
La victoria de La Libertad Avanza configura una especie de ilusión o sueño sin verdadera realidad. Nada indica que los resultados favorables al Gobierno nacional sean algo positivo para las mayorías populares. Por cierto, hay matices interpretativos de los números, que el correr de los días pondrá en su justa dimensión.
Las explicaciones que dio el jefe de Gabinete Guillermo Francos, el primero en hablar cuando habían pasado algunos minutos de las 21, giraron en torno a lo meramente informativo. Fue un discurso de pocos minutos y remitió a la página web para los números precisos.
El mapa nacional muestra un claro triunfo de la LLA y queda abierta la provincia de Buenos Aires, pero en todo caso la diferencia será de 1 diputado más o 1 menos para cada fuerza.

El Gobierno presentó el mapa con predominancia del color violeta, la marca de la fuerza que comanda el presidente Javier Milei.
En ese distrito es probable que se discutan, más o menos de cara a la sociedad, la pertinencia del desdoblamiento y su efecto del interés de los intendentes, por ejemplo, que en septiembre aseguraron “la suya”.
En Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires se vio muy claro el factor polarizador de la elección y las terceras fuerzas no terciaron de manera significativa. Distinto fue el caso de Córdoba y Santa Fe.
De nuevo, cuando baje la espuma, se verán los sedimentos del detalle.
Lo que no pesó en el triunfo de Javier Milei
No importaron los narcoescándalos, con el reemplazo de José Luis Espert por Diego Santilli. No jugaron un rol determinante la supuesta corrupción de figuras como Karina Milei ni los ajustes permanentes en discapacidad, en salud, en las universidades.
Pasó casi como una anéccdota para la mitad de los votantes porteños que la ministra Patricia Bullrich, ahora senadora nacional electa, sea la responsable política de la represión a los jubilados que cada miércoles demandan no ser indigentes o pobres.
No importó, a acaso para una parte de la sociedad haya sido positivo, que parte del mantenimiento de la idea de”estabilidad” llegó de la mano del salvataje de Estados Unidos. Una toma por asalto de la política argentina, cuyos efectos de ser consolidados, se pagarán por generaciones.
La elección, hemos dicho en reiteradas ocasiones, constituye un momento de la dinámica política del país. Un cuadro impirtante, pero no el único, en la película de los tiempos.
El lunes, cuando la vida continúe, el pobre seguirá tan pobre como el domingo aunque haya votado a ganador. Es la épica de los silencios, el acto reflejo de la bronca y apatía estructural que no comenzó con Milei, pero que la propia inercia de las decisiones coloniales, del retiro del Estado, de la degradación democrática va a hacer crecer.
La moneda siempre está en el aire en la Argentina y la historia no empieza ni termina en un domingo de elecciones.
Lo que hay que tener presente, siempre, es que los pueblos debemos aprender de la paciencia y de la fortaleza del mar que con sus olas es capaz, con el tiempo y sin cansarse, de convertir en arena las rocas.

