Este domingo, Argentina acudirá a votar en las Primarias, Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) para elegir a les candidates que competirán en las generales de octubre. Este año, además de definir las fórmulas presidenciales, les ciudadanes también votarán para renovar 130 bancas de la Cámara de Diputados y 24 del Senado.
¿Pero, en nuestro país fue siempre así? La respuesta es obvia: no, claro que no. El voto es una herramienta que en Argentina data desde el 1800, pero con una impronta bastante fraudulenta y exclusiva.
El voto cantado, público, múltiple y de lista completa, hacía que el ganador siempre sea el mismo partido. De esta manera, el país era gobernado de manera ininterrumpida por el Partido Autonomista Nacional (PAN).
Sin embargo, en 1912 el Congreso de la Nación Argentina sancionó la Ley N° 8871, mejor conocida como Ley Sáenz Peña. A partir de ella, se estableció que el voto fuera secreto y obligatorio para -casi- todos los ciudadanos argentinos. Sobre esto último, vale una aclaración: el “casi” no es adrede y el masculino es a propósito. No todes podían votar, mucho menos las mujeres.
Elecciones a puro fraude
Antes de la Ley Sáenz Peña, además de resultados fraudulentos, los comicios que siempre daban como ganador al PAN eran peligrosos. Muchos hombres corrían el riesgo de perder sus trabajos o incluso sus vidas, si no votaban lo que los caudillos encargados del circuito electoral querían.
En ese sentido, el terror era utilizado a conveniencia de las clases dominantes. El mismo Domingo Faustino Sarmiento lo había asumido en una carta enviada a un amigo suyo, en la que hablaba sobre las elecciones de 1857.
“Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado”, celebraba Sarmiento. Y en otro tramo, reconocía que: “fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición”.
Pero años más tarde, una pugna entre los sectores dominantes dio lugar a que Roque Sáenz Peña -una vez presidente- impulsara esta iniciativa. El PAN atravesaba una división entre quienes seguían las lógicas de Julio Argentino Roca y quienes consideraban necesaria abrir una vía “más democrática”.
A ese conflicto, se le sumaba el crecimiento de nuevos partidos como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista. Frente a ese escenario, una fracción de quienes gobernaban consideraron pertinente poder incluir los reclamos de esos nuevos espacios políticos. El objetivo era mantener el status quo y no dar lugar a conflictos sociales.
“Quiera el pueblo votar”
Ya electo como presidente, Sáenz Peña cumplió con el acuerdo establecido con los partidos opositores y envió al parlamento el proyecto de Ley de Sufragio. En él, establecía la confección de un nuevo padrón basado en los listados de enrolamiento militar. También disponía que el voto fuera secreto y obligatorio para todos los ciudadanos varones mayores de 18 años.
“He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar”, expresó el entonces presidente durante la presentación del proyecto.
Aprobada la ley por ambas Cámaras en 1912 el régimen de fraude comenzaría a desmoronarse y la participación electoral aumentaría. No obstante, todavía no votaban todes. De la iniciativa presentada por el mandatario, habían quedado excluides las mujeres, los extranjeros, los habitantes de los territorios nacionales, como también aquellos que vivían en municipios con pocas personas, entre otros.
Finalmente, las primeras elecciones presidenciales realizadas bajo este sistema se llevaron adelante en 1916. En ellas resultó electo el candidato por la Unión Cívica Radical, Hipólito Yrigoyen, y el PAN por primera vez, tendría que enfrentar una derrota popular a costa del voto democrático.
Lo más importante del voto es su utilidad
Como en toda sociedad, hubo transformaciones del plano político y social que nos llevaron a gozar de esta herramienta que hoy es universal, igual, secreta y obligatoria.
Y si bien data desde hace siglos atrás, en el año en el que se cumplen 40 años del retorno de la democracia, el desarrollo de los comicios puede pensarse como algo medianamente “nuevo”. Lo mismo puede suceder con el voto femenino, que en nuestro país fue implementado recién en 1947.
Sobre las modalidades de voto, las PASO, en tanto, son uno de los métodos más novedosos del territorio nacional luego de su creación en 2009. A partir de ellas, el pueblo argentino elige entre precandidates que, una vez electes, pasan a competir como candidates en las generales del 22 de octubre.
El voto electrónico, por su parte, también representa una de las herramientas más nuevas en el plano electoral argentino, aunque aún no se aplica en todo el país. Pero más allá de su historia y de sus formatos, lo más importante del voto es para qué se usa.
En tiempos en los que predominan los discursos violentos, los pedidos de mano dura y de recortes, la sociedad argentina este año está frente a una nueva oportunidad de elegir su destino. Los días previos a las elecciones no han sido fáciles, pero de todos modos, hay que elegir si Argentina va para la derecha o si defiende sus derechos.