopia de una película de terror en la que Franicevich operaba con el mismo mecanismo. 

El ‘modus operandi’ consistía en llevar jóvenes embarazadas a un supuesto control a la «clínica de doña Elena». Les decían que habían complicaciones, las dormían para hacerles una cesárea y, cuando despertaban, les decían que les bebés habían fallecido. De esta manera, la partera del horror robaba a les niñes y les vendía.

2VictimasFranicevich. Fuente Mariano Landeira Belen Mogno
Mariano Landeira es une de les víctimas del tráfico de bebés que realizaba la partera. Crédito: Mariano Landeira

El horror en primera persona

Respecto de su historia, Mariano Landeira relató: «Yo me enteré a los 20 años de que soy adoptado, de casualidad, por la madre de un amigo. Igualmente, siempre tuve la sospecha».

En ese sentido, recordó que al volver a su casa habló con su madre y ella le confirmó su adopción. «Me contó que mi madre era una joven, que no me podía tener y me abandonó en la clínica. Me dijo que nací prematuro y cuando la enfermera me fue a mostrar, esa madre ya no estaba». 

La historia de Landeira, la comparten otres integrantes del grupo que fueron bebés apropiados por Franicevich. En ese sentido, se destaca otra característica común en el mecanismo de la partera: todes les bebés eran prematures, porque «los controles» de «doña Elena» eran partos inducidos. 

Tras la charla con su madre, el activista contó que creyó en la historia que ella le narró. Aunque tiempo después las dudas re-surgieron y finalmente se dirigió a Abuelas de Plaza de Mayo. 

El CONADI es la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y funciona dentro del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.Llevan adelante la búsqueda de hijes de desaparecides y de bebés nacides en cautiverio durante la última dictadura militar.

Landeira fue derivado a esta institución, puesto que su fecha de nacimiento está registrada en 1975, previo a los años de la dictadura. Al respecto explicó: «Llegué, mostré mi partida de nacimiento y el muchacho me mostró la computadora y me dijo ‘Arias de Franicevich era una mujer que se dedicaba al tráfico de niños'». 

Un relato que se repite

Por su parte, María Julia Bellocchio, también habló sobre su historia con Nota al Pie. «La verdad es que yo soy igual a mi papá y a mis primas. Pero siempre sentí que no pertenecía, más allá de que éramos un montón de familia. Me sentía como sapo de otro pozo» contó. 

La entrevistada, que nació en 1976, mencionó que, por circunstancias de la vida, a los 23 años comenzó terapia. Ese sería el punto de partida hacia la verdad. Según relató: «En una de las sesiones sale una señora que era maestra mía y le dijo a la psicóloga que yo era adoptada'».

Bellocchio comentó que en ese momento, su terapeuta le propuso tener una sesión conjunta y finalmente allí su mamá le contó la verdad. Al recordarlo sostuvo que «me sentí recontra (sic) aliviada y no me afectó en nada; al contrario, me uní un montón más a mis viejos». 

A partir de allí, emprendió su búsqueda, pero antes, su padre le relató la historia de su adopción. De esta manera, explicó: «Ese mismo día, en la cena, mi papá me contó todo».

«A él le dijeron que mi mamá biológica era una chica menor de edad, con pocos recursos y que me tenía que dar en adopción porque no me podía criar. Le habían pedido plata para los gastos del parto y la internación», señaló.

Al respecto, destacó que su familia la acompañó en su búsqueda. Incluso su padre la puso en contacto con quien fue intermediaria entre elles y Franicevich, pero la mujer le dijo que no sabía nada. 

3VictimasFranicevich FuenteMarianoLandeira Belen Mogno
María Julia Bellocchio también fue una de les víctimas de la red que involucraba a Franicevich y al ex médico y actual condenado por delitos de lesa humanidad, Antonio Jorge Bergés. Crédito: Mariano Landeira y Facebook Victimas de Franicevich.

Una historia en común 

Por otra parte, a Leonor Lazzarano, su madre y su abuela la llevaron a la clínica de Franicevich en 1969. Tenía 17 años y estaba embarazada de ocho meses. La llevaron al sanatorio para un «control», según contó a Nota al Pie. 

«Me dejaron unos días en una habitación en la que había una cuna vacía. Con los nervios que tenía no entendía nada. Después me sacan de la habitación y me llevan a donde atendían y me acuestan en la camilla».

En sintonía, contó que, tras cambiarla de habitación, Bergés le aplicó una inyección en el vientre. Al respecto, recordó: «Se moría de risa y decía ‘no se deja pinchar’. Yo pensé que debía ser parte del control que me había dicho mi mamá». 

Aproximadamente a las 48 horas, Lazzarano comenzó a tener dolores de parto. La trasladaron a otra habitación en el primer piso la cual describe en detalle: pequeña, la segunda ubicada en un pasillo también pequeño.  

La precisión con la que recuerda el lugar tiene una explicación: esa sería la última vez que vería a su bebé. «Yo vi a mi hijo, estaba vivo. Cuando me levanto para agarrarlo, se lo llevan por ese pequeño pasillo». 

A partir de ese punto, comenzó el horror para la mujer. Le dijeron que su bebé había muerto. Al respecto, relató que «me agarró una crisis de nervios y empecé a hacerme daño»

En ese momento, ella pidió ver a su bebé, pero eso no ocurrió. Le aplicaron una inyección para calmar sus nervios y permaneció allí hasta que su madre la fue a buscar. No hubo ningún certificado de que ella estuvo en la clínica, ni de su parto, nada. 

La búsqueda sin fin

Los años pasaron y cada une de les entrevistades emprendió la búsqueda de su verdad. Tanto Bellocchio como Landeira acudieron a diferentes organismos, pero no lograron obtener una respuesta. 

Al respecto, Bellocchio planteó: «El tema es que no tenés a dónde recurrir. Si no sos hijo o nieto de desaparecidos, por más que hayas nacido en época de dictadura no tenés quién te de una mano». 

En ese sentido, su compañero coincidió y narró que, luego de que se vinculara a Franicevich con el tráfico de bebés durante la dictadura, lo volvieron a contactar desde CONADI. 

«Me preguntaron si podía dejar mi muestra de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Fui al Hospital Durand y a los tres meses me llamaron. Me dijeron que había dado negativo y que no había manera de avanzar porque no tenían más datos para brindarme», recordó. 

En este punto, coincidió Leonor Lazzarano, quien en 2013 acudió a Madres de Plaza de Mayo y al Obispado de Quilmes. En este último, conoció al abogado Juan Bellocchio, quien lleva adelante su caso en la actualidad. 

Por su parte, María Julia Bellocchio, hace aproximadamente dos años, conoció a Clara Petrakos, quien busca a su hermana nacida en cautiverio en el Pozo de Banfield

A partir de su contacto con Petrakos, la activista pudo descubrir que su caso se encuentra en una causa judicial en el Juzgado N° 3 de La Plata. En ella, hay más de 100 víctimas del tráfico humano, en los que está ligada Arias de Franicevich.

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Leonor Lazzarano fue llevada a la clínica de Franicevich en 1969. Allí le adelantaron el parto y luego de dar a luz vio cómo se llevaban a su bebé por un pasillo. Crédito: Leonor Lazzarano y Mariano Landeira. 

La unión por la verdad

Desde su encuentro virtual, les entrevistades junto a les otres integrantes del grupo se acompañan en la búsqueda. Al respecto, Bellocchio sostuvo: «Estamos en la lucha. El tema es que a nuestras mamás le decían que su bebé había fallecido y se quedaron con eso».

«Sin embargo, nosotros estamos vivos y fuimos vendidos. Entonces, nuestra intención desde que creamos el grupo es que la gente conozca lo que está pasando», subrayó.

Por su parte, Landeira afirmó que con el grupo descubrió que «de golpe no estaba solo. Había muchas personas que tenían más datos que yo y esto hizo renacer la esperanza de encontrar a mi vieja».

En ese sentido, el activista expresó que «quiero contar la historia para que las madres que estuvieron ahí escuchen. Sea la mía o no, pero que aparezca la madre de uno de mis compañeros, la tarea para mi está hecha». 

En coincidencia, Leonor Lazzarano afirmó: «Yo pienso que la única manera de encontrar a mi hijo es haciéndolo viral por todos lados. Y yo no quiero irme sin ver a mi hijo». 

Por último y para finalizar, Bellocchio sostuvo y enfatizó que: «nosotros no queremos represalias. Queremos encontrar nuestra verdad y estamos de pie, poniéndole el pecho y preparados para lo que sea». 

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