
*Por Daniel Benchimol
Durante años, la llamada Dead Internet Theory fue considerada una conspiración extravagante: la idea de que gran parte del contenido que circula en la red ya no proviene de humanos, sino de máquinas que producen, replican y distribuyen información. Pero en 2025 esa hipótesis parece cada vez menos lejana.
La irrupción de la inteligencia artificial generativa, sumada al crecimiento descontrolado de bots, está transformando el paisaje digital de una manera que afecta no solo a la calidad del contenido, sino también a la confianza que los usuarios depositan en internet como espacio de interacción genuina.
Cuando hasta los creadores de IA advierten el cambio
Las webs están plagadas de noticias falsas, reseñas inventadas y textos automatizados que imitan la voz humana sin serlo. Lo que antes se percibía como un exceso de ruido ahora tiene un origen claro: algoritmos capaces de generar de forma masiva palabras, imágenes y hasta videos que ocupan el lugar de la producción humana (El País, 3 minutos).
La discusión no se queda en el plano teórico. Incluso figuras centrales del desarrollo de la IA han reconocido este cambio. Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI (ChatGPT), habló de la teoría de la “internet muerta” para describir la transición hacia un ecosistema dominado por contenido automatizado. Altman señaló que la web que conocíamos —alimentada por millones de voces humanas— está siendo sustituida por un flujo en el que las máquinas escriben, se contestan entre sí y replican patrones preexistentes. Aunque sus declaraciones fueron interpretadas con ironía en algunos ámbitos, reflejan una preocupación real: si la mayor parte de la información en línea es producida sin intervención humana, ¿qué lugar queda para la creatividad, la opinión o la conversación auténtica? (Time, 3 minutos).
El dato que marca un antes y un después
Las cifras parecen darle la razón. El Informe Imperva Bad Bot 2025 confirmó un hito histórico: en 2024, por primera vez, el tráfico automatizado superó al humano, alcanzando el 51% del total. Dentro de ese tráfico, un 37% corresponde a “bad bots”, es decir, programas diseñados para manipular rankings, lanzar ataques, robar contenido o inflar métricas. Estos bots no son inofensivos; se adaptan constantemente para evadir las defensas de las plataformas y cada vez más recurren a técnicas potenciadas por IA, como la imitación del comportamiento humano o el uso de lenguaje natural para pasar desapercibidos. El informe alerta además sobre un punto de inflexión: si la tendencia continúa, la experiencia de navegar por internet podría convertirse en un espacio mayoritariamente simulado, donde interactuar con un humano sea la excepción y no la regla.
Si internet se llena de voces automatizadas, el valor de lo humano, de lo singular, se vuelve más evidente y más urgente. En un contexto donde el 51% del tráfico en la red ya es generado por máquinas, la tarea de quienes producen contenidos culturales consiste en ofrecer refugios de legitimidad. La paradoja de la Dead Internet Theory es que, al poner en duda la vitalidad de lo humano en la red, abre también la oportunidad de reivindicar aquello que ninguna IA puede falsificar. La pregunta no es si internet ha muerto, sino qué podemos hacer para devolverle vida.
*Director de Proyecto451